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Sentía dolor, en cada parte de mi cuerpo, como si me estuvieran clavando miles de agujas en el trasero. Las sábanas se me habían pegado al cuerpo y sentía un bochorno terrible.

Pero cada que recordaba lo que sucedió hace unos momentos, mi sonrisa crecía y la sensación de placer volvía.

Lo habíamos hecho, por fin lo habíamos hecho.

Me di la vuelta con algo de dolor, sujetando el collar que colgaba de mi cuello y alcancé mi ropa del suelo  soltando un quejido agudo.

Me puse mis shorts sin la ropa interior y luego pasé mi playera por mi cabeza sin meter mis brazos aún. En ese momento la puerta se abrió y escuché la voz de Yoongi.

— Te traje una soda— dijo mientras sentía que se sentaba en la cama. — No sé dónde demonios está el agua y no hay nadie en la cabaña.

Reí y pasé mis brazos por las mangas de la playera para tomar la lata de refresco.

— ¿Cómo estás?— me preguntó. — ¿Sigue doliendo?

Yo bebí el refresco hasta la última gota porque realmente estaba sediento.

— Como si me estuviera muriendo— respondí relamiendo mis labios.

— Lo siento— Yoongi acarició mis mejillas y yo negué tomando sus manos.

— No lo hagas, fue fantástico— susurré con una sonrisa. — No le tengo miedo a un poco de dolor sólo para volver a sentirme como hace un rato.

Él sonrió besando mis manos que estaban entrelazadas con las suyas.

— Hay que darnos un baño— dijo mientras se levantaba. — Y a lavar estas sábanas.

Formé un puchero y me dejé caer en la cama. No quería hacer nada, quería quedarme acostado y dejar que el día pasara.

— Si no te levantas voy a meterte a lavar con todo y sábanas.

— Me levantaré con una condición— dije con una sonrisa.

— ¿Cuál?— preguntó buscando en su maleta seguramente la ropa que se pondría al salir de la ducha.

— Que me digas mi amor— pedí saliendo de las sábanas. — Como lo hiciste antes.

Yoongi volteó a verme y soltó un suspiro volviendo hacia a mi. — Mi amor— susurró cerca de mis labios tocándolos apenas cuando pronunciaba la vocal o.

Enredé mis brazo sano en su cuello y lo besé con más prisa mientras él sostenía mi rostro con delicadeza.

Se separó de mi dejándome con ganas de seguir pero luego pensé que un baño no me vendría nada mal.

Si era junto a él, no podría ser nada malo.

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