Capítulo 13

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Había pasado ya una semana desde que regresamos de viaje, y el trabajo no cesaba dentro del hospital. En mi ausencia habían ingresado tres jóvenes más y en la última semana había llegado un niño de 12 años. Me encargué de su primera consulta y efectivamente los cuatro sufrían de algún tipo de trastorno mental, pero estaban a tiempo de ser atendidos y llevar una vida normal luego del tratamiento. De vez en cuando entre los almuerzos hablaba con Chiyo, pero muy pocas veces veía a Sakura ya que se estaban encargando de sus exámenes y yo había estado hasta el tope con otros pacientes que me habían sido asignados.



Una de las tardes de invierno y cielo grisáceo Chiyo me llevó a un salón de dónde provenía una preciosa melodía interpretada en piano. Ignoraba por completo que hubiese un piano en el hospital, entonces la anciana enfermera me explicó que desde hace un año se había inaugurado ese salón para incentivar a los pacientes a interesarse por áreas musicales y artísticas que son las más indicadas para superar traumas y adquirir habilidades mentales. Al abrir la puerta vi que la figura que tocaba el piano era Sakura, llevaba un vestido ligero de color blanco que agraciaba su delicado cuerpo. Tenía los ojos cerrados y sus dedos caían con delicadeza sobre las teclas haciendo sonar una bella melodía que recordaba al alhajero que le había obsequiado en nuestro viaje. Más allá de la intensa melodía del piano se escuchaba las agudas notas de una flauta traversa que era tocada por una niña, y en la otra esquina resonaba el dribleo de una batería, y otros instrumentos más, y a pesar de que todos sonaban al mismo tiempo había una armonía general que los unía mientras cada interprete estaba encerrado en su propio mundo. En una mesa reposaba un bello violín, me acerqué a él tentado por tocarlo como lo solía hacer antes de entrar a la universidad, pero no estaba seguro de saberlo hacer. Las cuerdas estaban tensas y el arco estaba al lado, listo para ser tocado, extendí la mano en un gesto de tomarlo y un flash vino mi mente, la noche anterior a ese fatídico día, yo había interpretado una pieza maravillosa a mi hermano. Sacudí la cabeza para despejar el pensamiento. Un timbre sonó a los lejos y todos dejaron de sonar sus instrumentos y salieron del salón, todos menos Sakura. Tomé el violín y lo acomodé entre mi hombro y la barbilla, posé delicadamente el arco sobre las cuerdas y dejé escapar la fina y aguda nota Sol; nunca imaginé que mi talento hacia la música aún estuviese en mi mente y en mis manos, las notas se alzaban y bajaban en la melodía más triste, hasta llegar a un ritmo alegre. Seguí tocando, era como una especie de liberación y me olvidé de mi entorno, me olvidé del mundo, solo estábamos el violín, la música y yo. Sujeté el arco con firmeza y sentí como el instrumento y yo nos hacíamos uno, la melodía se tornó violenta, como si las notas parecieran un furioso tornado, me dolían las manos pero no me detuve, no supe en que momento comencé a tocar la pieza que había tocado para Itachi "El grito del diablo" una pieza extremadamente difícil por la velocidad de cambio de las notas. No me detuve hasta culminar la pieza; ignorante de la gente que me rodeaba el lugar estalló en aplausos, Sakura aplaudía también, sentí como un ligero rubor recorría mis mejillas. El doctor Himura también estaba allí y para mi disgusto estrechó mi mano para felicitarme.


- No sabía que estuviese dotado de tan grato talento doctor Uchiha.


- Desde pequeño.- dije sin una pisca de modestia. El doctor Himura sonrió débilmente.


Cuando se fueron, no sin felicitarme antes me quedé a solas con Sakura.


- Conozco esa pieza Príncipe de los Infiernos.- dijo con voz dulce. Retrocedí como si se tratara de una especie de peligro. - ¿Qué pasa? - dijo ella extrañada por mi reacción.


- Nada, es solo que me disgusta ese apodo... - Recordé que era el mismo apodo que me habían puesto varias personas después de escucharme tocar, era como una especie de premonición.

EL Diario del Dr. UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora