Epílogo

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—Shh, shh, shh —tarareé con muy poco ritmo mientras me paseaba por el pasillo hasta la recámara de azul y morado con juguetes y aroma a talco.

Cuando lo sentí calmado y con su respiración acompasada, lo recosté en la cuna y lo cubrí con las delgadas mantas. Mi hijo. Mi pequeño cachorro alfa. Sin poder contenerlo, una sonrisa surcó mis labios.

—Al fin caíste rendido —suspiré.

Jaeno me había tenido despierto desde las diez y media de la noche hasta ahora, casi la una de la mañana. Era un niño muy enérgico y juguetón, pero cuando se empecinaba en llorar no paraba hasta cansarse.

Lo bueno era que ya no despertaría el resto de la noche, o madrugada.

Regresé a la recámara donde me esperaba Baekhyun recostado en la mecedora con nuestra bebé en brazos. Ambos estaban dormidos.

Baek tenía ahora el cabello ligeramente más largo y apenas ondulado, sobre sus hombros. Seguía siendo un cachorro precioso, pero había madurado mucho desde el nacimiento de los gemelos, Jaeno y Johyun, ella era como yo.

A pesar de haber pasado casi un año desde entonces, parecía que nunca acaban las sorpresas siendo padre y la idea, aunque maravillosa, seguía pareciéndome arrolladora. Nunca creí verme así, ni mucho menos lo pretendí, pero ahí estaba cuidando de mis hijos y de mi esposo.

Tomé a Johyun cuyas manos pequeñas estaban aferradas al camisón de su madre. El seno derecho de Baekhyun estaba a la vista, y el otro apenas cubierto por la seda de su ropa de dormir.

—Debes dejar a mamá descansar —le dije a mi niña antes de llevármela de regreso a su cuna, justo al lado de Jaeno.

Al regresar me ocupé de limpiar a Baek con una toallita húmeda. Sus senos eran suaves y firmes, redondos y grandes. ¡Dios! Desde que empezaron a crecer cuando quedó en cinta, he fantaseado tanto con fallármelos. Quería ver su leche salir mientras empujaba mi polla en medio.

—Uff, Baek —gruñí bajo. Mis dedos pasaron sobre su pezón y lo apretaron. Él gimió quedito, y una pequeña gota de leche resbaló—. Me haces pasar tantas torturas, cariño.

Una vez limpio, tomé a mi pequeño esposo en brazos y lo levanté, el ligero sacudón provocó que su camisón se abriera por completo y sus tetas gordas saltaran.

¡Demonios!

¿Acaso todo era a propósito?

Era un hombre paciente, pero incluso el control de un militar tiene sus límites.

Contuve el aliento un momento, profundo y calmado, cerrando los ojos como si al abrirlos no fuera a encontrarme con mi esposo con un corto camisón, sus bonitas piernas desnudas y los senos al aire

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Contuve el aliento un momento, profundo y calmado, cerrando los ojos como si al abrirlos no fuera a encontrarme con mi esposo con un corto camisón, sus bonitas piernas desnudas y los senos al aire.

"Serenidad, Chanyeol", me dije a mi mismo para poder caminar a la cama y dejarlo sobre las sábanas revueltas.

¡Qué jodida imagen!

El Defecto de un Omega (ChanBaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora