Veintinueve

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Chanyeol estaba atrapado.

Lee Daehyun no le permitió hacer otra cosa sino ocuparse de los civiles más apartados de la zona en disputa. El ministro ladraba órdenes como un perro y sus secuaces se encargaban de que sean cumplidas. Y en ese momento, él no era más que un perro rabioso que quería devorar al hombre.

Ni siquiera entendía porqué el ministro de economía estaba ahí cuando sus asuntos no tenían nada que ver, según él recordaba. Los estudios sobre el lugar fueron hechos hace tiempo y las decisiones se tomaron. Lee Daehyun no debía estar ahí.

A él, a pesar de su rango, lo tenían confinado a no saber nada de lo que se hacía y era preocupante. Mientras él estaba en una improvisada oficina en el centro de la región, Lee Daehyun hacía trucos sucios por doquier.

Hyuna estaba ahí acompañándolo, al menos.

—No deberías ser tan desconfiado.

—Dímelo cuando no se trate de ese hombre —refunfuñó bebiendo del vaso de brandy.

—Bueno, al menos por él estás aquí, muy lejos de tu idílica casa en el valle —se burló ella—. No puedo aún creer que hayas accedido a casarte con el príncipe gordito. Realmente debe asustarte la muerte.

—¿Por qué crees que me asusta la muerte?

—¿Por qué otra razón te habrías casado con el feo de Baekhyun?

—No me casé por temor a la muerte, lo hice porque debía asumir mi responsabilidad con él.

—¡Por Dios! Ni que lo hubieras dejado en cinta, sólo te lo follaste y él debería agradecértelo.

Chanyeol torció los labios y siguió bebiendo.

—No hables así de él.

—Aunque sea tu esposo, no puedes negarme que es el omega menos agraciado. ¡Lo has visto! Gordo, desaliñado, con esas manos regordetas y sus caprichos a cada segundo. Siempre lo odiaste.

—Sí, y estaba equivocado —contestó con una perversa sonrisa en el rostro, recordando todos aquellos defectos que un día enumeró de Baekhyun, tal como Hyuna, y que ahora le hacían delirar.

Joder, amaba su cuerpo tal y como era. Adoraba sus manos con las que le acariciaba el rostro y lo caprichoso que era cuando quería caricias y mimos. Como un cachorro.

Lo amaba todo de él.

Amor.

¿Era así?

—Lo mejor será que dejemos de hablar de mi esposo.

Entró en el despacho Kyunhyun, uno de sus subordinados, luciendo una preocupada expresión. Chanyeol le pidió a Hyuna que se retirara para hablar con el lobo.

—Lee está con un grupo de insurgentes de la zona, se reunieron cerca de la zona minera.

—¿Sabes de lo que hablaban?

—No señor, pero los insurgentes se veían muy molestos, y el ministro no hizo mucho por aplacar su ira.

Lo suponía, claro.

Una insurrección podría ser muy peligrosa para la corona en esos momentos, a pesar que las decisiones tomadas en la reunión fueron para impedir un enfrentamiento entre civiles, pero al parecer alguien estuvo por ahí sembrando rumores y avivando el enojo popular. Pero ello no sería suficiente para derrocar a la realeza, Chanyeol lo sabía.

Para derrocar una monarquía se necesitaba de un plan bien tramado que junto a una revolución causara un cambio en la balanza de poder. La pregunta era, ¿cuál era aquella otra parte del plan que Lee Daehyun complementaría con la rabia de los insurgentes?

El Defecto de un Omega (ChanBaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora