CAPÍTULO 31

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Al llegar a su hogar, acomodando sus cosas en el sillón, divisó a su pequeño, quien como de costumbre hacía sus tareas para poder ver sus programas en el televisor, o jugar con alguno de los objetos que tiene a su disposición.

En medio de esa normalidad sintió extrañeza, pues la cordial señora, no estaba viendo su novela turca de las tardes, como era ya la rutina de todos los días entre semana —hola mami, ¿cómo te fue? — preguntó el parvo, levantando la vista de su cuaderno, mientras sostenía un lápiz en su mano izquierda —bien amor, pero, ¿Dónde está doña Laura?

—Arriba, hace poquito alguien llamó al teléfono y ella se fue pa' allá, dijo que en cuanto llegaras te avisara que subieras — Lucia frunció el ceño, no imaginaba alguna razón por la que la señora tomara esas medidas. La única podría ser algo relacionado a Mauricio y alguna queja de quien hace la ruta, pero su hijo no se veía nervioso ni preocupado, como se comportaba cada que sabía que había hecho algo erróneo.

—De acuerdo amor, pero ¿necesitas ayuda o sigues solito? — se acercó a él, notando que era algo de inglés lo que estaba haciendo, una simple sopa de letras —no mami, tranquila — el niño bajó su rostro concentrándose de nuevo en el desarrollo de su tarea, permitiendo que su madre subiera en busca de lo que estuviera pasando.

Lucia, ya sin los tacones adornando sus pies, subió por la madera de la escalera, pensando detenidamente en las posibilidades de todo lo que podía estar pasando, las cosas por las que ese día fuese desarrollándose tan raro —hola doña Laura, ¿qué pasó? — estaba en su cama, a espaldas de la puerta de su habitación, con su cabello algo desorganizado en comparación a lo pulcro que era —ay mija, que bueno que llego, no... Mejor siéntese.

Expresó nerviosa, con el rostro compungido por algo reflejado como miedo o culpa, sentimiento bastante acelerado en ese instante —pero, ¿por qué?, no es como si me fuera a desmayar por algo que me pueda decir, tranquila.

—Bueno mija, conste que yo le avisé — comunicó mientras se acomodaba para quedar mejor a la altura de la joven madre, respirando muy hondo antes de responder a ello, o dar la respuesta que se esperaba —es que mire, yo hoy hice lo mismo de todos los días, Lucecita, la misma vaina. Eso, llegó el niño, le serví lo que usted dejó preparado, se bañó y cambió de ropa, todo, todo tal cual, así como debe ser.

Luca notó que el pánico en ella la haría continuar con su divagación, por lo que se acercó a ella, agachando un poco su cuerpo, para quedar a la altura de la experimentada mujer —tranquila doña Laura, solo dígame lo que pasó, que la verdad vengo algo cansada y quisiera bañarme un buen rato — de nuevo le estaba restando importancia a lo que le pudiera decir. Al saber lo nerviosa que podía llegar a ser, no creía que en verdad fuese algo de vital importancia o urgencia, tal vez era algo sobre una nota, o que robaron alguien en el barrio, cosas que no deberían afectarla demasiado, pero que normalmente lo hacía.

—Sí, sí, perdone mija, pero es que quiero dejarle claro que las cosas pasan porque sí, así lo quiere el señor, nada que hacer... — Lucia casi sonrió con aquel comentario, en realidad era muy bueno el humor que traía con ella, por lo acontecido esa misma tarde, en el interior de la silenciosa oficina de su jefe, incluso en su cabeza, eso llegaba a sonar algo excitante. Recordó que estaba en algo de importancia, por lo que decidió desconectar el fulgor que aún sentía para prestar toda su atención en lo que estaba pasando.

—Pues mire, mientras yo estaba en la cocina, haciéndome un cafecito, sono ese tiesto de teléfono, pues, mientras bajaba la olleta de la estufa, le pedí a Mauricito que contestara, el niño lo hizo, normal, y cuando ya había echado el tinto en el termo sirviéndome en un pocillo, me fui a ver quién era o qué, y pues el niño dijo - "sí, ella es mi mamá, yo soy el hijo, Mauricio, si quiere señor Dante, le aviso que usted llamó" — la felicidad, la sonrisa, la incredulidad, todo se esfumó como un mago en el escenario, en cuanto escuchó aquel nombre fue como si hubiese pronunciado Voldemort sin ser Dumbledore, y los dementores hubiesen llegado a destruirla.

Secretos Desvanecidos Vol. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora