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Se sentía realmente bien, aun cuando al principio le provocaba tantas complicaciones en su organismo se fue acostumbrando a tener que tomar sus medicamentos, parecía que le ayudaba demasiado pues dos semanas después de iniciar el tratamiento dejó de tener la misma cantidad de alucinaciones que antes, claro está que no se irían por completo pues ese tipo de trastornos son de por vida, pueden empeorar teniendo que aumentar las dosis, o si bien va, puede que después sea capaz de manejarlo sin uso de antipsicóticos.

Con las terapias comenzaba a entender muchas cosas; de sus 50 minutos por sesión, 30 eran para él solo con el médico y los 20 restantes estaba con su madre y hermano, hablaban de su evolución y reacciones por cada medicamento, pero lo que más le gustaba era poder hacer las preguntas que llevaba años callando sabiendo que tendría respuestas reales y claras pues era lo mejor para él.

Inicio con algunas como "¿Qué piensan sobre mi?, ¿Qué es lo que no les gusta que haga?, ¿Debería cambiar mi forma de ser con ustedes?, ¿Alguna vez les he provocado problemas?, ¿Han pensado en que sería mejor si yo no hubiera nacido?", la mayoría de las respuestas obtenidas eran positivas, quizá de repente les molestaba a ambos algunas actitudes que tomaba, también mencionaron que por estar tan al pendiente de él desde siempre llegan a distraerse de sus obligaciones laborales, sin duda lo que más le movió fue lo dicho a la última pregunta, su madre aseguró que si él no estuviera con ellos quizá ella hubiera dejado de tener ganas para continuar abandonando y dejando a la deriva a YeonJun, se volvió el motivo para poder disfrutar un poco más de la vida; la respuesta de YeonJun fue similar, agregando que el pequeño era y siempre será su mayor orgullo en la vida aunque lo hiciera enojar muchas veces cuando era niño, prometió cuidar de él siempre que le fuera posible.

Pero, después de eso, su relación con ambos empezó a cambiar, se apartaba cuando los veía llegar o simplemente comía lo más rápido posible para poder ir a su habitación y evitarlos. No fue una recomendación, tampoco fue algo que le hiciera sentir mejor, fue solo que se sentía como una carga, más que antes, lograba percibir las miradas de lástima, quizá no lo hacían con la intención de hacerlo sentir mal, era la preocupación y angustia que les generaba ver los cambios repentinos en BeomGyu. Él lo sabía, fue algo que le dijo el médico constantemente, sin embargo, no era suficiente para dejar de sentirse así, le dolía ya no tener esas charlas hasta altas horas de la noche los fines de semana con su hermano mientras permanecían acostados en la alfombra de la sala comiendo dulces o cualquier chuchería. Extrañaba ir a la habitación de su madre y recibir caricias en el cabello mientras se quedaba dormido en sus piernas. Ahora estaba solo toda la tarde en su habitación, viendo cualquier cosa en las redes sociales, de repente alguna película o simplemente durmiendo hasta no poder más. Había perdido el gusto de hacer tantas cosas.

En la sesión de la semana anterior por fin supo que había sido de su padre. Entre lágrimas y palabras entrecortadas, su madre confesó que tanto ella como el mayor temían que él fuera el heredero de tal enfermedad, contó que durante algunas generaciones, ya fuera el segundo o tercer hijo varón, heredaba el trastorno esquizofrénico. Su abuelo lo tenía, su padre fue el último y tercer hijo varón quien también presentaba la enfermedad. Entró en tratamiento después de que naciera YeonJun pues quería darle una vida digna a su pequeño, unos años más tarde lo dejó sin decirle a nadie, creía que ya no era necesario pues se sentía de lo mejor. Dos meses antes de que naciera BeomGyu tuvo un accidente automovilístico en donde murió al instante, solía tener alucinaciones de que camiones negros lo seguían porque querían llevarse a su familia, eso fue lo que pensó su madre al recibir la noticia.

Desde ese momento YeonJun se volvió en el hombre de la casa con solo 7 años, juro cuidar de su madre y hermano hasta morir, antes de iniciar la universidad ya tenía un trabajo de medio tiempo en una cafetería cerca de casa; por las noches, después de que su madre fuera al hospital a cubrir el turno nocturno como enfermera, se encargaba de que el pequeño de la casa terminará sus tareas, cenara, se diera el baño nocturno y finalmente fuera a la cama para dormir, posteriormente se sentaba con una silla en el balcón para ver las estrellas brillantes dejando salir algunas lágrimas y recordando su promesa para luego ir a dormir esperando que el siguiente día fueran mejores las propinas.

𝐅𝐀𝐋𝐎𝐅𝐎𝐁𝐈𝐀 | 𝐒𝐎𝐎𝐊𝐀𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora