-¿¡Que no está!? -gritó un hombre de lentes con cabello café oscuro y de traje color negro con blanco.
Era el mayordomo de aquella mansión.
-A...así es, señor. Fui a su habitación y no había nadie.
-¿Estás segura? Sabes que si el amo se entera de que el Zixu ha desaparecido...Después de tanto tiempo...
-¡Lo sé! Por eso le advierto a usted primero.
El mayordomo suspiró y se acomodó sus lentes, listo para irse.
-Ve y busca a los demás para encontrarlo, pero que el amo no se entere. Lo encontraremos antes de que él llegue.
-Sí, señor.
¿Tan importante soy para ellos?, pensé. ¿Y quién es ese tal amo del que hablan?
Me escabullí entre la cocina para poder llegar a la puerta de cristal de ahí y salir, pero para mi mala suerte, había llegado al patio (que era inmenso, por cierto) y realmente no sabía si tenía una reja para marcar el límite de esta misma. Pero como sea.
Al salir de la cocina, en el patio, te encuentras primero con unas escaleras de piedra lisa con una barda a los lados y macetas encima de esta, haciéndolo ver más hermoso y lujoso; después de bajar las escaleras hay un camino de grava que te lleva hacia un laberinto, pero tiene una bifurcación que, de un lado, te guía a una enorme alberca que se veía a lo lejos y, del otro, un enorme invernadero; allá, más lejos, se veían otras cosas..., demasiadas, de hecho.
¿Estoy en la casa de la realeza o qué?, pensé. Porque no sería mala idea.
Sonreí y me dirigí rápidamente hacia el laberinto, pues más gente se acercaba, así que podía perderlos en el laberinto.¿A dónde mierda me dirijo? ¿Y la salida?
Llevaba varios segundos en aquel laberinto tan enorme, así que decidí tomarme un descanso y sentarme por ahí, recargándome en las suaves y esponjosas hojas de los arbustos.
-Vaya mierda -susurré, cerrando mis ojos para respirar tranquilamente.
Tenía sueño. El dolor de mi estómago ya no dolía mucho y el de la cabeza tampoco, así ya podía sentirme más tranquilo.
O sea creeía..., cuando, súbitamente, el hermoso canto de una dama se presentó: era una melodía relajante, llena de una brisa cálida acompañada de un mar de aves perplejos ante el alba de su voz.
Una melodía que me negaba a dejarla ir, así que solo por eso me levanté y seguí su voz, llevándome al centro del laberinto: una grande fuente de piedra estaba en medio, soltando demasiada agua..., pero no tanto como para dejar de oir aquella voz de sosego.
Ahí, sentada con un vestido blanco de flores rojas, con cabello rubio y de piel blanca como la nieve, había una mujer delgada y hermosa que cantaba a plena luz del día.
Pero se detuvo rápidamente al sentir mi presencia, mirándome con detenimiento: oh, aquellos ojos verdes tan brillantes como sol...¡tan maravillosa es una mujer con aquella mirada debajo de los rayos del sol!
-¿Quién eres? -dijo.
-Uh...-lo pensé por unos instantes, dándome el tiempo suficiente para poder sentarme a su lado-. Me llamo Daniel -sonreí-, Daniel Crawford.
-¿Eh? No conozco a nadie con ese nombre -me escudriñó-. ¿Eres nuevo?
-Supongo -reí nervioso, rascándome la cabeza. Y la miré-. Lamento haberte interrumpido, yo...
-No te preocupes, no hay problema -ella sonrió-. ¿Y qué haces aquí? ¿Eres un amigo de mi padre?
-¿Padre? ¿Qué? ¡Ah! No no...-tocí para aclarar mi voz-. No lo soy.
-¿Entonces?
-La verdad es que...-me acerqué a ella para susurrarle- me he escapado.
Ella se sorprendió y rio fuertemente.
Se veía linda.
-¿En serio? Dios -se recogió un cabello que se había posado en su mejilla-. ¿Por qué? ¿Qué sucedió?
-Mm...la verdad es que es complicado de decir, pero...Ey, podrías ayudarme con mi escapada, ¿no? Sería divertido -sonreí.
-No lo sé..., apenas te conozco y...
-Lo sé, pero prometo que cuando salgamos de aquí te contaré todo.
Ella lo pensó por unos instantes, pero después asintió con la cabeza y me guió fuera del laberinto.
-Venía muy seguido aquí, así que tuve que memorizarme el camino de regreso -dijo mientras salíamos del laberinto para dirigirnos a la cocina minuciosamente y poder salir de la mansión.
-Wow, yo jamás me hubiera memorizado todo ese camino -reí.
-Fue difícil al principio, creéme.
Había unos cuantos sirvientes corriendo de un lado a otro, alborotados, con prisa.
Y escuchamos unos susurros:
-¿No lo han encontrado? El amo ya está aquí.
-No, ese es el problema. ¡No lo encontramos!
La chica de mi lado me miró, alzando una ceja, y dijo:
-¿Tan importante eres?
-Eso también me lo pregunto -dije, moviéndonos rápidamente para llegar a la salida.
Pero pasó algo.
Había un Lamborghini negro en la entrada, con varios sirvientes a los lados, formando una fila, y uno de ellos abrió la puerta del piloto.
La chica me agarró rápidamente de la mano y nos pusimos detrás de unos arbustos, agachados.
-¿Qué sucede? -dije, mirando a toda la gente de la entrada.
-El amo ya llegó -dijo.
-¿Y? ¿Qué tiene de especial? ¿Quién es?
-¿No lo sabes? -frunció el ceño-. Es el líder de nuestra manada.
La miré confuso.
-¿Manada? ¿De qué mierda estás hablando?
-¿No sabes qué es una manada?
-Sí, pero a lo que me refiero es que...
-Bienvenido, amo -dijo una sirvienta de ahí, haciendo que todos se inclinaran hacia enfrente en forma de reverencia. Entonces, del automóvil salió un enorme hombre de traje completamente de negro, haciendo juego con su cabello negro y sus ojos rojos.
Ojos llenos de sangre, pensé. Presiento que ya los había visto antes.
Un sirviente le cerró la puerta una vez él se bajó.
Se acomodó el cabello hacia atrás, haciéndolo ver más sexy y deseoso.
Lo miré fijamente detrás de las ramas de los arbustos, aunque no podía ver con claridad.
-Es amigo de mi padre -susurró la chica de mi lado.
-¿Uh? -exclamé-. Pues supongo que tienes suerte.
-Sí -rio-, pero de todas formas hay que tener cuidado con él: es el líder, el de más alto rango.
Silbé por lo bajo.
-Lo que es tener dinero.
Entonces, cuando estaba a punto de preguntarle su nombre, aquel grandulón negro frente a nosotros, posó sus ojos en los arbustos de donde estábamos, alertándonos.
Se quedó mirando unos segundos y después dijo, sereno:
-Sal de ahí, Melissa.
¿Así se llama?, pensé.
-Diablos -susurró-. Tendrás que irte sin mí, suerte.
-Espera, yo no sé...
Melissa se levantó, llamando la atención de todos.
-A...amo -sonrió ella, nerviosa.
-¿Qué hacías ahí? -él miró a Melissa, quitando sus ojos de los arbustos de donde estaba yo.
-Jugaba...¡a las escondidas! Pero me encontraron -sonrió.
Él suspiró, subiendo las escaleras, pero se detuvo y miró hacia mi dirección.
Hubo unos segundos de silencio, pero antes de que aquel grandulón pudiera actuar, Melissa dijo:
-¿Busca a mi padre, amo? Él se encuentra en la sala de reuniones.
El grandulón la miró y le revolvió el cabello.
-Sí, gracias.
Y todos entraron.
Pero...pero..., cuando miró por última vez hacia mi dirección, pude sentir una horrible opresión en mi estómago. ¡Sentía sus ojos perforarme por completo!
-Agh -dije, levantándome con cuidado y caminando hacia la gran reja que estaba a lo lejos: la salida.
¡Este lugar es enorme!, pensé.
Y cuando llegué a la reja, intenté escalar, lográndolo después de unos largos intentos.
Debí de haberme metido al equipo de gimnasia.En realidad...no sabía en dónde mierda estaba: ya había caminado por horas y ni siquiera encontraba...
- ¡Una maldita carretera o siquiera una maldita cabaña! -grité, escuchando a los pájaros irse.
Me senté en una roca grande que estaba plana de arriba, perfecta para acostarse. Entonces lo hice, me acosté y extendí mis brazos para verlos.
Un momento..., pensé, no tengo heridas...Ni siquiera me duele nada.
Y miré mi tobillo.
Tampoco me duele el tobillo..., ¿cómo sucedió esto? ¿Tengo poderes de regeneración o qué mierda?
Era increíble que me haya pasado eso, no me quejo, pero era tan raro que no podía quedarme callado.
Me toqué el rostro: nada, simplemente una piel tan suave y fría.
-Como sea -susurré, acomodándome en aquella roca y cubriéndome lo suficiente como para no tener frío.
¿Qué hora era? ¿Las 2 de la tarde? Ugh, ni siquiera había comido nada. Y hubiera deseado haber tomado la comida que había dejado aquella mujer en la habitación.
¡Carajo!
Entonces..., cerré los ojos, escuchando el sonido de las hojas siendo movidas por el viento; sintiendo aquellos rayos cálidos del sol que atravesaban los huecos que dejaban las hojas de los árboles; escuché el bisbiseo de las aves y ví la mole oscura de las montañas a lo lejos.
Y de pronto todo era paz.
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The Legend Of The Spirit Wolf.
WerewolfTras la muerte del Zixu, Goethe le advierte a Akrea que su hijo ha muerto y que necesita un nuevo cuerpo, un nuevo portador. Es por ello que Daniel, un chico de 16 años, es el elegido para llevar consigo al Zixu y cumplir con su leyenda: dejar crece...