WORK IT

O1.

Si buscas en el diccionario la palabra perdedor, saldría mi nombre y una foto donde posiblemente salga distraído y horrible.

Park Jimin: el perdedor de la clase A.

Así me conocían en el colegio desde que entré hace tres años, con anteojos de pasta gruesa y torpeza suficiente como para caerme al menos dos veces en el día.

Me había ganado aquel apodo en sólo dos semanas de haber entrado a la escuela pública, tiempo récord al parecer pues al día siguiente dos chicos bastante amables se acercaron a mi.

Taehyung y Jungkook compartían algo en común conmigo.

Los tres éramos unos completos perdedores y teníamos un club para ello, porque si íbamos a serlo teníamos que serlo bien.

El club de los perdedores por Tata, Kookie y Mochi.

Nos reuníamos en la cafetería que estaba frente al colegio todas las tardes y hablábamos de tantas cosas. Nos llevábamos muy bien y eran mis mejores amigos.

— Mira Jimin— escuché decir a Taehyung mientras nos servían nuestros platillos favoritos. — Es Sunhee.

Sunhee era una hermosa chica de rizos castaños y sonrisa encantadora. Iba en mi clase y se sentaba al principio de la fila, olía a frambuesa y usaba vestidos hermosos.

Era mi amor platónico desde que entró al salón con una sonrisa deslumbrante y su voz tan suave como sus mejillas.

— Y viene con su novio— informó Jungkook cuando un chico de pelo negro entraba haciendo sonar la campana de la puerta.

Porque claro, un perdedor como yo jamás podría salir con alguien como Sunhee, sólo la gente cool como Min Yoongi podría.

— Quisiera ser él— susurré mientras mis ojos veían a través del cristal algo empañado de mis anteojos la figura de Yoongi y Sunhee dándose un corto beso.

¿Qué tan difícil sería usar chaquetas y pantalones rasgados, actuar como idiota y ser un rebelde?

Déjenme decirles que es demasiado difícil pero con la ayuda de un auténtico chico cool como Yoongi seguro sería más fácil.

— ¿Qué tanto piensas?— me preguntó Taehyung.

— Pienso que sería genial ser alguien como él— dije mientras desviaba mi vista al pelinegro. — Voy a hacerlo chicos.

Ellos me miraron con confusión y ligero espanto, yo me levanté decidido a ir en dirección a ese grupo de chicos escandalosos de la orilla.

Caminé con motivación cruzando el largo trayecto hasta la mesa, viendo a mi objetivo tan cerca, di un par de pasos más y...

Tropecé con mis propios pies, choqué con un mesero y la bandeja de comida cayó sobre mi pero eso no fue lo peor de todo.

— ¡Miren! ¡El ciego se cayó!— alguien exclamó desde la mesa de chicos escandalosos.

Sentí como mi brazo crujió bajo mi cuerpo y un intenso dolor me hizo soltar un chillido.

Y las risas incrementaron.