Capítulo 25

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Kushina san estaba en la cocina preparando el almuerzo. Para Sakura todo parecía nuevo, cuando en realidad ya había estado allí, solo que lo veía tan lejano y ajeno a ella que le pareció ver todo por primera vez. Observó la sala con detenimiento, habían varias fotos sobre una mesa de cristal, en una de las fotos cuya atención atrajo estaban Deidara, hermano mayor de Naruto y otro joven muy parecido a Sasuke, ese debía ser su hermano Itachi.
- Es Itachi, el hermano de Sasuke. – dijo Naruto señalando la foto.
- Si, ya lo imaginaba, son muy parecidos.
- ¡Sakura! – llamó Kushina san. 
Todos se reunieron en la cocina donde estaba servido un pastel de manzana recién hecho.
- Sé que es tu favorito, por eso lo hice Sakura ¡Aah! Has crecido tanto. – dijo Kushina con una expresión maternal.
- ¡Arigatou Kushina san!
Todos se sentaron a comer. De vez en cuando Naruto le daba un bocado a Hinata quien se sonrojaba por los mimos de este. Al terminar, Sakura se levantó para asomarse a la terraza y de camino a ella se topó con un espejo que estaba en una de las paredes de la sala, se detuvo frente a él y observó la exacta imagen reflejada frente a ella. El cabello largo rosa le caía por la espalda y los hombros, el rostro estaba delgado y un ligero tono violáceo circundaba sus ojos verdes que lucían un poco apagados. Se llevó las manos a las mejillas, la Sakura del espejo hizo lo mismo, luego extendió la mano hacia la chica de enfrente que también extendió su mano.
- Pronto estarás bien Sakura-chan – dijo Naruto con ese tono ronco y alegre que lo caracteriza.
- Gracias Naruto, siempre consigues alegrarme.

- ¡¡Ne, Sakura chan!! ¿No te gustaría ir al cine o al parque? No sé, hacer algo divertido.
- Pues… ¡Quiero ir al parque de diversiones!
- Entonces ¡En marcha Sakura chan! Necesitas alegrarte.

Naruto dio un beso a su madre y un rápido saludo a su padre que acababa de llegar. Hinata iba tomada de la mano derecha de su novio mientras Sakura de la mano izquierda. Y calle abajo se fue el trío hacia la parada de autobús.

Las luces del parque destellaban por doquier, desde los juegos infantiles hasta los más temerarios. Sakura quiso montarse en la montaña rusa. Ya estaba en el carrito con los cinturones bien puestos y a pocos segundos de partir muriendo de los nervios; Hinata se sujetaba fuertemente de Naruto mientras Sakura cerraba los ojos deseosa de empezar a correr y sentir la adrenalina en medio del estómago y luego subiendo y bajando. Y así fue no esperaron mucho tiempo cuando el carrito comenzó su lento recorrido y poco a poco aumentando la velocidad, subiendo, subiendo más y más alto hasta llegar a la cima donde se precipitó a gran velocidad. No paraban de gritar, Naruto y Hinata se tomaban de la mano y Sakura gritaba de emoción como nunca lo había hecho, el trío no paraba de reír y gritar de euforia. Cuando la vuelta terminó bajaron mareados pero satisfechos. Luego entraron a la casa del terror, y depués al martillo y a la bailarina, jugaron a tiro al blanco, comieron helados de chocolate y fresa. En fin se habían divertido hasta más no poder, Sakura reía de felicidad por tener un día de paz y emoción.
Cuando volvieron a casa de Naruto, Sai, esperaba en la sala mientras tomaba una taza de té que Kushina-san le había ofrecido.
- Vine a buscarte, Sakura. La patrulla espera fuera. – sonriendo.
- ¡Sai! – Sakura estaba sorprendida de verlo.
- Perdón por no avisar, es que Tsunade-san me envió a buscarte ¿No te molesta verdad?
- No claro que no Sai. Te lo agradezco.

- Bien entonces vamos. Por cierto Naruto, Tsunade-san envía esto para ti. – extendiéndole un colgante.
- Tsunade no-obachan ¡Gracias Sai!
Sakura se despidió de todos y se fue junto a Sai.
- Gracias por venir a buscarme.
- No es nada. – dijo tímidamente.
- Sabes, aún no quiero regresar al hospital.
- Pero, debemos regresar, si me retraso tendré problemas.
- ¿Tú dibujas, cierto? – dijo de repente.
- Sí, pero ¿Eso que tiene que ver?
- Has un dibujo para mí, lo que sea.
- Lo haré cuando lleguemos. – sonriendo.
- ¿Es una promesa?
- Promesa. – extendiendo su dedo meñique.
- Entonces prometido. – sonriendo. – SI no lo haces te tragarás mil agujas.
- Mil agujas ¿Eh? Está bien.
Había mucho movimiento en el hospital, al parecer había llegado un paciente nuevo. Sakura apresuró el paso y Sai la seguía un poco atrás. Al entrar encontró a Tsunade con las manos enguantadas y llenas de sangre.
- ¿Qué sucedió? – preguntó Sai. Quien se quitaba el sobretodo.
- Llegó un nuevo paciente, tenía heridas en las muñecas ¡Llévate a Sakura a su habitación!
- ¡Si!
- Ningún paciente debe estar fuera. – hablando en voz alta.
- ¿Pasa algo malo con ese nuevo paciente? – quiso saber Sai.
- Es un tanto incontrolable. Ya se le han puesto dos dosis de tranquilizante y parece inmune a ellos. Está en la habitación de seguridad. Nunca había visto algo así. Sus ataques son peores a los de Sakura.
- Disculpe que interrumpa su conversación Tsunade-Sama, pero necesito que venga conmigo. – dijo Kakashi. - ¿Sakura ya está en su habitación?
- Aún no, pero ya voy a llevarla.
- Hazlo de inmediato. – con el rostro serio. – Este es un caso muy delicado.
- Entiendo. – afirmó Sai.
- Doctor Hatake, por favor dígame que pasa. – dijo Sakura.
- No te preocupes, todo va a estar bien. – poniendo una mano en la cabeza.
Sai la tomó de la mano y se la llevó directo a la habitación 113. Habían pasado varios minutos desde que estaba allí, comenzó a caminar un poco alterada ¿Se trataría de alguien como ella? Se llevó el dedo pulgar a la boca en señal de nerviosismo. Un sonido seco la hizo mirar al suelo, su alhajero se había caído. Lo tomó y abrió para que la música la relajara. Se acostó en su cama pensando en quien sería el nuevo paciente. Deseaba salir y averiguarlo, pero la orden había sido muy clara, ningún paciente debía salir.  Además, de seguro la puerta de su habitación estaría cerrada con llave.

El cielo estaba totalmente oscuro y solo unas cuantas estrellas se veían en el firmamento. Afuera parecía azotar el frio por cómo se agitaban los árboles de un lado a otro. Se bajó de la cama y caminó hacia el espejo para mirarse de nuevo como lo había hecho en casa de Naruto. Otra vez aquella imagen triste de su rostro demacrado, sus labios y contornos de ojos violáceos; pestañeó un par de veces esperando que la imagen cambiara, cerró los ojos durante una veintena de segundos y luego los abrió, el susto le hizo parar el corazón por unos instantes, era él, Orochimaru quien tomaba la imagen en el espejo, más claro que nunca, con aquella piel blanca grisácea, los ojos fríos y dorados, aquel aspecto de serpiente y el cabello largo y negro, y esa sonrisa torcida que le devolvía desde el cristal. Sakura se alejó dos pasos y luego tiró el espejo al piso volviéndose añicos. Su respiración era agitada y apretaba los puños mientras se alejaba del espejo roto en cuyas piezas se reflejaba algo de él. Estuvo a punto de gritar pero algo pareció silenciar su garganta, no podía gritar ni hablar, tampoco escuchar y poco tiempo después ni siquiera ver ni oler, cayó al piso tanteando con las manos hasta encontrar un pedazo de vidrio, lo aferró con su mano derecha e hirió la izquierda y nada, ni un solo signo de ardor, dolor, quemazón, ni siquiera la sensación de sangre. Intento gritar de nuevo pidiendo auxilio pero no pudo, estaba inhibida como cerrada al mundo.
- Solo estoy yo para ti Sakura, solo nos tenemos el uno al otro. Como aquel día en que confiaste en mí. Solo me tienes a mí, y solo a mi has tenido.
- No es cierto, tengo amigos, tengo a Naruto, Hinata, al doctor Hatake, a Tsunade sama, a Chiyo obasan, a Sai y…
- Y… ¿A quién más? – susurró él. – A aquel que te abandonó…Ah Sasuke. Así como él te abandonó, todos harán lo mismo Sakura.
- Todo es diferente ahora… - dijo temerosa
- ¿¿¿Qué es diferente, dime, QUÉ???
- Déjame… ¡¡¡Déjame!!!! ¡¡¡Déjame!!! – tras esta petición algo extraño sucedió dentro de Sakura. Por unos momentos pareció dominar aquella fuerza maligna dentro de sí y alejarla de ella recuperando sus sentidos. Respiraba quedo cuando despertó de su “sueño”. Se miró la mano, la sangre salía lentamente, la vendó con su camisa y se levantó de donde estaba, miró a la ventanilla a ver si algún doctor estaba cerca y así era, tocó la puerta varias veces y este la abrió.
- Podría curarme la mano, es que estaba acomodando el espejo y se cayó y me corté.
- Claro… ven conmigo. – dijo el hombre con una sonrisa amable.
- ¿Quién es el nuevo paciente? – tanteó Sakura.
- Se llama Suigetsu, parece estar en muy malas condiciones, fue hallado a las afueras de un laboratorio. No sé mucho sobre el caso. Solo el director y unos pocos más saben lo que pasó. Y parece que dentro de poco tendremos a la prensa aquí. Se trata de un escándalo muy grande dentro del mundo de la ciencia.
- Ya veo. ¿sabe cuándo podrá recibir visitas?
- Creo que por ahora solo los doctores tienen acceso a su habitación. Es muy peligroso que alguien más lo vea. Por ahora vamos a tratar de comunicarnos con algún familiar de él, aunque según los rumores fue sacado de un Orfanato.
- Que suerte tan triste. Debe haber sufrido mucho.
Mientras caminaban a la enfermería Sakura pensaba en aquel chico, Suigetsu, y lo que podía haber vivido para estar en esas condiciones. Pensó en lo desdichados que llegaban a ser algunos en este mundo, pensó en lo injusta que es la vida, en lo malvados que pueden llegar a ser los seres humanos.

Poco antes de entrar a la enfermería Sai salía de ella con un equipo de cirugía menor.
- ¿Qué ha sucedido? – preguntó el médico que acompañaba a Sakura.
- Tienes cortadas muy profundas, va a necesitar de puntos para cerrarlas.
- ¡Entonces ve!
- ¿Estás bien, Sakura? – dijo levemente preocupado.
- Si, solo me corté. Por favor ven a mi habitación en cuanto termines.
- Claro.
- Vamos Sakura, hay que curarte esa herida.
- Si doctor. – dijo obediente. – Adiós Sai.
Al entrar a la enfermería Sakura se sentó en la camilla mientras el doctor sacaba todos los utensilios para curar su herida. Mientras, ella recordaba lo sucedido en su habitación y lo incoherentes que le habían resultado las palabras de Orochimaru. Pero de algo si estaba segura, nunca se había sentido tan sola como en aquel momento, totalmente aislada del mundo, sin poder comunicarse.

Al cabo de unos minutos ya estaba limpia y vendada. Mientras, Chiyo entraba y se sorprendió de ver a Sakura fuera de su habitación.

- ¿Qué pasó mi niña? ¿Otra herida?
- Fue un pequeño accidente, no te preocupes.
- Ven, vamos a la cocina que te prepararé un chocolate caliente.
- Pero, los pacientes deben estar en su habitación. – reclamó el doctor.
- Usted no vio nada, yo no vi nada, y no ha pasado nada ¿Si? – guiñando el ojo.
- Está bien. – suspiró.
La mayoría de los doctores comenzaban a retirarse, solo unos pocos que les tocaba la guardia aquella noche seguían rondando por los pasillos. Sakura y Chiyo estaban sentadas en el mesón de la cocina donde tomaban una humeante taza de chocolate cremoso,  mientras afuera la temperatura media era de cinco grados. Sakura estaba intrigada por el nuevo paciente además de tener un gran deseo por conocerlo; se preguntaba dentro de sí misma si había alguna forma de saber de él o de verlo. Tomó un largo sorbo de chocolate y luego dejó la taza sobre la mesa mientras abandonaba la mirada hacia la ventana.
- Chiyo-obasan ¿Sabes algo sobre ese nuevo chico, Suigetsu?
- No mucho, la verdad nada.
- Quisiera conocerlo ¿Será que puedo verlo?
- Los médicos han dicho que no. Al parecer está en un estado muy grave.
- Entiendo, pero si tal vez me infiltrara en su habitación…
- ¿Sakura, en que estás pensando? Tú siempre tan obediente de las reglas ahora vas a querer saltarte miles.- en tono de alarma.
- No, claro que no, solo quería verlo, no sé porque tengo este sentimiento, es extraño, es como si de algún modo sintiera que puedo ayudarlo o al menos entenderlo.
- Sé cómo debes sentirte mi niña, pero no puedes ir por allí saltándote las reglas, además la vigilancia esta noche estará muy estricta.
- Tienes razón será imposible entrar. – dijo con tono resignado.



Sakura pensó que por ese lado no conseguiría nada; debía hablar con alguien de más poder, quizás si se lo pedía a Kakashi sería más sencillo y él se lo permitiría. Terminó su taza de chocolate, se despidió de Chiyo con un beso en la mejilla y se dirigió hacia su habitación, o esa era la idea principal, pero a pocos pasos de haber salido de la cocina se desvió hacia el consultorio del doctor Hatake, quien dormitaba sobre su escritorio, estaba recostado sobre sus brazos y el cabello desordenado como de costumbre le caía en la cara, y a su lado una taza de café ya enfriado. Sakura se aclaró la garganta un par de veces y este dio un brinco sobresaltado con la mirada desorientada y las manos frotándose el rostro. Sakura soltó una risilla por lo bajo al ser testigo de tan graciosa escena.
- Doctor Hatake ¿Se encuentra bien? – preguntó en tono de burla.
- Si, si claro ¿Pasa algo Sakura?
- No, nada especial. Solo deseaba hablar un rato con usted. – sentándose frente a él. – quisiera ver al nuevo paciente.
- No se puede Sakura, además ¿No deberías estar en tu habitación?
- ¿Por qué no? Solo quiero verlo, por unos instantes. Déjeme verlo.
- Sakura no puedo desobedecer una orden.
- Si fuera… - se quejó y luego se detuvo a mitad de la frase.
- ¿Si fuera quién? ¿Sasuke? Sakura perdona si yo no soy tan temerario como él, pero no puedo desobedecer, además ese chico es muy peligroso y podría hacerte daño.
- Doctor Hatake le aseguró que saldré de allí sin un rasguño. – Kakashi suspiró largamente.
- Está bien, pero debes ser breve.
- ¡Gracias! – abrazándolo.

Esperaron varios minutos hasta que los médicos de guardia bajaran, y luego caminaron rápidamente por el largo pasillo hasta la habitación número 66 donde estaba el nuevo paciente. Kakashi miró por la ventanilla, todo parecía normal y tranquilo adentro, abrió lentamente; Sakura sentía una puntada en medio del estómago, quizás por nervios o emoción. Cuando la puerta estuvo abierta Kakashi le hizo señas de entrar y así lo hizo, caminó lento hasta estar dentro y sentir como la puerta se cerraba tras de sí.

La habitación estaba oscura, parecía como si estuviese sola de no ser por la clara silueta que se dibujaba sobre la camilla. Estaba sentado sobre ella con las piernas flexionadas y los brazos entorno a ellas, el rostro gacho y los cabellos blanquecinos cubriéndolo aún más. Sakura dio unos pasos más en suma lentitud.
- ¿Otro doctorcillo? – dijo con voz ronca y entre dientes.
- No… - dijo dulcemente. Al parecer el chico se sorprendió de escuchar una voz femenina.
- ¿Quién eres? – dijo agresivo.
- Tranquilo. – poniendo las manos al frente para calmarlo. – soy una paciente, igual que tú.
- ¿Qué quieres? – mostrando los dientes como lo hace un feroz tiburón.
- Quiero… - rio, quizás por nervios. – ser tu amiga.
- Déjate de estupideces mocosa ¿Amiga? No necesito amigos.
- Sé cómo te sientes…

El chico mostró su rostro ante la tenue luz de la pálida luna y sus ojos dorados refulgieron en brillo, entonces su mirada captó la imagen de aquella chica de largos cabellos rosa y ojos verdes.

EL Diario del Dr. UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora