Capítulo 20

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Desperté sobresaltado, aún seguía en aquel callejón húmedo. Revisé mi reloj y marcaba las cuatro de la madrugada, di un largo suspiro y apoyé la cabeza de la pared, luego revisé el celular, tenía veintinueve llamadas perdidas, unas de Naruto, otras del director y el resto de Tsunade. Me llevé la mano a la frente para apartarme el cabello. El celular volvía a sonar y lo apagué, no quería hablar con nadie, estaba muy confundido, necesitaba poner mis pensamientos en orden o enloquecería. Deseaba pensar que todo formaba parte de una magna pesadilla, pero no, el problema estaba ahí palpable y latente. Miré al cielo que esa noche estaba un poco nublado, pero a pesar de todo se vislumbraban unas cuantas estrellas. Deseé formar parte de ellas, lejos de este lugar. Pensé en lo cruel que es el mundo. No importa cuánto sufras el mundo no dejará de girar, no dejará de llover , los ciclos no se detendrán y tampoco tú puedes hacerlo, porque el tiempo corre dejando todo atrás y si no vas a su ritmo te quedarás atrapado en las horas del pasado y serás víctima de tu propio encierro. Me levanté sin casi poder caminar, di dos pasos y me detuve en seco ¿A dónde iba? ¿Qué iba a hacer ahora?


- ¡Búscala!


- ¡NO!


- ¡Búscala!


- Nn..No...


¿Qué demonios me pasaba? No iba a buscarla, era una acción totalmente irracional e innecesaria, carente de sentido. Era obvio que después de todo no iba a buscarla, pero algo me hacía desear verla y me era difícil luchar contra eso. Una fría brisa recorrió el callejón ondulando mi sobretodo ¿Qué sería de ella si la dejaba sola? Lo más probable es que decidiera acabar con su vida, sería una respuesta lógica y yo no podía permitir eso.



Comencé a caminar de regreso hacía las ruinas de aquel edificio. Al llegar, subí al primer piso, la puerta del apartamento estaba abierta, caminé despacio y silencioso, aunque sin fijarme pise un par de cristales que crujieron bajo mi zapato, me detuve en seco por unos segundos y luego seguí caminando. Estaba muy oscuro y la escasa luz de la calle no llegaba a iluminar el lugar. Busqué en la cocina pero no estaba allí, tampoco en la sala, fui a las habitaciones y en una de ellas estaba Sakura, sentada de espaladas a la puerta y con la mirada hacia la ventana. Me detuve a unos metros de ella sin saber qué hacer.


- Sabía que volverías. - su voz sonaba ahogada, parecía que había llorado demasiado. - No te culpo por odiarme, soy lo que soy... un monstruo. - yo permanecía callado. - Ayúdame... - dijo suplicante. Se le quebró la voz.


- Debes volver al hospital. - dije fríamente. - Allá te darán toda la ayuda necesaria.


- No volveré a ese lugar.


- ¡Debo llevarte! Es mi obligación y allí tendrás un tratamiento.


Ella se levantó y me miró desafiante y echó a correr, logré detenerla, ambos forcejeamos pero ella fue más ágil y se me zafó de los brazos. Salió del apartamento, la escuché subir las escaleras. La seguí. Yo subía a grandes zancadas para alcanzarla, pero ella ya me había tomado cierta ventaja. Llegó al último piso, que era el quinto y salió hacia la azotea. Se giró hacia mí, volvió a mirarme con aquellos ojos llenos de tristeza y resentimiento. Caminó hacia atrás lentamente hasta parase en el borde de la azotea. No quería ni pensar en lo que su delirante mente pensaba, aunque ya mi subconsciente se había encargado de darme una serie de imágenes.


- No lo hagas. - traté de no sonar alarmado.


- ¿De qué te preocupas? De esta forma todo acabará. Ya no habrá más sufrimiento ni para ti ni para mí, para nadie. Además prefiero morir antes de volver a estar encerrada en esas cuatro paredes blancas, si soporté todo aquello es porque estabas a mi lado, pero ahora ya no tiene caso, tú me odias y debes sentir asco de mí, así que... ¿Por qué no resolver esto fácilmente?

EL Diario del Dr. UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora