Capítulo 1.

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Las rezagadas nubes de la lluvia del día anterior comenzaban a dispersarse dejando entre ver los nacientes rayos del sol, las calles conservaban la humedad y una brisa fría soplaba por los alrededores.

El hospital juvenil de cuidados mentales - Tokio, como el mismo nombre lo indica, es un hospital especializado en tratar pacientes que sufren diversos trastornos psicológicos. Era reconocido en todo el país como uno de los centros de vanguardia en este tema, por tanto era normal que ingresaran pacientes con frecuencia. En el hospital las rutinas se desarrollaban con normalidad; enfermeras iban y venían llevando bandejas con algodón, alcohol y jeringas de calmantes, otras llevaban los desayunos de los pacientes, mientras los doctores pasaban de habitación en habitación actualizando el historial médico de los recién ingresados.

Lunes, 13 de enero del 2009.

Me dirigía hacia el Hospital en mi auto, sobrepasando los límites de velocidad. La verdad cumplir con las reglas nunca fue mi fuerte, no por rebeldía sino porque simplemente nunca logro cumplirlas por alguna extraña razón que me persigue desde mi niñez, pero en fin no hablaré sobre eso.

Hoy comienzo a trabajar en el hospital, un lugar lúgubre y triste, pero el Ministerio de la Salud me transfirió allí pues es el más adelantado en esta especialidad. Acepté porque recibiría un buen pago.

Me gradué de Médico Psiquiatra en la Universidad de Tokio, ¿Por qué esa rama de la medicina? No lo sé, quizás se deba un poco a mi pasado, tema del que tampoco hablaré.

Ya comenzaba a vislumbrar la colina donde se hallaba el pequeño hospital, donde viviría interno durante los próximos seis meses hasta que se me otorgara una residencia cercana al mismo.

La zona era bastante húmeda y boscosa, y el camino aún estaba mojado por la lluvia de la noche anterior. De lejos el hospital tenía un aspecto triste, como una especie de mansión embrujada desde hace siglos. Podían verse algunas grietas causadas por la filtración ya que la edificación era bastante vieja y al parecer no le hacían mantenimiento desde hacía años. Su apariencia no guardaba ninguna relación con su fama.

Estacioné en la parte trasera destinada a los autos de los médicos. Bajé y a pesar de que comenzaba a verse el sol caía una insinuante llovizna. Tomé mi maletín del asiento trasero y caminé decididamente hacia la entrada principal. Allí me recibió una enfermera que debía tener unos cincuenta años a juzgar por su aspecto canoso y las arrugas que surcaban su rostro, tenía ojos pequeños color café y era de baja estatura. Amablemente me hizo pasar, al parecer estaba informada de mi llegada. A continuación caminamos por un largo pasillo lleno de fotos de los antiguos directores del hospital. Observé atentamente los rostros que me devolvían una mirada seria, todos conservaban una característica común que no supe identificar. Llegamos a una sala amplia donde me esperaban un grupo de médicos, supuse que se trataba del cuerpo directivo, entonces el más anciano de ellos se acercó a mí y extendió su brazo para estrecharme la mano.

El anciano era más bajo que yo, tenía una cara larga y el cabello canoso y liso, los lentes que colgaban en su nariz denotaban una considerable miopía. Mostró una amable sonrisa y me hizo pasar a su oficina de donde manaba un olor a madera húmeda que me disgustaba. Él se sentó primero y me señaló la silla que estaba frente a su viejo escritorio para que también tomara asiento.

- ¡Bienvenido Dr. Uchiha!- dijo esbozando una ancha sonrisa que cuarteó su rostro de arrugas.- Cuando me hablaron de usted no imaginé que fuese tan joven y además apuesto.- volvió a sonreír.- Bien soy el director de este hospital como ya debe saber, me llamo Himura, Shinozuke. Es preferible que me llame Dr. Himura ¿De acuerdo?- asentí a su pregunta.- Dígame.- continuó él.- ¿Ha tenido experiencia con pacientes que sufren la esquizofrenia?

- Traté con dos pacientes, ambos niños de ocho y nueve años, eran hermanos. Pero no poseo ninguna otra experiencia.

- Ya... Entonces aquí aprenderá todo lo necesario. A veces es difícil identificar la esquizofrenia pues existen síntomas parecidos en otras enfermedades, sin contar con los temas místicos que yo no comparto y espero usted tampoco, pues lo primero que se requiere en este lugar es una mente sensata y científica.

- Así es. No se preocupe, no creo en misticismos ni religiones. – afirmé.

- Bueno entonces le presentaré a su principal paciente. No es que no revise los demás casos, pero este será especialmente suyo.

Primero se levantó él y yo lo seguí hacia las escaleras que llevaban a los pisos superiores. Mi paciente estaba en el tercer piso, caminamos hasta el final del pasillo que mostraba habitaciones a ambos lados. La última habitación era la 113. Antes de abrir la puerta el doctor Himura me advirtió un par de cosas. Su rostro pareció palidecer ligeramente, tomó aire y habló.

- Esta paciente es un poco diferente de los demás. Su nombre es Haruno Sakura y tiene diecisiete años. Padece la esquizofrenia desde los diez años, es decir que lleva siete años como paciente interna... - hizo una pausa incomoda luego continuó. - Bueno ya la verá usted mismo.

No entendía bien su nerviosismo hasta que entré en la habitación. Era apenas una jovencita, estaba sentada al borde de la cama con los ojos fijos en la ventana. Se veía frágil, su piel muy blanca mostraba magulladuras y rasguños, bajo los ojos que eran color jade se dibujaban unas oscuras ojeras y el cabello de un característico rosa caía por sus hombros hasta mitad de la espalda. De no ser por lo maltratado de su aspecto se le podía ver como una bonita joven.

Entré para acercarme a ella, el doctor Himura seguía a mí lado, luego se adelantó un poco para apoyar una mano en la paciente.

- Ella es Sakura, doctor Uchiha. – miró hacia ella. – Él va a acompañarte de ahora en adelante Sakura, el doctor Uchiha te ayudará en todo lo que necesites. – hablaba despacio, con un tono casi hipnotizador, aunque al parecer a ella no la causó ese efecto, más bien parecía irritada.

El doctor Himura nos dejó solos. Escuché el chirrido de la puerta cerrarse tras de mí, luego giré la vista de nuevo hacia ella y entonces sus ojos verdes se fijaron en mí. Aquella mirada no me sorprendió pero había algo en ella que me disgustaba. Se levantó de la cama y caminó hacia mí con el rostro inmutable.

- Hola... doctor Uchiha.- dijo fríamente.

- Hola.- respondí.

- ¿No es muy joven para este mundo doctor? ¿No cree que es demasiado para usted? - sus preguntas tenían un deje de amargura, pero no respondí a ninguna de ellas.

- Sakura he venido para hacer una terapia de recuperación.- le hablé despacio.

- Ya lo sé, muchos han venido aquí incrédulos y luego han salido corriendo.- traté de no seguir su juego, pero me resultó casi imposible.- ¿Cree usted en demonios?

- No.

- ¿Y en Dios?

- No

EL Diario del Dr. UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora