CAPÍTULO 13

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|miércoles 09 de mayo 2012, Bérgamo-Italia, 10:43 a.m., 10°C|


El tiempo había pasado, por las noches, era seguro una llamada, de por lo menos treinta minutos entre Dante y Lucia, él, con el tiempo ahogando su rutina, aplausos y demás cosas que acarreaban el ser un artista, mientras que, por el lado de la joven, la monotonía le hizo frente con el paso de los días, pues ahora, solo iba del trabajo al lugar en que dormía, y viceversa. Pero, de unas semanas en adelante, ha dejado de llamar con la misma frecuencia, aun cuando claramente se extendió el tiempo en el que debían durar separados.

En el interior de la joven, no deseaba algún dolor por creer que se había aburrido de ella que la novedad se esfumo luego de unos días, luego de que ella, hubiera calentado su cama esa noche, simplemente, los pensamientos que rondaban su consciencia, eran aniquiladores, incrementados por la falta de explicación por parte de Dante, incluso, la rubia, sentía que en esas pocas ocasiones que pudieron cruzar palabras durante esos días transcurridos, lo hacía con la cólera elevada, con el enojo tan alto que le era incluso imposible ocultarlo por medio de su voz... No había alguna explicación total a ese remordimiento... Ni porque ese mismo día, sería su llegada, cosa que aprovecharía para hablar, frente a frente, sobre el hecho que provoco todo su comportamiento, ese desdén violento e indiferente hacia ella.

Por ello, intentó perder su tortura en otro tema, tratar de enmendar una amistad que le valía más que cualquier cantidad de oro que le brindaran, pero... Aun cuando intentaba remendar la relación de años entre ella y Orazia, le había sido imposible, intentó de mil y un formas verla, o tan solo hablar con ella por medio de su celular, pero siempre terminaba por colgarle o sacar excusas con respecto a su universidad, llego incluso, en una ocasión a ser brusca, con deseos de alejarla con muchas ansias.

Lo poco que llegaba a saber era lo que Luciano, por medio de Dante durante sus llamadas, pero, aun con ello, no dejaba también de preguntarle a Lia sobre su nieta, lo cual fue un acto de pocos frutos, ya que, el distanciamiento de Orazia y su abuela, llevaba su duración desde hace años, tanto así, que la misma señora Rinaldi, se encargó de explicarle a la joven, que solo volvió a dirigirle un saludo cariñoso cuando pidió el favor de permitirle hospedarse en la mansión.

Lucia comprendió desde el primer momento en que recibió ese tipo de explicación por parte de la señora, pero con todo y ello, no se detuvo, y continuaba estando al tanto, en la problemática del divorcio entre los padres de su amiga, divorcio que se detuvo unas pocas semanas de haber salido a la luz, tal parece que la madre de Orazia, la elegante y sumisa mujer, prefirió seguir al lado de un hombre de esa calaña, a dar su lugar adecuado, lejos de semejante insecto, capaz de engañarla en la propia cama donde de seguro, debieron de haber creado a sus dos hijos.

Su relación actual con Orazia, le provocaba un sinfín de emociones, siendo las más relevantes la cólera, el enojo, la preocupación, con la extrañeza de que aun conservara ese preciado trabajo como docente de idiomas en el instituto que ella misma la había recomendado, en cierto modo, eso le daba un poco de esperanza, de creer que no todo se había ido al caño entre ellas, pero, sin lugar a dudas la melancolía la recorría por no poder estar en las mismas circunstancias a las que tanto se había acostumbrado junto a ella, pero era poco lo que podía hacer, ¿quién era ella para obligarla, cuando precisamente por cosas como la obligación fue que se desprendió de todo su entorno, por lo que no insistiría en lo que no debía, por términos de moralidad?, ser doble jamás había sido un objetivo en su vida.

En ese mismo instante, mientras permitía que sus pensamientos divagaran por medio de los recuerdos, una de sus alumnas se levantó, entregando con su mano, la evaluación que la joven había preparado para la clase, viendo así, los resultados.

Secretos Desvanecidos Vol. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora