Capítulo 9

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En cuanto amaneció, fui a buscar a Sakura a su habitación. Antes de entrar toqué un par de veces pero no abrió. Volví a tocar y no tuve respuesta. Pensé que estaba dormida así que decidí entrar a despertarla, para mi sorpresa, Sakura estaba sentada en una esquina de la habitación, con las rodillas flexionadas hacia el pecho y las manos tapándole los oídos mientras la mirada estaba fija en un solo sitio. Parecía una estatua, apenas se percibía que respiraba. Le llamé varias veces pero no me escuchó, cuando me le acerqué no hizo movimiento alguno, ni siquiera parecía saber que yo estaba allí. No parpadeó ni un instante. Volví a llamarla mientras posaba lentamente una mano sobre su hombro, pero ella continuaba ausente.

Lentamente las venas de su frente comenzaron a marcarse conforme fruncía el ceño mientras comenzaba a respirar sonoramente. Luego de eso, todo sucedió demasiado rápido como para entender, de pronto me vi en el suelo, tumbado por una fuerza descomunal y sin poder respirar. Ella me sujetaba del cuello con toda la fuerza que era capaz. Traté de apartarla pero no pude, la falta de aire comenzaba a nublarme el pensamiento. Como pude golpeé el suelo varias veces, entonces alguien pareció escuchar el sonido y entró. Poco antes de desmayarme vi que tres personas apartaban a Sakura de mí. Cuando abrí los ojos de nuevo me hallaba en la enfermería.

- ¿Se encuentra mejor?

- ¿Doctor Iruka? – mientras mis ojos se acostumbraban al lugar.

- La señorita Haruno ya está más calmada. Ahora se encuentra con otros pacientes. Parece que le hace bien estar con otros. Déjela aquí por el resto del día.

- Está bien, creo que es lo mejor, además, necesito dar una vuelta.

- Yo me encargaré.

Hice caso del consejo que el doctor Iruka me había dado. Dejé a Sakura con un par de pacientes que le estaban enseñando a bordar, ella parecía muy interesada, por otro lado, su rostro mostraba no recordar absolutamente nada de lo que había sucedido temprano en la mañana. Era mejor así, de lo contrario el sentimiento de culpa la habría hecho retroceder a casi el principio.

El cuello me dolía terriblemente. Antes de salir me miré en el espejo notando las marcas violáceas que lo circundaban. Me enrollé la bufanda al cuello y salí a las atestadas calles de Kioto. Hacía frío, pero menos que otros días. Mi memoria comenzó a trabajar en los hechos sucedidos hasta ahora y haciendo una rápida comparación del comportamiento de Sakura, pude notar que esta vez era totalmente distinto. No se parecía en absoluto a sus casos de posesión, había algo en su comportamiento que derrumbaba las hipótesis que había construido hasta ahora. Era posible, después de todo, que Sakura no sólo estuviese siendo poseída sino también a raíz de todo un desajuste estuviese padeciendo algún trastorno.

Traté de despejar la mente mientras iba por todo la ciudad buscando información sobre el templo y el famoso monje exorcista. A quien preguntara hablaba maravillas de él pero sobre todo con mucho respeto al igual que de su hermana la sacerdotisa. Luego de un largo día de investigación regresé a la casa Haru. Sakura estaba sentada junto a otras tres jóvenes. Hablaban amenamente y ella se veía muy serena. No tardó mucho en reparar que la veía desde la entrada del salón donde estaban. Me dedicó una fugaz sonrisa y una mirada cristalina. Por señas le dije que estaría en mi habitación y ella asintió. Luego de estar un rato recostado en el futón oí que tocaban la puerta y luego la deslizaban suavemente.

- ¿Qué tal tu mañana? – le pregunté tras saber que era Sakura.

- Bien, aprendí a pintar con acuarela algunas cosas.

- ¿Ah sí? ¿Cómo qué?

Lo que me mostró me dejó estupefacto. Dejé la mirada clavada en el pañuelo por un largo rato detallando cada trazo de la pintura.

EL Diario del Dr. UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora