Capítulo 25

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— ¿Cómo te fue en Seúl, Taehyun? Te ves de buenos ánimos.

No pudo evitar bajar la mirada y sonreír ante la pregunta y lo agregado a ella. Y es que no tenía palabras para expresarle lo feliz que había estado durante su visita a la capital, y muchas menos expresiones que le permitieran informarle realmente a su terapeuta lo renovado que se sentía desde su regreso. Durante todo el camino de vuelta no pudo comer su porción de papas sin sonreír al recordar el rostro del castaño descubriendo las accidentales manchitas en su piel, y eran incontables los regaños que recibió por reírse al sentir las fuertes corrientes de viento golpeando su rostro, tal cual aquel día en que juntos corrieron sin razón alguna por la calle.

— Creo que ya me has respondido. — la mujer sonrió y Taehyun sintió sus mejillas calentarse levemente. — ¿Fuiste al cementerio mientras estuviste allá?

Y entonces su sonrisa fue cediendo, hasta quedarse en una pequeña, casi invisible, alza de sus comisuras, que de igual forma terminó por desaparecer cuando se mordió los labios.

— No lo hice. — y si la señorita Lee no le hubiera preguntado, de seguro él no habría caído en cuenta. Ni siquiera recordaba haberlo pensado en algún momento.

— ¿Y eso fue porque no quisiste, lo creíste innecesario o lo olvidaste?

Su pierna comenzó a tiritar al saber clara la respuesta, y sentirse horriblemente, dolorosamente culpable.

— Lo olvidé. — miró por primera vez en los últimos minutos a la mujer, que cambió su expresión a una ligeramente preocupada al distinguir sus ojos humedecidos y brillantes. — Olvidé ir a verlo. — y el quiebre en su voz fue suficiente señal para que la mayor se ubicara en la situación.

— Taehyun, ¿por qué lo olvidaste? ¿Qué estabas haciendo que lo olvidaste?

— Estar con Beomgyu y mi familia.

— Entraste feliz, realmente feliz a la consulta después de pasar todo un fin de semana con ellos. Eso me dice que fuiste incluso más feliz durante esos días, ¿o no es así? — asintió en silencio. Su pecho aún dolía, como si tuviera una montaña de rocas sobre él. — Entonces no hay porqué sentirse mal, Tae. ¿No crees que él estaría feliz de que pudiste olvidar tu dolor y el estrés de la universidad por unos días junto a tus seres queridos? — respiró profundo antes de asentir nuevamente.

— Sí... Lo estaría.

— Tú lo has dicho. — la mujer se relajó en su asiento al notar que la tensión también había abandonado la expresión del menor. — Taehyun. Nunca, nunca debes arrepentirte de tu felicidad. Sé que entiendes que los momentos felices son muy pequeños y efímeros, es por eso que debes atesorarlos y protegerlos correctamente. No le fallaste por esto, en serio no lo has hecho. Estoy segura de que él estaría feliz de que hayas logrado olvidarlo por una vez.

— Pero yo se lo prometí... — esa respuesta no era precisamente la que la señorita Lee esperaba. Cuando creía que había remendado la situación, Taehyun parecía sentirse aún más culpable. Y como si con ello no bastara, salía a la luz la mención de una promesa cuya naturaleza era desconocida.

Su instinto le decía que no era una promesa cualquiera y realmente, realmente quería estar equivocada.

erumpere ⇢ 𝒕𝒂𝒆𝒈𝒚𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora