Capítulo 33

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Dio dos pasos al frente sin dejar de observar a la figura que vislumbraba entre sombras, aunque dentro los ases de luz daban un poco de iluminación al lugar, estos no eran suficientes para determinar de quien se trataba. Sasuke respiró hondo y cuando estuvo a punto de dar el siguiente paso la figura se dio la vuelta y asomó el rostro hacia el claro. Sasuke lo reconoció inmediatamente y no pudo contener la rabia que se acumulaba dentro de él.
- ¿Dónde tienes a Sakura? – vociferó con valentía.
- Calma Sasuke… Todo a su debido momento. Esperé ya demasiado tiempo, pero unos minutos de más no me harán daño. Mírala, ahí puedes verla. – señalando hacia el suelo donde yacía Sakura con los labios tensos y las pupilas completamente dilatadas. Gemía de dolor tratando de zafarse de aquellos espíritus que la sujetaban. Espíritus que el ojo humano no podía ver.
De pronto Sakura comenzó a sufrir escalofríos y su cuerpo se sacudía en un intento de lucha mientras sus manos se aferraban al suelo y sus piernas se tensaban. De vez en cuando se escuchaba el crujido de algún hueso, aunque no resultaba de fractura. Sasuke trató de acercarse a ella pero Orochimaru se interpuso entre ellos.
- Aún no Sasuke.
- Si lo que deseas es mi vida te la entrego… pero déjala, déjala a ella,  no la hagas sufrir más.
- Tú no sabes nada pobre mortal. Ella es la gran culpable de todo. Pobre ignorante, te contaré una historia Sasuke…  – hizo una pausa antes de hablar y luego prosiguió con su característico tono de voz sigiloso. – Hace casi ya dos siglos una joven de nombre Yosei cometió el error de enamorarse del ser equivocado.
- ¿De qué hablas?
- Calma Sasuke… escucha atentamente, porque esta historia forma parte de ti… pronto te darás cuenta hasta qué punto. Yosei era una joven hermosa. – continuó. – Una joven deseable para cualquier hombre, casi podía pasar por una divinidad. Esa joven, de apenas veinte años trabaja para un noble señor de tierras. Era la única de todos los sirvientes que gozaba de grandes privilegios; una habitación cómoda, comidas y manjares deliciosos, ropas nuevas y finas. El amo de aquellas tierras prácticamente la trataba como si de una princesa se tratase. Yosei solía ir de paseo todas las noches para refrescar su bella piel y siempre era muy puntual a la hora de regresar, pero desde una noche comenzó a llegar en retraso y cada vez más tarde. Hasta que el noble decidió seguirla. Fue ese día que la halló en brazos de un ser que no era humano, un shinigami. – Sasuke retrocedió un paso debido al asombro. Aquello no le parecía verdad. - ¿Sorprendido? Aún quedan muchas cosas por contar mi querido Sasuke. – lamiéndose el labio inferior. – El noble regresó a casa y esperó a Yosei y cuando esta llegó la sometió a un severo interrogatorio, pero ella nunca se atrevió a delatarlo. Así que el noble no pudo si no más que matarla. Y lo hizo de la forma más cruel. El shinigami al enterarse de esto se vengó asesinando al noble. Y por esta acción fue castigado. Pero los muy estúpidos de los shinigami se preocuparon más por darle un fuerte castigo al desertor que olvidaron sellar el alma del noble en el infierno y este quedó vagando por el mundo. Muchos años después aquel hombre convertido en un espíritu demonio vio en sus sueños la figura de aquel shinigami encarnando en el cuerpo de un niño que aún no había nacido y que pertenecía al clan más poderoso de Japón para ese entonces. Así que maldijo a los sucesores menores de aquella familia con el fin de hacerse con el shinigami para poder cobrar venganza. Pero cuando llegó el momento de que el bebé al que yo esperaba naciera, su hermano mayor colocó un sello de protección para él, para que así no pudiese ser visible a mis ojos y aparentar que él era el menor de los Uchiha. Años después cuando aquel espíritu se dispuso a atacar apareció un chico de unos quince años. Eras TÚ Sasuke… tú delataste el engaño que tu hermano había plantado para protegerte. Fuiste tú quien acabó con la familia Uchiha, si tan solo hubieses hecho caso a tu hermano ellos estarían vivos y muy probablemente yo no estaría aquí contándote esta entretenida historia.
- El joven doctor cayó de rodillas sin poder decir palabra alguna. Entonces él era… El Shinigami de Alas Negras… y Sakura… Apretó los puños contra el suelo y entre dientes lanzó una maldición. Alzó el rostro para ver a los ojos a aquel que había desgraciado su vida y este sorpresivamente estaba de rodillas frente a él tomando su rostro por la barbilla. Le habló muy de cerca.
- ¿Qué se siente estar del otro lado, débil mortal? Ahora soy yo quien acabará con tu vida y con la de ella. ¿Sabes por qué maté a toda tu familia? Para dejarte solo, para que sintieras el mismo y profundo dolor que yo. Tú robaste lo único que creía poseer.
- Tú lo has dicho creías poseer… ella nunca te amo ¿Eso era lo que querías no? ¿Qué ella te amara? Estabas solo y creíste que ella debía pertenecerte.
- ¡¡¡Calla!!! – en sus ojos dorados refulgía una ira enardecida. – Aquel día en que el clan Uchiha sucumbió encontré a Sakura e inmediatamente reconocí la esencia de su alma, su pasado se reveló ante mí como una profecía. Caminaba sola y afligida. Su alma moribunda me invitó a entrar en ella.
- Si la amaras tanto no le harías daño. Si verdaderamente la amaras acariciarías su alma y no la consumirías como lo haces.
- ¿Y qué me dices tú, Sasuke? Que no dudaste un segundo en dejarla en cuanto supiste que ella había asesinado a sus padres; y que además fui yo quien lo hizo. Lo hice para aislarla del mundo y que su espíritu fuese cada vez más sombrío y lleno de soledad.
- ¿Tú? – su rostro reflejaba perplejidad.
- Si… Y la condenaste sin darle derecho de duda. No le tuviste piedad alguna.

Un trueno rompió el silencio que se había creado entre ambos, mientras Sakura se retorcía de dolor. Sasuke apartó la mano que le sujetaba el rostro y corrió hacia Sakura. Entre sollozos y gemidos trató de hablarle.

- Sa…suke… - las sílabas se trababan en su garganta y una silenciosa lágrima cayó por su mejilla. – Por… favor ayúdame. - Sasuke la abrazó contra sí mismo. – duele… - su voz sonó ahogada.
- Pronto acabará… muy pronto. – haciendo un esfuerzo por mostrarse firme.
- Que ternura. – con un movimiento de mano la alejó de sus brazos como si se tratara de un títere.
- Si lo que deseas es enfrentarte a mí, pues bien.
- No te hagas el valiente, pero ya que quieres ser el héroe, tengo un pequeño reto para ti Karasu.
Tras Orochimaru haber pronunciado aquel nombre un fuerte dolor atravesó el pecho de Sasuke con tal intensidad que lo hizo caer al suelo retorcido en dolor. Parecía que al vociferar aquel nombre había abierto las puertas de un conjuro que había estado sellado durante años. Entonces una marca apareció en el mismo lugar de donde provenía la puntada, se trataba de una marca similar a la de Sakura solo que en el lugar donde se dibujaba la flor de cerezo se hallaba una pluma negra. Sasuke aferró su mano al pecho tratando de apaciguar tan intenso sufrimiento, pero fue inútil.
- Retuércete Sasuke… o mejor dicho Karasu.
El dolor aumentaba cada vez más, hasta volverse casi insoportable y dos lágrimas rojas resbalaron por sus mejillas. Hasta que la dolencia se extendió por todo el cuerpo haciéndose más fuerte en la espalda.
-          Despierta Karasu, deseo verte. – y una sonrisa hecha mueca se desplegó en su rostro.
Yacía tendido en el suelo cuando dos puntas trataban de salir desde su espalda y lentamente se abrieron paso entre su pálida piel descubriéndose un par de alas negras que poco a poco se desplegaron anchamente. Un grito desgarró la garganta del doctor que sufría intensos ardores y dolores en todo el cuerpo. Los ojos antes negros ahora se tornaba de color ámbar rojizo.
- Cuanto tiempo Orochimaru. – las palabras salieron de sus labios con total naturalidad.
- Vaya… Karasu… ahora puedo verte bien y no entre sombras como aquella noche.
- Ahora todo será más justo.
- Puede ser…
El aspecto de Sasuke había cambiado casi por completo, el cabello negro azabache lucía un tanto rebelde, las alas negras que se desplegaban a lo ancho de la habitación y aquellos filosos ojos ámbar rojizo de mirada penetrante. Su rostro mostraba una expresión burlona; ya no quedaba rastro alguno del joven médico. Aquel hombre que estaba frente a Orochimaru era diferente, más decidido, fiero y sarcástico.
- Estoy ansioso por cumplir con tu reto. Adelante habla ser “Inmortal” – habló el Shinigami de Alas Negras.
Con mucho esfuerzo Sakura observaba con cierto desconcierto a aquel hombre en el que se había transformado Sasuke. De pronto una alegría inundó su corazón dejándola libre de las terribles ataduras de los espíritus, que se apartaron de ella al no poder tomar control de su cuerpo; pero luego sintió miedo de no poder ver más a aquel Sasuke.

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