Capítulo 26

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El chico mostró su rostro ante la tenue luz de la pálida luna y sus ojos dorados refulgieron en brillo, entonces su mirada captó la imagen de aquella chica de largos cabellos rosa y ojos verdes. Sakura estaba allí de pie mirándolo también.
- Me llamo Haruno Sakura. – sonriendo.
- No me interesa como te llames solo lárgate y déjame solo…- dijo entre dientes.
Sakura permaneció allí largo rato sin saber que decir o hacer, mientras buscaba la manera de acercarse a él, entonces como un rayo ese recuerdo invadió su mente. Rememoró el día en que Sasuke había entrado por primera vez en su habitación, ella había tenido casi la misma actitud que ahora mostraba Suigetsu. Sonrió ante el recuerdo y sin darse cuenta una lágrima rodó por su mejilla.
- ¿Por qué lloras? – con un ligero tono de enfado en la voz. - ¿Es que acaso te hice llorar?
- No… No fuiste tú, es solo que recordé algo… muy triste.
- ¿Triste? ¿qué? – extrañado pero curioso.
- Nada… debo irme… - conteniendo las ganas de llorar.
- ¡Espera! No… no te vayas, no quiero estar solo… Otra vez. – entre dientes.
- No estás solo… vendré a verte mañana. – prometió.
Suigetsu no dijo nada y se giró a la ventana mientras Sakura se iba. Kakashi la esperaba afuera. Vio las lágrimas de su paciente pero no dijo nada, cerró la puerta y se llevó a Sakura a su consultorio. Una vez allí.
- ¿Qué pasó? ¿Fue grosero contigo, dijo algo indebido?
- No, no dijo nada malo, es solo que lo recordé… - aún entre sollozos.
- Ya veo… Su partida te hizo mucho mal.
- No sabe cuánto… ¿Alguna vez se ha enamorado?
- Si… una vez, pero no hablaré de eso. No me gusta hablar de mí.
- ¿Por qué?
- Pues no me agrada…- con aire distraído.
- ¡Esa no es una respuesta!
- Sakura por favor. – dijo un poco alterado.
- Está bien.
- Hay algo muy importante de lo que debo hablarte, recuerdas que te dije que era un shinigami.
- Si, lo recuerdo. Aunque me cuesta creerlo, siento un poco de miedo al pensar que estoy frente a la muerte…
- Si, sé que es algo complicado de creer y entender, pero a estas alturas hasta ver un unicornio debe de parecerte algo normal. – dijo burlón. – Bien, te explicaré cómo funciona el mundo de los shinigami. Verás, existen varios tipos de shinigami, es decir varias divisiones, cada una con un rango. Los de Alas Blancas se encargan de trasladar las almas buenas al paraíso; los de Alas Grises son los que buscan a las almas en pena que están varados en este mundo pero que no han cometidos pecados graves que puedan perjudicar su vida posterior a la muerte y los de Alas Negras que cazan y condenan aquellas almas que se convierten en demonios que vagan en este o mundo o peor que se introducen en los cuerpos vivos, como tu caso. Por último están los shinigami de élite que se dividen en tres, los Alas Doradas que llevan el registro de los tres mundos: Tierra, Paraíso e Infierno; los de Alas Carmesí que resguardan las Puertas de esos Mundos y por últimos los Shinigami Jueces, como yo, los de Alas Plateadas.
- ¿Y qué hacen?
- Bien, son aquellos a los que se les asignan misiones especiales de cualquier índole, quienes las asignan son los Shinigami de Alas Doradas; por ejemplo: muchas veces cuando un shinigami tiene un mal comportamiento o comete una falta se le condena a vivir como mortal en la tierra, algunos recuerdan todo su pasado, pero otros lo olvidan todo. Mi misión es encontrar a un Shinigami de Alas Negras que fue enviado a este mundo, ya que solo él es capaz de extraer a los Tres Espíritus. Lo único que sé es que está aquí. Por un tiempo logré sentir su presencia muy cerca, pero ya no más. Debo encontrarlo pronto antes de que esos espíritus se perpetúen en este mundo de forma ilegal.
- Todo esto es tan confuso. – llevándose las manos a la cabeza.
- Lo sé, pero debo encontrarlo, de lo contrario seguirás padeciendo.
- ¿Y porque condenaron a ese Shinigami de Alas Negras?
- Eso no lo sé, es información confidencial del Consejo. Me asignaron una misión de búsqueda, mas no me confiaron ninguna información referente a la vida pasada de él.
Sakura sintió que el corazón le latía fuertemente contra el pecho y una gota de sudor bajó por su frente hasta la mejilla. Si ese shinigami de alas negras no aparecía ella estaría perdida para siempre. Tragó.
- Sakura, no quiero que estés nerviosa, te dije esto porque sé que eres fuerte y que puedes sobre llevar esto. Orochimaru es uno de los espíritus más fuertes, además que está detrás de ese misterioso poder que lleva Sasuke consigo, y que en la historia la familia Uchiha ha llevado. Sasuke tiene una habilidad especial en sus ojos y eso es lo que Orochimaru codicia y para eso te necesita a ti, porque es el punto vulnerable de Sasuke.
¿El punto débil de Sasuke? Sakura quedó paralizada por unos instantes, nunca imaginó que la vulnerabilidad de Sasuke pudiese estar en ella. De pronto se sintió feliz, porque aún era importante para él, pero a la vez un poco confundida.
- Ya es muy tarde, es mejor que vayas a dormir.
- Si…
- Te llevaré a tu habitación.
- No se preocupe, iré sola.
- De acuerdo.

Salió del consultorio silenciosamente, bajó las escaleras y caminó por el pasillo hasta su habitación. No quiso entrar inmediatamente, de pronto tuvo una extraña sensación, como hace ya varios años la había sentido. Permaneció de pie frente a la puerta inmóvil, el único sonido presente era el crujido de las ramas de los árboles agitándose furiosamente, caminó lentamente hacia el ventanal del fondo, y luego volvió a mirar hacia el pasillo que estaba muy oscuro. Se llevó una mano al pecho para calmar su agitado corazón y respiró muy profundo mientras cerraba los ojos para aislar cualquier indicio de miedo en ella. Afuera no había nada más que oscuridad y árboles moviéndose. Volvió a su habitación y giró el pomo de la puerta que hizo un crujido al abrirse. Miró nuevamente al pasillo pero nada pasaba.

Se acostó en su cama tratando de conciliar el sueño, pero aquella sensación extraña la seguía acompañando. Tomó el alhajero que estaba sobre la mesita de noche y lo abrió, entonces la melodía rompió con el silencio. Cerró los ojos y se acurrucó entre las sábanas. Una mano cálida se posó sobre su mejilla y la acarició suavemente, entonces abrió los ojos de golpe y frente a ella estaba él.
- Sasuke…
- Calla… - posando un dedo sobre sus labios. Sakura casi lloraba de felicidad. Extendió su mano para tocar el rostro de Sasuke, este sonrió y cuando su mano estuvo a escasos centímetros de él una risa malévola escapó de sus labios.
- Aún te tengo presa Sakura, aun eres mía, no importa cuánto grites sigues siendo débil porque lo amas…
- ¡¡¡BASTA!!! ¡¡DÉJAME EN PAZ!! ¡¡YA BASTA, NO MAS, NO MAS!! -  rompiendo a llorar, mientras temblando aferraba entre sus manos el pequeño alhajero.




Habían pasado varios días, Sakura comía y descansaba cada vez menos, no deseaba ver a nadie, ni siquiera a Shugo, con quien ocasionalmente solía jugar. Sus amigos habían ido a verla varias veces, pero se había rehusado a verlos, incluso a Kakashi o Sai. De vez en cuando vagaba por el hospital. EL dolor estaba consumiéndola, por un tiempo germinaba la esperanza de verse libre del demonio que la atormentaba, pero él seguía allí, más fuerte que antes, jugándole trastadas sucias y crueles. Tenía una pequeña esperanza apostada  sobre que el doctor Hatake encontrara a aquel shinigami, pero ni él mismo sabía cómo ni dónde encontrarlo.
Estaba en pijamas, pantuflas y un abrigo cuando salió a pasear al jardín. Hacía frío, pero menos que las noches anteriores, ya que la primavera comenzaba a hacerse espacio entre las heladas ventiscas y los copos de nieve. Caminó como en trance hasta la capilla y se quedó frente a ella largo rato, observando con detalle cada piedra que la componía, luego contempló la pequeña figurilla de la virgen cincelada en una de ellas, estaba borrosa y cubierta de verde por el musgo, pero aún podía distinguirse. Sakura se acercó a ella para tocarla cuando resbaló y rodó torpemente por la pendiente que daba hacia la verja. Maldijo entre dientes por el daño de la caída, con no estaba grave, solo unos pequeños rasguños, pero su pie había quedado atorado en la reja, entonces percibió que había una abertura, sacó la pierna y tanteó con las manos para ver cuán grande era, suficiente para que un cuerpo completo pasara, aún más el de ella. Sonrió ante la tentación de escapar, aunque fuese por poco tiempo. Clavó las manos en la húmeda tierra y comenzó a cavar hasta ampliar el espacio para pasar más cómodamente. Cuando terminó se deslizó lentamente para no hacerse daño y en un par de minutos estuvo fuera. Sonrió satisfecha, pero el ladrido de Shugo la asustó, debía irse de prisa antes que la descubrieran.
Caminó calle abajo hasta llegar a la esquina, donde se detuvo a esperar que algún taxi pasara. Se acomodó dentro del abrigo para sentir menos frío. Esperó cerca de media hora hasta que escuchar un auto avecinarse, se recostó de la pared para no ser vista, luego asomó la cabeza para poder ver quien venía, por suerte se trataba de un taxi, lo detuvo haciéndole señas.
- Señor. – dijo cuando este se detuvo y bajó la ventanilla. Se aclaró la garganta antes de hablar. – Debo ir a Kioto, pero no llevo dinero conmigo, hay una persona que me espera allá, es él quien va a pagarle ¿Acepta llevarme, por favor? – sus ojos se mostraban suplicantes.
- Si se tratase de un jovencito con mala cara de seguro que no lo haría, pero no veo el más mínimo rasgo de malicia en su rostro. Está bien la llevaré. Pero espero no estés mintiendo. – advirtió.
- No señor, por supuesto que no.
Casi todo el trayecto fue en silencio, ella no dijo una palabra y el taxista tampoco, solo se escuchaba la música que transmitían en la radio. Miraba por la ventanilla recordando el día de aquel maravilloso viaje, pero ahora estaba concentrada en su propósito. Una vez en Kioto, Sakura le indicó el camino exacto al lugar, no tardaron mucho en llegar.
- Es un templo, suba por esa calle empinada  a unos doscientos metros. – indicó. – solo pasaron un par de minutos y ya estaban justo enfrente. – Quédese aquí un momento por favor, no tardaré.
- Solo espero que no vaya a fugarse.
- No lo haré. – sonriendo.
El templo parecía solitario. Entró y llamó varias veces, esperando hallarlo despierto. El monje pelirrojo salió de su habitación para ver de quien se trataba. En medio de la oscuridad se asomó y sonrió cálidamente al  verla.
- ¿Se recuerda de mí?
- Claro, Sakura.
- He venido a pedirle un gran favor, pero primero puede, hacerme un pequeño préstamo, es una larga historia que le contaré, pero necesito que pague al taxista que me trajo. – sonrojada por la vergüenza de pedir semejante favor a un monje, pero Gaara no se vio perturbado por el asunto y gustosamente atendió la necesidad de Sakura.
El taxista no pudo evitar dar un suspiro de alivio al no verse estafado y se marchó conforme.
- ¡Estás toda sucia y en pijama! – observándola.
- Si… es que era lo que llevaba puesto.
- Entremos Sakura, debes ponerte al calor, además está a punto de llover.
- Si.
Gaara ofreció una manta y un par de medias a Sakura, quien se apresuró a ponérselas para entrar en calor.
- Veo que estás más fuerte. – comento el monje.
- ¿Por qué lo dice? Yo más bien me siento más débil que nunca.
- Por el contrario Sakura, la primera vez que viniste aquel espíritu se vio atormentado por la tranquilidad del templo, ahora se inmuta ante este lugar.
- Pero parece más bien porque él se ha hecho más fuerte aún ¿No lo cree?
- Te equivocas Sakura, él se ha debilitado o al menos está más reservado. Puedo notar que tú te has hecho más fuerte, quizás no te des cuenta porque él aún sigue allí, pero ¿Has tenido nuevos ataques?
- No.
- Entonces es señal de que él no es como antes. Pero dime ¿Por qué no viniste con el doctor Uchiha?
- Él… está de viaje. – agachando la mirada.
- ¿Pasó algo entre los dos?
- No, es sólo que no sabe que estoy aquí. – Gaara permaneció en silencio.
- Entonces ¿Por qué viniste?
- Es algo complicado… Quería saber si puede hablarme sobre los shinigami
- Los shinigami son dioses de la muerte, se encargan de llevar las almas de este mundo al más allá, pero no sabemos cómo son ni cómo llevan a cabo su tarea.
- ¿Y si viera a uno, creería en los shinigami?
- ¿Tuviste un encuentro con uno? – preguntó el joven monje mostrando una expresión ceñuda.
- Eeeh… - titubeó. – Sí… no puedo revelarle quién es pero me dijo que está en busca de un shinigami que encarnó en un cuerpo humano. Dice que él es la clave para acabar con el demonio que habita en mi interior. Ese shinigami a quien busca tenía la misión de cazar a los espíritus malignos que encarnaban en los vivos, pero sus superiores lo condenaron a vivir como un mortal después de cometer una grave falta. Vive entre nosotros como un ser humano común y corriente que no tiene recuerdo alguno de su vida pasada. – el  joven monje permaneció largo rato en silencio, meditabundo.
- Ese shinigami al que conoces ¿Ha tenido contacto con ese shinigami que busca?
- No, solo me dijo que llegó a percibir su esencia pero ya no más.
- ¿Tampoco sabe cómo es su apariencia?
- No, ya que ahora tiene forma humana.
- Es difícil seguir una esencia a la que no se conoce.
- Lo sé, pero debo intentarlo, él me hablo de la existencia de tres espíritus malignos que deben ser sellados, uno de ellos es el que habita en mi interior. Pero no sé quiénes son los otros dos, ni se dónde pueden estar ocultos.
Gaara se sorprendió al escuchar esto. Se aclaró la garganta y luego habló.
- Dime que sientes dentro de ti.
- ¿Qué siento? – Sakura hizo una pausa paseando la mirada por toda la habitación buscando una respuesta. – Siento ese mismo peso que he sentido desde pequeña, el de él y el de mi alma cansada. – comentó con tristeza.
- ¿No sientes algo más?
- No…
- Así que no sientes a esos dos espíritus más que están dentro de ti.
Sakura abrió los ojos por el asombro, las pupilas le temblaban. No creía que dentro de ella habitaran tres espíritus al mismo tiempo sin percatarse. Solo percibía el de Orochimaru, de pronto se sintió perdida y con deseos de correr y gritar tan fuerte que el mundo pudiese escucharla. Gaara la tomó por los hombros para calmarla.
- Escucha… los otros dos espíritus son ocasionales, por es difícil percibirlos. Ellos solo están de vez en cuando dentro de ti.
- ¿Cómo lo sabe?
- Sus esencias son diferentes, son débiles, no son espíritus fuertes como Orochimaru, pero no son de fiar, ellos están bajo su orden.
- ¿Y qué debo hacer?
- Sé firme, mientras menos dudas tengas más fuerte te mantendrás. Los demonios buscan debilidades dentro de nuestra mente para así colarse y cobrar fuerza.
Sakura se puso de pie y caminó hacia el jardín.
- No sentirme débil. – repitió para sí misma. – es difícil mostrar fortaleza cuando tienes tanto miedo.
- Entiendo… Pero debes superar esto, debes ser más fuerte.
- A veces suena fácil decirlo, pero como me puedo sentir fuerte ¿Qué me hace fuerte?
- Eso debes descubrirlo tú misma. Descubrir la fuente de tu fortaleza. Que te hace seguir con vida. – Sakura se mostraba meditabunda.
- ¿Puedo quedarme esta noche?
- Debo suponer que escapaste del hospital ¿cierto? – dijo con calma.
- Sí, pero volveré. – dijo enseguida.- Solo deseo quedarme una noche aquí. Este lugar me trae paz.
- Está bien. Dormirás en una de las habitaciones de las sacerdotisas.
El joven monje se fue a orar mientras Sakura paseaba por los jardines del templo, contemplando algunos capullos de pequeñas flores que comenzaban a salir de entre la nieve ya que faltaba poco para la primavera. Acarició uno de ellos observando su fina belleza. Una suave brisa movió sus cabellos y respiró el frio y puro aire del ambiente. Caminó más y más hasta llegar a un pequeño lago de aguas muy frías y allí desnudó sus pies para dejar que las heladas aguas la refrescaran. Cuando comenzó a brisar más fuerte el monje la llamó para que entrara.
- Debes comer algo.
- No tengo apetito, gracias.
- Debes comer. – educadamente insistió. – Necesitas alimentarte, la fuerza no solo viene de la mente sino del cuerpo también.
- Está bien.
Gaara la acompañó hasta su habitación provisional y luego se despidió con una inclinación leve. Se quedó dormida rápidamente, el cansancio se había apoderado de todo su cuerpo y hacia días que no conciliaba el sueño. Entonces la oscuridad de su dormitar se convirtió en un nebuloso sueño donde aparecía acostada en un extenso prado de hierbas de un intenso verdor, vestida con ropas de otra época, tenía los pies húmedos y la larga cabellera rosa estaba recogida en una trenza adornada de flores. Llevaba una delicada yukata de algodón y entre las manos una pequeña cesta de fresas que comía de vez en cuando mientras sus ojos verdes se fijaban en las formas de las nubes que se movían lentamente por el cielo. La joven de sus sueños, que parecía ser ella misma. Se levantó al escuchar pisadas, una figura difusa se acercaba, llevaba en la mano una pluma negra como el ébano pero no pudo divisar su rostro.
Despertó agitada, aquel sueño no pertenecía a su época pero era ella y el joven de su sueño podría ser el shinigami de alas negras. Se llevó una mano a la frente perlada y trató de calmarse. ¿Aquel sueño sería una revelación o mera fantasía?

EL Diario del Dr. UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora