Capítulo 26.

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Crack.
Crack.
-Daniel, alguien viene. ¿Daniel?
Susurros. Son los susurros los que escucho.
¿Quién es?
-Daniel -son varias voces las que escucho, pensé, moviendo mis ojos detrás de mis párpados.
-Despierta, Daniel. Venimos por tí.
-¿Ma...má? -abrí los ojos débilmente. Sí, efectivamente era ella-. Mamá...
-Daniel, ven, vamos a casa.
Me extendió su mano.
Pero mis ojos no se podían abrir más como para distinguir con claridad lo que sucedía.
-Mamá..., te extraño tanto.
-¿Tuviste un mal sueño?
-¿Eh? Sí...: soñé sobre una leyenda urbana.
El piso se sentía suave y cálido; apreté con fuerza mi puño mientras paseaba mi mano por aquellos picos verdes que se doblaban con facilidad.
Había un enorme rayo de luz cegándome, impactando con ímpetu mi rostro.
Pero era tan cálido. Aun así, podía ver con excelencia la inmensa pradera que se posaba ante nosotros.
Miré a mi madre.
-¿Y de qué trataba? -su mano acarició mi rostro con delicadeza: era fría, pero me hacía sentir una sensación increíble. Mi rostro estaba tan caliente por el sol, pero sentir aquella mano fría..., me hacía sentir bien.
Y, como si estuviera ronroneando, dije:
-Sobre el Espíritu de lobo: un lobo, creador de la paz y de la justicia.
Ella rio.
-Suena interesante. ¿Y qué hace? ¿Cómo es? Cuéntame todo, Daniel.
-¿Por qué quieres saber, mamá? -me acomodé en su regazo.
-Me gustaría saber sobre tus sueños, Daniel. Vamos, cuéntame más sobre el Zixu.
-¿Zixu? Yo no mencioné ese nombre -me levanté lentamente.
-Oh, ¿seguro? Sí, sí lo mencionaste.
-No. Mamá, ¿qué sucede contigo?
-No sucede nada conmigo. Ahora vuelve a mi regazo.
Titubeante, dije:
-N...no.
Ella me miró con el ceño fruncido.
-Daniel. Ven. Ahora. Mismo -su tono de voz ahora era grave, lleno de autoridad.
-No -dije con firmeza.
Algo estaba raro.
-Dije que ¡VENGAS AHORA MISMO, DANIEL! -un grito espantoso, terrorífico y cargado de odio se presentó en ella.
Su rostro había cambiado drásticamente al de un monstruo horrible con enormes dientes, ojos blancos y unas garras largísimas que te atravesarían la caja torácica por completo; había rugido, me habían saltado unas gotas de saliva y su aliento maloliente había impacto con mi nariz.
Su piel era gruesa, de un rojo carmesí, acompañado de unas escamas poco notables; era dura su piel. Y el tamaño de su cuerpo era enorme.
Ese definitivamente era un Mutante.
-Lo es..., ¿verdad?
Me olfateó, se acercó. Y los rugidos no dejaban de separse de sus cuerdas vocales.
-¿Mamá? -retrocedí.
¿Qué le pasaba a mi cuerpo? Lo sentía pesado. Increíblemente pesado.
Miré mi estómago, viendo que se abría ante aquella uña del monstruo frente a mí.
-¡AGH! -grité, aferrándome fuertemente al pasto lleno de sangre.
La luna media era roja y el cielo también.
Parecía el infierno.
No podía moverme; había abierto mi estómago para sacar, de entre mis intestinos, un feto.
Era tan pequeño.
-¿Q...? Ah -duele duele duele-. ¿Qué estás...haciendo?
El bebé lloró una y otra vez.
El monstruo lo levantó para que la luz de la luna roja lo iluminara.
Cortó el condón umbilical con sus uñas y el pedazo que sobró se lo comió.
Lo miré asustadísimo, temeroso a que me matara.
Y entonces habló, pero en un idioma incomprensible para mí.
-Nosotros hemos sido bendecidos ante esta criatura; Nosotros alabamos a nuestro señor; nosotros recogemos sus hazañas y lo idolatramos hasta el crepúsculo vespertino.
A tí, amado Espíritu de lobo, nos engendramos y aplaudimos ante tu belleza inminente. ¡Oh, poderoso Zixu! Te invocamos en el vientre de este humano...
¿Qué está diciendo?, pensé, arrastrándome para irme. No no no. ¿Qué es todo esto? ¿Qué está pasando? ¿Qué está pasando?
Me duele mucho el estómago. Me duele mucho el cuerpo.
-Y tú...-el monstruo me miró y llegó hasta mí para clavarme su pie en mi espalda.
-¡Agh!
-Tú serás la comida perfecta para el Espíritu de lobo.
-No no. Yo...no tengo nada que ver con ese bebé. ¡No es mío!
-¿Y lo niegas?
Me pateó fuertemente, haciendo presión sobre mi estómago después.
-¡UH!
-No...no entiendo qué dices, pero déjame ir, por favor. Ese bebé no es mío.
Acercó sus uñas a mis ojos.
-¡ESE BEBÉ NO ES MÍO! -grité, abriendo mis ojos abruptamente.
Respiraba agitadamente.
Mis oídos estaban zumbando.
Pero no había nadie.
Estaba donde me quedé.
Suspiré.
-Qué alivio. Qué alivio.
Pronto advertí que seguía en mi forma de lobo.
-¿Qué hora es? ¿Cuánto tiempo me quedé dormido? -susurré-. Byux, ¿estás ahí?
No recibí respuesta alguna.
-¿Byux? ¡Byux!
Y nada.
Luego entré a la mansión: todo estaba silencioso, con luces y algunos guardias por ahí.
Me temblaban las patas demasiado que no podía caminar bien.
Me escondí debajo de una mesa con un mantel blanco con dorado cubriéndola.
Ahí nadie podía verme, ¿verdad?
Y, aunque no podía dormir por aquel espantoso sueño, estaba alerta de cualquier cosa hasta que Byux me dijera qué había pasado.
Y solo entonces...pude estar más alerta que nunca en mi vida.

The Legend Of The Spirit Wolf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora