Capítulo 22

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Sus labios suaves y tibios estaban contra los míos. Y sus manos se deslizaron lentamente por mi cuello. Instantes después alguien abrió la puerta y ella se apartó de mí veloz como un rayo. Era Chiyo. Karin bajó súbitamente la mirada y salió a prisa hacia el pasillo. Yo me quedé mirando su último rastro y luego desvié la mirada hacia Chiyo que me miraba con malos ojos.
- ¿Has visto a Sakura?
- No. – desvié la mirada hacia la ventana.
- ¿Qué es lo que ha sucedido entre ustedes dos?
- Nada… Es algo… - la verdad es que deseaba evitarla a toda costa.
No había terminado de hablar que Naruto había irrumpido en la habitación y me tomaba por el cuello de la camisa.
- ¿Qué demonios pasó con Sakura, eh? ¡¡¡DIME!!!
Unos enfermeros trataron de detenerlo, y les pedí que nos dejaran. Encaré a Naruto y me deshice del agarre de su puño enfurecido.
- Cálmate Naruto. – comencé. – han pasado demasiadas cosas los últimos días…
- ¿¿Cómo qué?? Nunca había visto a Sakura en ese estado. – dijo apretando los dientes para contener su rabia. – Si ella está así es por tu culpa y no voy a perdonártelo Sasuke  ¡¡Si le haces daño a Sakura te juro que te mataré!! No tienes derecho a rechazarla de ese modo.
- ¡¡Ella mató a sus padres!! – grité al no poder contenerme ante tantas acusaciones. -  Ella… - Chiyo y Naruto permanecían de pie como estatuas inmóviles y los ojos casi fuera por el impacto. – Ella… los asesinó a sangre fría… no tuvo escrúpulos en destazarlos y desgarrar sus rostros.

- Yo… no… Sakura no pudo ser capaz de algo así… ella no sería… - balbuceó Naruto. Mientras Chiyo permanecía allí sin decir una palabra, aún no salía del asombro.
- No quisiera alejarme de ella, pero por otra parte ya no soporto estar cerca de todo este tormento, no sé cómo afrontarlo… aunque, por otra parte, estoy totalmente unido a ella… es imposible romper nuestro vinculo, mucho menos después de…
- ¿De qué?
- De nada…
- Sasuke, Hinata… ¿sabes quién es ella? – Naruto sonaba confuso.
- Conozco una sacerdotisa llamada así.
- Así es, es ella de quien te hablo. Hinata tuvo un sueño… muy extraño en el que estaban presentes tú y Sakura, dijo que ambos estaban atados el uno al otro…
- ¿Atados? ¿Qué quiere decir?
- No sabe muy bien… pero en el sueño tú y ella estaban unidos por cintas, cintas que los entrelazaban. Sasuke si sabes algo más dímelo, Sé que Hinata puede ayudarnos.
- No sé nada más… - mentí. – déjenme solo.
Naruto dio dos pasos hacia atrás y luego soltó unas últimas palabras.
- No la abandones. Eres su única esperanza. – suplicó.
Lo vi desaparecer pasado el umbral de la puerta. Chiyo permanecía allí.
- Sakura no pudo haber hecho eso. No sería capaz, no ella misma.
- Pero así es Chiyo, ella misma lo confesó. Describió con lujo de detalles, desde el plan hasta como lo llevó a cabo.
- Sakura está muy abatida, más que nunca. Tiene miedo a quedarse sola, ve cosas y grita pidiendo ayuda… tiene escalofríos y casi no duerme. Ve a verla por favor.
- Veré que puedo hacer. – dije con frialdad. No quería ser complaciente con Sakura, pero sentía miedo de ser culpable de una desgracia.

Minutos después Chiyo se fue y me quedé solo.

La habitación estaba fría. Poco a poco los rayos rojizos del atardecer se engullían otro día sin ningún remordimiento. Los días pasaban uno tras otro, y yo desperdiciaba mi vida con ellos. Lo mejor sería alejarme de este lugar inmundo y comenzar de nuevo, quizás junto a Karin o con alguien más o simplemente solo. Por otro lado no dejaba de recordar las últimas palabras de Naruto “Eres su única esperanza” ¿Por qué yo? Además estaba aquella maldición. La forma trágica en la que murió mi familia. La verdad de cómo murieron, y de cómo mi hermano me suplantó para salvarme. ¿Qué podía hacer yo ante aquel sacrificio noble de parte de mi hermano? Me sentía reducido, inútil y cobarde. Yo no sentía ese poder de proteger a alguien. Me juré tantas veces a mí mismo que protegería a Sakura, que me quedaría a su lado pasara lo que pasara, que la salvaría de aquel tormento ¿Y que había hecho hasta ahora? Nada, absolutamente nada. Había sido un cobarde huyendo. Las cosas empeoraban con el paso del tiempo y yo solo acumulaba derrotas sobre mi espalda, fracaso tras fracaso. La verdad es que le temo, le temo a ella y a lo que hay dentro de ella. Pero de que servía alejarme, el sueño de Hinata solo había confirmado las nefastas palabras de Orochimaru, Sakura y yo estamos unidos, unidos en un mismo destino. Y peor aún, indirectamente yo la había involucrado.
Pasaron varios días, quizás un par de semanas. Yo seguía con mi trabajo, y evitaba verla tanto como podía. Por otro lado Naruto la visitaba casi todos los días. El aspecto de Sakura había empeorado notablemente. Estaba mucho más delgada y pálida. Se me partía el corazón de solo mirarla, pero yo tenía el poder de contrarrestarlo.

Después de aquel día en que Karin y yo nos habíamos besado nuestra relación era un poco más estrecha, pero no me había permitido sobrepasar los límites por más que ella me provocara, el remordimiento no me lo permitiría. Traté de concentrarme lo más posible en mi trabajo y no hacer molestar al director, que ya bastantes problemas me había dado.

Una mañana me aventuré a visitarla a su habitación. Me asomé por la ventanilla, ella estaba profundamente dormida, como hace varios días no hacía. Me quedé largo rato observándola, su rostro reflejaba paz, y sus brazos acurrucados alrededor de su cuerpo le daban un aspecto infantil y tierno. Deseé que todo fuese diferente, que ambos no estuviésemos pasando por todas estas angustias. Los rayos del sol acariciaban su pálida piel mientras los finos cabellos rosa se esparcía por su rostro y hombros.
- Eeeh… habitación 113, ¡Ajá! ¡Estas es! – dijo una voz extraña. - ¿Esta es la habitación de Haruno Sakura?
- Si, ¿Por qué?
- ¡Ah, gracias! – y se asomó por la ventanilla. – Es muy linda, pero está muy delgada ¿A caso no come bien?
- No desea comer… Disculpe ¿Quién es usted? – Aquel hombre tenía una apariencia extraña, el cabello plateado y desordenado le caía en la frente y llevaba el ojo izquierdo cubierto con una venda, y la bata larga tenía un aspecto desaliñado y sus manos colgaban de los bolsillos de la misma. Y ese rostro sonriente me sacaba de quicio.
- Soy el doctor Hatake Kakashi, mucho gusto. – extendiendo la mano. La estreché y un escalofrío me recorrió la espalda. Aquel hombre me causó una extraña sensación y tuve  la misma impresión al ver su ojo cubierto, me hizo pensar que algo ocultaba. – Desde hoy seré el doctor de Sakura.
- Pero… yo soy… - protesté en vano.
- ¡No! Usted ha sido relevado de su cargo doctor Uchiha, desde ahora me ocuparé de Haruno Sakura.

Era cierto, ya no era el doctor de Sakura, ahora tenía otros casos por atender. Pasé por su lado y me fui. Me sentía derrotado.

El día estaba nublado, parecía que pronto llovería fuertemente; a lo lejos se avecinaban unas oscuras nubes que amenazaban con descargar una tormenta. Tuve la sensación de que sería la más fuerte de todo el invierno, ¿Cómo lo sabía? No lo sé, simple presentimiento, aunque algo me decía que esta sensación era más fuerte que una corazonada. Aún me resultaba enormemente incómodo ser consciente de ese extraño poder en mis ojos ¿Mi hermano también lo poseía? Me preguntaba, o ¿Por qué ahora se manifestaba? ¿Y como es que mi familia había adquirido esos poderes? ¿Por qué de repente sentía que no sabía nada sobre mi historia y mi familia, como si fuesen desconocidos para mí? Todo me resultaba muy confuso, incluso fantasioso.
Me senté en el jardín para despejar la mente, y luego de varios minutos Karin se acercó a mí.
- Supe que llegó un nuevo doctor.
- Las noticias corren rápido… - dije con desgana.
- Así es. Pero ya sabías que el caso de Sakura ya no iba a ser tuyo, de hecho iban a delegármelo a mí, pero de pronto llegó ese…
- No quiero saber. – interrumpí. – no quiero saber nada sobre Sakura ni sobre ese nuevo doctor. Me ocuparé de mis asuntos. Además faltan pocos días para nuestro viaje y no tengo tiempo que perder.
Karin permaneció callada por largo rato, era como si no se atreviera a pronunciar palabra alguna. Mientras, yo observaba el cielo que se oscurecía progresivamente por las nubes, además rememoraba mentalmente cada una de las palabras que acababa de decirle a Karin, cada una de ellas me había dolido como un alambre espinado pasando por mi garganta. La verdad es que detestaba que otro cuidara de ella, que otro escuchara sus angustias, sus temores, sus necesidades. No podía soportar este conflicto interno que estaba carcomiéndome. Por otra parte estaba ese deseo de deshacerme del pasado, como si de un libro viejo se tratase. Deseaba quemar página por página y escribir en hojas nuevas y blancas, tan blancas como los copos de nieve que comenzaban a caer. Escribiría una nueva historia, lejos de todo aquello que me hacía sufrir ahora. Y quizás esas nuevas páginas las escribiría con Karin… tal vez.



Esa noche me quedé en el hospital a pesar de que no me tocaba guardia. No deseaba regresar a casa. Era irónico que deseara comenzar de nuevo, pero no era capaz de abandonar el hospital, no era capaz de cortar aquellos lazos.

Estaba recostado del sofá, en el salón de música, aquel lugar donde Sakura y yo habíamos estado juntos, entregados el uno al otro. Estaba quedándome dormido cuando un rayo refulgente iluminó la habitación y pocos segundos después un estruendo magnificente se hizo escuchar como el estallido de una bomba que hizo vibrar cada una de las instalaciones del hospital. Respiré hondo y traté de dormir, pero los truenos estallaban por doquier y en medio de tanto ruido escuché un llanto que me era familiar. Salí corriendo.

Sakura estaba acurrucada en la esquina de su habitación y no paraba de llorar, temblaba de frio y de miedo, me despojé de mi bata para arroparla, ella me miró con los ojos cristalinos y los labios temblorosos.
- No dejan de torturarme, ahora son más… están en las paredes, el suelo en todos lados… - sus ojos indicaban cada lugar y los míos se acostumbraban a la penumbra mientras la visión se me hacía más clara que nunca, era obvio que mis nuevos ojos estaban viendo ahora. Podía observar cada una de las sombras que se dibujaban en la habitación, estaba repleta, estaban ávidos, como hambrientos y deseosos de devorarla. - ¿Aún me odias? – preguntó de repente. - ¿Ya olvidaste todo lo que vivimos juntos? – sus palabras me calaban en los oídos como tintineos insoportables.

La puerta se abrió y de entre las sombras salió el doctor Hatake, aquel que había conocido temprano en la mañana. Se acercó a Sakura apartándola de mí.
- Todo va a estar bien Sakura, no debes temerles, tú eres más fuerte, y si se los demuestras desaparecerán. – aquellas palabras parecían ser un bálsamo para ella, porque minutos después las sombras se apartaron y desaparecieron de la habitación dejándola completamente sola. – La dejaré a su cargo, confío en que estará bien. – sonriendo.

Me pregunté si él también veía aquellas sombras o simplemente se lo decía para calmarla; de cualquier forma había logrado despejar el lugar. Sakura había dejado de temblar y ahora se ponía en pie, caminaba lentamente hacia su cama. El doctor Hatake dejó caer su mano sobre mi hombro y se fue. Me acerqué a ella, sus ojos verdes me miraban expectativos mientras sus manos reposaban sobre su regazo. Tragué y me acerqué dos pasos más, tenía un temor enorme a caer de nuevo, a no resistir, pero ella seguía atrayéndome como un imán, con una fuerza a la que no podía contrarrestar. Sus manos envolvieron mi rostro y con sus labios atrapó los míos, no tuve la fuerza de apartarla. Sentí el deseo que ocultaba por ella, y también pude sentir esa necesidad de ella hacia mí. Pero entonces la escena de aquella noche vino a mi memoria y la aparté.
- ¿Qué pasa? – no respondí. – Creí que…
- Estoy muy confundido Sakura… todo esto se vuelve incontrolable para mí.
- ¿Quieres decir que ya no…? – dejó la pregunta a medias. Sonrió con desgana, fue más como bufido. – Recuerdo cuando dijiste que me protegerías. – su voz se escuchaba profundamente triste. -  Pero ahora ya no vale nada ¿Sabes? Lo entiendo y te felicito por llegar hasta donde has llegado… Llegaste más lejos que ningún otro. Supongo que  a partir de ahora soportaré lo que deba soportar, de algún modo seré libre, aunque eso me cueste la vida.
- Sakura no hagas ninguna estupidez. – le supliqué tomándola de los hombros.
- ¿Estupidez? ¿Me dejas aquí sin salida alguna y temes que cometa una estupidez? Estás huyendo ahora así como hiciste cuando tu hermano te necesitaba.
- ¿Qué tiene que ver mi hermano?
- Él me ha mostrado parte de tu pasado. - dijo llena de resentimiento.
- No sé qué te habrá mostrado aquel demonio pero pronto estaré lejos de aquí y eso dejará de importarme. Necesito alejarme de todo esto. – soltándola.
- Márchate entonces. – sus labios se curvaron mientras luchaba por retener las lágrimas, pero una rodó solitaria por su mejilla creando un pequeño destello en su blanquecina tez.

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