Capítulo 1.

284 13 0
                                    

-Mamá..., ¿realmente iremos? -dije.
-Sí, ¿por qué? ¿No quieres ir? -dijo, agarrando un par de bolsas que estaban encima de la mesa del comedor para subirlas a la camioneta.
-Uh, supongo que sí: es que, mamá, ya había quedado con mis amigos en ir al cine.
-¿Y? Es una película y ya, la puedes ver después -miró a verme con el ceño fruncido mientras le daba una caja a mi papá-, el cumpleaños de tu abuela no.
-¿Eh? ¿Qué acaso no cumple cada año? -pregunté.
-¿Qué acaso no puedes ir al cine todos los días?
-¡Pero es el estreno de Spiderman, mamá! -pateé el bote de basura de por ahí y me dirigí hacia mi cuarto para ir por mis cosas.
Maldita sea, pensé. Todo por querer ir al estúpido bosque a festejar un cumpleaños. ¿Por qué no hacerlo en casa? Qué estupidez.
Odiaba la naturaleza: los insectos eran molestos y estúpidos; los animales solo te jodian; las hojas de los árboles te caían en la cara; el pasto era tupido que ni sabías cuándo ibas a pisar excremento.
¡Lo odio!
De no ser por el cumpleaños de la abuela Ashley yo estaría viendo aquella hermosa película de Spiderman con mis mejores amigos.
Y quizá podría haber visto a Karen.
Oh, esa chica tan sexy que me tenía loco.

Antes de dirigirnos al bosque les había avisado a mis amigos sobre el cumpleaños de mi abuela, pero de todas formas ellos fueron (que se jodan), así que para quitarme, al menos, el enojo que se estaba creando en mí, decidí ponerme mis audífonos para escuchar música mientras jugaba videojuegos.
Cuando llegamos al bosque, en un lugar para comer, cerca de una cascada que se escuchaba increíble, dejamos listas las cosas para festejar.
Pude notar que aquel bosque era inmenso y que fácilmente podías perderte; alguien había construido una pequeña estufa de piedra con asientos de piedra alrededor y un pequeño domo de madera con moho y un poco de arañas.
Pude notar que en algunas partes del lugar había excremento de pájaro y, no muy lejos, un gusano quemador.
-Ugh, qué asco -susurré, intentando no sentarme en donde estaba el excremento.
-¿Qué sucede, Daniel? -preguntó mi mamá, quien le ayudaba a mi tía a calentar la comida mientras mi papá le ayudaba a mi tío con lo demás; mis primos jugaban fútbol con su perro; mi abuela platicaba, no muy lejos de mí, con sus hermanas.
-Oh, nada nada, estoy genial. Esto es exactamente lo que quería -dije con sarcasmo, sonriendo.
-Daniel, no tienes que mostrarme esa actitud sarcástica para saber qué pasa. Sé que no te gusta la naturaleza, pero velo de esta forma: es probable que este sea el último cumpleaños de tu abuela. Ella quería venir aquí y se lo cumplimos como un último deseo.
-¿Qué...?
-Al menos hazlo por ella, ¿sí? Luego podrás ir con tus amigos.
-¿En serio?
-Sí.
-Está bien, entonces -mi mamá sonrió, pero antes de que se fuera, la detuve y le susurré-: por cierto..., ¿cómo de que es su último cumpleaños?
Mi mamá me sonrió triste y después se fue.
¿Se va a morir?, pensé.

---------------------

No podía leer bien. ¡No con estos mocosos gritando y riendo como una foca retrasada! ¿Qué era tan emocionante para tener esa actitud?
-Me largo -susurré, agarrando mis audífonos y mi libro para levantarme.
Y entonces Jonnie, mi primo, de mi edad, de hecho, llegó hasta mí y me dijo:
-¿A dónde vas?
-A un lugar en donde no los pueda escuchar más -señalé a mis demás primos-, pero creo que tendrá que ser hasta China.
Él se rio fuertemente.
-Tienes razón, pero creo que ni hasta China podrás dejar de oirlos.
Los dos nos reímos.
Era la única persona que me entendía, por lo menos.
-¿Quieres venir a ver la cascada? -preguntó.
-No me gusta...
-La naturaleza -continuó-. Lo sé, pero no tienes nada qué perder si vamos.
Lo pensé por varios segundos antes de contestar.
-Bien.
Nos alejamos de los demás y, después de unos minutos, pudimos escuchar con más claridad el sonido del agua, de la cascada.
Y entonces la vimos.
Eran tan inmensa y por encima de ella se podía notar un arcoíris.
-Vaya -susurré, impactado-. Creo que es...
-¿La primera vez que ves una en persona? -rio.
-Sí -lo miré con una ceja alzada.
-¿Qué? Es de esperarse que una persona a la que no le guste la naturaleza no haya visto siquiera una cascada en persona -levantó sus hombros para luego bajarlos, mostrando que lo que decía tenía sentido.
-Supongo que sí -respondí.
-Oye, podemos bajar para ver desde abajo la cascada -señaló-. Ven, vamos.
-No me quiero mojar -gruñí.
-No importa. Toma esto como una nueva experiencia.
Me jaló de la mano para bajar por las rocas y llegar hasta abajo, donde el río seguía su camino.
-¿No es genial? -dijo, acercándose más al río.
Llegué hasta donde él estaba y toqué el agua.
-Está fría -me quejé, quitando mi mano mientras fruncía el ceño-. Odio el frío.
-Uuh, vaya -dijo, sentándose en una roca grande, admirando el paisaje, pero, no muy lejos de él, pudo notar que había una lagartija que se hacía resaltar por sus hermosos colores bajo el haz de la luz del sol-. ¡Oh! ¡Una lagartija! -gritó emocionado.
-¿Y? Dan asco.
-No, son geniales. Me fascinan. ¿Vamos por ella?
Lo miré con asco.
-No, gracias, paso -¿A quién mierda le gustan las largatijas?, pensé. Son asquerosas: su piel es rasposa y aguada. Se ven grasosos bajo el sol y sus uñas son largas.
Ugh.
-Me quedaré aquí -dije.
-Mm..., bueno, tú te lo pierdes. Pero no te vayas a perder, quédate aquí.
-¿Eh? ¿Crees que soy un niño pequeño? -reí-. Y el que debería de decir eso soy yo: no te pierdas.
Él se rio fuertemente.
-No tardo, solo me llevaré una a casa -se levantó de aquella roca grande y cruzó el rio sin importarle mojarse-. ¡No me vayas a dejar! ¡Vuelvo pronto!
-Sí, sí -rodeé los ojos y me senté en aquella roca en la que estaba él: la roca era tan grande que podía ver bien todo mi alrededor tranquilamente.
Todo silencioso.
-Tan...relajante -susurré, acostandome en aquella roca mientras dejaba mis cosas a un lado-. Bueno...esto no está tan mal.
Suspiré y cerré mis ojos, haciendo que me llegara la idea de querer dormir ahí mismo.

The Legend Of The Spirit Wolf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora