Capítulo 12

73 10 0
                                    

Los fuegos artificiales se desplegaban por doquier iluminando el cielo con sus diversas formas coloridas. Sus ojos se mostraban luminosos con la visión. Me quedé largo rato contemplándola, y no dejaba de repetirme a mí mismo lo mucho que la admiraba, por toda su fortaleza, a pesar de haber sufrido aquella fuerte decepción no desistió de seguir adelante, cuando yo temía que su frágil alma se desmoronara. Aquella sonrisa, aquella expresión de alegría me llenaba de esperanza y miedo a la vez. Ella se giró hacia mí, mostrando su semblante alegre y luego volvió a alzar la mirada al cielo y yo la acompañé.



No supe en qué momento se hizo la media noche, y los turistas comenzaban a marcharse hacia las posadas. Nosotros hicimos lo mismo. Nuestra habitación había sido limpiada y arreglada. Al lado de la cama yacían dos jarrones de lilas en un perfecto arreglo, Sakura corrió hacia ellas para aspirar el suave aroma de las flores y luego se dejó caer sobre las blancas sábanas de satén. Su cuerpo esbelto yacía tendido en una casual postura dándole la gracia de un ser mítico. Su piel blanca era iluminada por el pálido resplandor de la noche, mientras sus jades brillaban intensos, sus finas hebras de cabello rosáceo esparcidos a su alrededor y por último aquellos labios rojizos e inocentemente sensuales. Su mirada anhelante me llamaba en silencio, me acerqué a ella lentamente y acerqué mi rostro al de ella hasta sentir su tranquilo respirar, ella dejó caer sus parpados y la besé suavemente. Sus brazos me rodearon y yo la tomé entre los míos. Nuestro beso fue intensificándose a medida que el deseo nos llenaba. Sus manos buscaban deshacerse de mi ropa y dejé que lo hiciera, mientras yo me deleitaba con el sabor de su cuello y acariciaba sus definidos y níveos muslos. Ella dejó caer mi camisa mientras sus labios me recorrían por doquier, dejando sus trazas en mi cuello y pecho. Mientras mis manos se deslizaban por los pequeños botones de su camisa para apartarla rápidamente y encontrar ese manjar que eran sus perfectos senos, los besé y probé sintiendo su delirante sabor, mientras me arrullaba con sus ligeros gemidos. Seguí acariciando aquellas perfectas formas al mismo tiempo que ella zafaba mi cinturón que cayó al suelo haciendo un seco tintineo. Le sonreí y ella me correspondió pícaramente. Sus labios recorrieron mis mejillas hasta llegar a mis labios, haciéndome sentir su voraz lengua invitándome a profundizar aquella pasión. Deliré cuando sus dientes mordieron ligeramente mi labio inferior; entonces me aferré más a ella mientras recorría la curva de su cintura y luego su plano y suave abdomen. Cuando besé su vientre se arqueó ligeramente y sus esbeltas piernas se tensaron, seguí admirando aquella zona mientras sus dedos se enredaban en mis cabellos, luego subí de nuevo para toparme con aquella ardiente mirada que me fulminaba, con una de sus manos me dejó caer a un lado de la cama para posicionarse sobre mí haciéndome sentir las mejores de las sensaciones. Sus delicadas manos recorrían cada parte de mi cuerpo siguiendo la forma de mi musculatura. Y sus labios hambrientos me probaron al completo. Y en un gesto travieso una escurridiza mano se deshizo del botón y el cierre que mantenían mi pantalón para luego acariciar tentadoramente aquella zona que comenzaba a despertar. Solo ella era capaz de despertar esas múltiples sensaciones en todo mi cuerpo haciéndome sentir los placeres más exquisitos que antes había probado. La inocencia y picardía de sus movimientos me hacía enloquecer al punto de no poder esperar y hacerla mía.



Luego sus manos me dieron un tregua para abrazarse a mi cuello y unirnos en un largo intercambio de mordidas y besos. Nuestra respiración agitada y entrecortada hacia chocar nuestros alientos en cada beso. Y mientras ella estaba distraída en sus caricias dejé caer una de mis manos hacia su entrepierna que ocultaba el néctar de su intimidad. ¡Ah, cuanto deseaba volver a tomar su sabor y hacerla delirar de placer! Recuperé mi posición dejándola acostada sobre las sábanas, sus párpados caídos hasta la mitad, sus mejillas rojizas y sus carnosos labios me daban una clara invitación a poseerla. Apartó sus brazos dejándolos reposar a ambos lados de su rostro con las manos entre abiertas mientras yo me liberaba de nuestras últimas prendas, para dejar nuestras ardientes pieles al expuesto. Separé lentamente sus piernas abriéndome paso hacia su intimidad; me deleité con su sabor que ahora parecía ser aún más delirante. Gemí cada vez que la probaba mientras ella tensaba sus torneadas piernas y ahogaba cualquier expresión entre sus labios y sus manos se aferraban fuertemente a las sábanas. Subí poco a poco alentando el momento, pero pude sentir la desesperación en cada terminación nerviosa de mi compañera que esperaba deseosa de sentirme en ella, tomó mi rostro con firmeza para besarme apasionadamente, entonces ambos estábamos listos para ascender a aquel nivel de locura y lujuria. Su columna se arqueaba mientras su tibia estrechez me reclamaba y no esperé más abriéndome paso para saciar nuestro deseo. Sentirme dentro de ella mientras sus labios se entregaban al completo me hacía sentir un estado de euforia incontrolable. Me moví dentro de ella mientras sus manos se aferraban fuertemente a mi espalda haciéndome sentir un placentero dolor, y de su boca escapaban aquellos agudos gemidos en respuesta a cada vibrante estímulo de mi parte.

EL Diario del Dr. UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora