CAPÍTULO 28

59 6 0
                                    


Tan solo siete días pasaron para que la organizativa Sofía, tuviera preparada una fugaz y preparada boda, entre solo dos invitados, desde la propuesta entre el par de enamorados, realizando y concretando el hecho que habían esperado, tomando prestado, un lugar del hospital, mismo que el mismo Dr. Ford, ayudó a conseguir.

—Por favor, contéstenme cada que los llame, y cuéntenme todo lo que ocurra en el viaje, sin duda iré hasta donde estén si necesitan mi ayuda — pronunció la regordeta mujer tomando las manos de su par de amigos —ay Luci, claro, no te preocupes, solo no te preocupes, haz como si esto no estuviera pasando.

Expresó Leo, cargando al pequeño en sus brazos, observando su mirada, mismo que ya veía lágrimas brotando de ella, con bastante dolor en el rostro del infante —nada de preocupaciones, hablaremos y ustedes disfrutaran, Mau y yo los estaremos esperando aquí, con una linda comida de bienvenida.

El avión estaba en su llamado de abordaje, indicando que era el momento de la despedida certera —Mau, despídete bien de los tíos, que ellos ya deben irse — expresó mientras formaba sus brazos para recibirlo, notando las lágrimas que ya se habían empezado a derramar.

—No se vayan, quiero seguir con nuestra familia, por favor — las manos del pequeño se alejaban de a poco del pálido tono del cuerpo de su tío, sollozando ya en los brazos de su madre.

—Mau, mi niño, no pienses así, claro que no te dejaremos, te traeré muchos regalos al volver, verás que nada pasará — el llamado volvió a presentarse, haciendo imposible que pudieran continuar —vayan, yo me encargo de mi hijo, disfruten y cuídense.

El par de enamorados, con la melancolía en su mente, se alejaron sosteniendo sus manos, para abordar el vuelo que con tanta prisa habían encontrado y que ya estaba agotando su tiempo de espera para cerrar sus compuertas.

Y... Mientras eso ocurría, las miradas se centraron en sus siluetas desapareciendo en la distancia, siendo lo único que quedaba de su presencia, era la despedida que tuvo lugar en el aeropuerto, con el pequeño Mauricio en brazos de su madre, llorando por ver partir a dos de las personas más importantes de su corta vida, cosa que, sin duda alguna encendió sus nervios, por pensar constantemente en la manera en la que abordaría la muerte de su querida Lia, con la inocente cabeza de su pequeño.

—Se fueron mami, me abandonaron, ellos ya no volverán.

—No llores cariño, volverán en unos meses, sabes que los enamorados cuando se casan, viajan, pero no creas que te abandonaron, amor, ellos nunca lo harían, nadie es capaz de dejar este perfecto niño, mi amor.

—Mentirosa... Si eso fuera así... Tendría un papá, así como Artemisa y casi todos los niños en la escuela lo tienen — el asombro de Lucia no se camufló en su actuar, por más de que lo haya querido intentar. Estaba segura, que su hijo jamás mencionaría a su padre, no con el cariño constante que recibía de todas partes, mucho menos que expulsara algo tan fuerte como un "abandono", uno... Que claramente lo afectaba.

—Mi amor, no digas eso, tu... Bueno, él no te abandonó, como te dije, nadie lo haría — el llanto en el pequeño no cesaba, llamando la atención de todas las personas que los viesen pasar, mientras ella se dirigía al lugar en el que había dejado el auto, cargando aun a su hijo entre sus brazos.

Llegó hasta él, dejándolo en la parte trasera del mismo, tapando su rostro con el saco preparado, para que los fuertes rayos de Bogotá, no lo afectaran.

—Todos, todos se olvidan de mí, la abuela ya no sale en el celular cuando hablamos, los tíos se fueron, y... — la incomodidad en la madre fue evidente, no solo por lo duro que estaba siendo el pequeño con las palabras que le decía, sino al ver que Lia... Sería el mayor golpe que su mente podría afrontar.

Secretos Desvanecidos Vol. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora