CAPÍTULO 16

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Ver la soledad que gobernaba al edificio en esa hora, hizo desvariar un poco su cabeza, pensando en cómo se sentiría su jefe, con el dinero que tiene y la falta de personas en su vida.

No era su caso, no se sentía de esa forma, estaba más que agradecida con la misma vida que hubiera dado a las personas que hoy la acompañaban, Lireto y Lía eran como su propia familia, y ni hablar de Sofía y Leo, los mejores padrinos que pudo haber elegido. Por eso, comprendía a la perfección que no sería capaz de distanciarse abruptamente de esas importantes personas, quedarse en soledad, tan solo con dinero y propiedades que disfrutar.

Mientras ella se cuestionaba existencialmente la situación de su jefe, él se encontraba en la oficina, sosteniendo su cabeza, a causa de la fuerte punzada en ella, teniendo a su amigo frente a él, preguntándole por segunda vez el motivo por el que estaba así.

—Solo, solo es de nuevo el tema de la gastritis, no sé, se ha agravado aún más, tanto que en ocasiones me dan ganas de vomitar — Omar se levantó del lugar en el que estaba para acercarse lentamente a su amigo —pero, entonces para qué comerse eso que trajo la señorita Torroja — Esteban volteó su rostro intentando hacer evidente la respuesta que deseaba escuchar —no comió ni un poco en el restaurante con Meyer, y no iba a dejarla trabajar todas estas horas sin tener algo en la barriga, no me caracterizo por ser un jefe abusivo, que ni siquiera le permite comer a su personal.

—¿Te gustó o algo así? — aunque directa fue de la mejor pregunta, quería dejarle eso en claro porque sabía que Omar lo tomó de esa forma, pero simplemente estaba errado de la realidad —tiene un hijo y... — los labios de Omar se separaron ante él, denotando así que entendía a la perfección la forma en la que actuó —¿sigues con eso?, por Dios Esteban, no es posible que continúes actuando de esa forma por ese tema.

Sostuvo la corbata para atar el nudo en su cuello, caminando en dirección de su oficina, abandonando por completo aquella sala —sí, sé que no es normal, pero no puedo evitarlo, es imposible no preocuparme de más por una madre, solo... No te preocupes, y respondiendo a la pregunta, no, claro que no, por qué me gustaría alguien con tan solo un día de hablar, más aún cuando es de una empleada de quien estamos hablando, no es muy ético involucrase con ellas, claro, eso no lo pueden decir todos, ¿verdad?

Omar movió su cuello hacia un lado, con el interior de su labio siendo mordisqueado —vámonos, ya es muy tarde y no sería bueno que mañana en la mañana se cubrieran las noticas nacionales con imágenes de tu muerte a causa de un accidente, no más piensa, "Esteban Garza, muerto por insomnio en la carretera" — lo expresó con gracia y elegancia, evitando de esa forma el tema de la ética con las relaciones de empleados.

—Sí, tienes razón, ah, pero, mañana habla con Meyer y dile que necesitamos hablar con el arquitecto sobre los planos — caminó en dirección a la puerta deteniéndose por lo que expresó su vicepresidente —no hablo alemán, lo sabes — Esteban soltó una carcajada por lo que era evidente entre ellos —lo sé idiota, pero Meyer también habla inglés, y eso sí que lo sabes hablar, después de todo fue mucho tu tiempo en Londres y, ah, también las novias inglesas que allí tuviste.

Las burlas de su amigo le irritaban, por lo que le devolvería la moneda con lo que le diría —discúlpame por disfrutar de mi sexualidad, es algo normal ¿sabes?, algo que hasta los psicópatas disfrutan, como tú no entenderás.

Era mejor no continuar con aquella charla, estaban cansados, querían dormir y descansar en la comodidad de sus casas, no hablar sobre el sexo no sexo entre los dos, mucho menos en soledad, no era grato, para nada.

Salieron juntos por medio dele levador, separándose en el estacionamiento ara subir al auto de cada uno, donde, estando dentro, sus dudas respecto Alice, le preocupaban, le alarmaban como nunca antes, pero prefería no alborotar el tiempo, con ello, al fin y al cabo, se caracterizaba por no entrometerse en lo que no era de su incumbencia.

Secretos Desvanecidos Vol. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora