Desesperado

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—¡Jungkook! Yongguk no contestaba su teléfono y no sé el número de Seokjin y el teléfono de Suga está bloqueado y no puedo llamar a una ambulancia y...

—Woah, woah, espera ... ¿Qué está pasando?— Le corté.

—Está herido. Jungkook, por favor, necesito que vengas aquí ahora mismo. No se que hacer.

—¿Qué? ¿Quién está herido? Donde...

—Por favor, Jungkook. Apúrate.

—Junhong...

Sonó el tono de finalizado y miré mi teléfono con incredulidad. ¿Qué acababa de pasar? Se suponía que Junhong estaba en su cita en este momento… Me envió una dirección y, a pesar de mis preguntas, me apresuré hacia allí, demasiado curioso y preocupado como para importarme en lo que podría estar metiéndome. Cuando llegué allí, la puerta ya estaba abierta y vi a Junhong agachado justo adentro. Mi garganta se contrajo cuando vi a Suga en el suelo junto a él. Junhong se puso de pie tan pronto como me vio.

—¿Qué debo hacer? No puedo llevarlo al hospital pero… —Junhong sollozó.

—¿Por qué no? Deberías haber llamado a una maldita ambulancia, no a mí. No puedo... tampoco sé qué hacer. ¿Qué diablos pasó?.

—No puedo. Créame, no puedo llevarlo a un hospital. Yo sólo... no sé conducir, pero tú puedes. Podemos llevarlo a algún lado... Creo que recuerdo dónde vive Seokjin, y tal vez él pueda ayudar. No lo sé, pero tenemos que hacer algo.

—¿Qué pasó?.

—¿Es eso realmente lo importante en este momento?— Junhong gritó, con la voz quebrada.

Me detuve un minuto. No podía pensar. Junhong me estaba mirando, lágrimas de rabia corrían por sus mejillas y apretaba los puños. Suga estaba en el suelo, luciendo casi muerto. Su camisa blanca estaba casi completamente empapada de sangre. Ni siquiera parecía que estuviera respirando.

—Yo-yo manejé hasta aquí en una jodida scooter, Junhong. Incluso si tuviéramos otro lugar donde llevarlo...

—Entonces maneja su auto. Mira, por favor... yo... te diré cómo llegar a Seokjin solo por favor tenemos que... tenemos que...

—¿Qué va a hacer Seokjin? ¡Es un actor, no un médico!.

—Lo sé pero… mira, él es la única persona en la que puedo pensar. Cuanto más estemos aquí discutiendo sobre eso...

—Solo… bien. Ayúdame a meterlo en el auto —. Gruñí, inclinándome para recoger a Suga.

Me temblaban las manos. Tenía miedo de moverlo, miedo de lastimarlo más de alguna manera. Parecía que ya estaba muerto… lo habría pensado si no pudiera ver su respiración débil. Eran respiraciones rápidas y superficiales, apenas respiraciones. Lo llevamos a su auto, dejándolo en el asiento trasero con el mayor cuidado posible.

La siguiente hora fue borrosa. Aceleramos hacia el apartamento de Seokjin, casi perdiéndonos una vuelta aquí o allá porque Junhong estaba demasiado conmocionado para dar instrucciones adecuadas, o tal vez yo estaba demasiado conmocionado para seguirlas. Cuando llegamos allí, corrió adentro, sacando a Seokjin y luego ayudándome a arrastrar a Suga adentro. Ni siquiera pude ver bien a Seokjin cuando nos empujó a la sala de estar y nos dijo que esperáramos mientras hacía lo que podía.

Nos sentamos en el sofá con torpeza, ambos demasiado tensos para hablar, pero demasiado preocupados para sentarnos en silencio. Fui yo quien finalmente rompió el silencio, notando las gotas de sangre que llegaban al dormitorio de Seokjin. Escondí mi cabeza entre mis manos por un momento con un suspiro estremecido.

𝐂𝐈𝐆𝐀𝐑𝐑𝐈𝐋𝐋𝐎𝐒, 𝐋𝐈𝐂𝐎𝐑, 𝐃𝐔𝐋𝐂𝐄 𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐄𝐋 𝐀𝐙Ú𝐂𝐀𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora