Capítulo 33

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Taehyun apagó la cerilla, la llama de la pequeña estufa apenas estable. Alcanzaba a irradiar un mínimo de calor, pero era algo suficiente para sus huesos y pieles entumecidos. Se arrastró sobre sus rodillas hasta llegar a un lado de Beomgyu, quien también terminaba de acomodarse con dos tazas de chocolate caliente en las manos. Tan pronto como bebió su primer sorbo, pensó que tal vez, y sólo tal vez, le iría lo suficientemente bien cuando se licenciara como para arrendar –o regalar– un bonito local para que Gyu vendiera aquella deliciosa y maravillosa mezcla de leche, crema, chocolate y malvaviscos no solo en invierno, sino todo el año, incluso si era verano y hacían más de treinta grados en el exterior; él los compraría todos. Comenzó a imaginar los colores en las paredes, extraños logotipos y a sí mismo con un enorme y sofocante traje de vaso de chocolate caliente, u oso polar y hasta el abominable hombre de las Nieves. Nada era una mala publicidad, ¿cierto?
Por su parte, Beomgyu se preguntaba en qué podía estar pensando Tae, tan serio, concentrado y silencioso. Lo veía en el reflejo de los ventanales, con los ojos entrecerrados, raras muecas espontáneas y la taza pegada a la nariz. A pesar de haber estado intentando con todas sus fuerzas no reír, fue inevitable cuando sorbió muy lentamente, aún sin abrir por completo los ojos. En el momento Tae volteó a mirarle, un tanto confundido con un pequeño bigote de crema que escurría derretida por sus comisuras. Gyu pensó que esta podía ser su venganza y solo negó con la cabeza antes de desviar la mirada. Tae hizo lo mismo, regresando la vista a la ciudad tras el panel de vidrio. Seoul lucía preciosa durante la madrugada, con todas esas luces que nunca se apagan y las gotitas que solían caer a esas horas. Miró ligeramente al costado y notó que Beom también miraba algo, algo que le tenía al borde de una carcajada. Inconsciente se fijó en su propio reflejo y apresó un chillido, limpiando con brusquedad cada resto de crema bajo su nariz y mandíbula. Una vez terminado y sumamente pegajoso, volteó a ver a su cruel, despiadado y vengativo acompañante.

— La venganza no es buena, Choi.

— Es magnífica. — rió con ganas. Taehyun le dio un pequeño empujón y rió con él, hasta que las risas pasaron observando la ciudad.

Agradecer siempre había sido un tanto difícil para Taehyun. No entendía qué tanta importancia podía tener una palabra y porqué la gente se conformaba con ello cuando bien podrían esperar algo más. Por lo mismo, no creía que un 'gracias' fuera suficiente para Beomgyu. Es decir, claro que no protestaría y seguramente estaría más que feliz con ello, pero por su parte, en su interior, no había forma de que una simple palabra bastara para agradecer todo lo que había hecho por él.

Eso era lo que Gyu se merecía, todo. Sabía que no podía dárselo, pero se esforzaría, por Dios que se esforzaría, y algún día, haría a Beomgyu tan feliz como él lo estaba siendo ahora a su lado.

erumpere ⇢ 𝒕𝒂𝒆𝒈𝒚𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora