Cap. 21

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Años: 20

Acuerdo Mutuo.

Los calcetines de Lincoln eran un desastre, por más que le dijera que lavara el mismo su ropa, la dejaba desparramada en cualquier lugar de la casa y esta mañana había encontrado un par de sus calcetines dentro de la alacena

-¡Lincoln, llegaras tarde! -Le grite. Era su primer día de trabajo y ya iba tarde. Le había contagiado el germen de la impuntualidad y eso no era bueno, porque Lincoln era muy estricto consigo mismo cuándo las cosas salían mal.

-¡Lincoln, despierta ahora o te mojare con agua! -en menos de un minuto se encontraba de camino a la cocina, aún medio dormido, en ropa interior y descalzo. Ya no quedaba rastro del Lincoln delgado de hace unos años, en cuánto entro a la universidad se había obsesionado con el ejercicio, y a pesar de lo que dejo al mes, ahora comía saludable y salía a trotar todas la mañanas.

Muchas veces me había invitado, pero no puedo convencerme de abandonar la comodidad de la sabanas hasta que un día menciono a una tal "Melanie", una chicas de 19 años de que corría junto a el por las mañana y estudiaba en la misma universidad. Eso fue más que suficiente para que comprara un equipo deportivo y a las 6 de la mañana estuviera despierta y prepara para correr kilómetros con tal de alejar a esa zorra.

Sin embargo, mi plan no había funcionado muy bien. A los cinco minutos estaba exhausta, puede que sea muy buena en el vóley pero correr no es mi fuerte. Lincoln cargo conmigo hasta la casa -Solo habíamos corrido tres cuadras- Y me dijo que si no quería no corriera.

Supuse que después de dio cuenta del porque lo había hecho y dejo de correr en las mañanas para hacerlo en la tarde. A veces lo acompañaba, aunque en bicicleta.

Sabía que Lincoln necesitaba levantarse temprano todas las mañanas porque al final nunca había aprendido a conducir bien en un auto, el primer año que vivimos aquí, choco dos autos y mi padre se aburrió de comprar uno tras otro. Así que le un chofer y con eso estuvo bien. Hasta que les dijo lo que estaba estudiando.

A mi padre casi  le dio un ataque, consideraba que Lincoln tenía mucho potencial y que no podía desperdiciarlo de esa manera. Él quería que se encargara y ayudara a Bobby con el negocio de la familia.

Mamá no se lo había tomado tan mal, aunque podía notar que al igual que el resto, esperaba mucho más de Lincoln. Rita, su madre, estaba feliz, si su hijo cumplía sus metas, eso era más que suficiente. Y yo, no podía estar más orgullosa de él, sabía que sería un excelente profesor.

Entro a la cocina y beso mi mejilla, me abrazo por la espalda y pego su cuerpo al mío. Beso mi cuello como todas las mañana y escondió ahí mismo.

-No me convencerás con eso, debes aprender a guardar tu ropa en un lugar decente. -le regañe.

-Nadie los vera, además, yo no los deje allí, fuiste tu.

-¿Como que fui yo...? -pero deje la pregunta  en el aire al recordarlo. La noche anterior habíamos tenido un arrebato en el sofá, medio desnudos y desde allí recuerdo haber ido cargada hasta la habitación.

Enrojecí como siempre, los años no compensaban lo abrumador que era el pensamiento de saber que me había acostado con el, no importaba cuántas veces lo hubiéramos hecho, seguía siendo vergonzoso que lo dijera de una forma tan natural.

-De acuerdo, esta vez lo dejare pasar -dije finalmente. El rio contra mi oído y mis rodillas temblaron. Era extraño, pero sentía que en vez de desencantarme con los años, me enamoraba cada vez más. Como el proceso inverso que sufrían las parejas. Y eso que llevábamos más de tres años juntos.

-¿Que me harás de desayuno, amada mía, sol de mis días, sonrisas de...

-Jugo de naranja con tostadas -le interrumpí. Quedo en neutro, su rostro no tenía expresión. Sabía que esperaba algo más, pero el se había acabado todo el día anterior y solo había dejado eso, y era muy temprano para ir de compras.- Tómalo o déjalo, esa es la cuestión.

Debería odiarte, pero no puedo (Ronnicoln)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora