Capítulo 17.

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Horas después.

Había mucha gente en aquella lujosa plaza y lo odiaba. ¿Quién no odia estar rodeado de mucha gente?
-Me pone molesto y nervioso -susurré.
-¿Por qué? Es normal.
-No lo entenderías.
-Daniel, vivo en tí, soy parte de tí, claro que sé cómo se siente.
-Claro que no, solo lo sientes pero no lo entiendes. Es como las plantas: cuando las aplastas, les duele, pero no saben qué es el dolor, no saben qué es ese...sentimiento, pero lo sienten.
-Comprendo tu punto.
Iba a responderle a Byux cuando de repente ví a Lixion acercarse con comida.
-¿Por qué no escapaste?
-No encuentro la oportunidad, además de que no me ha dejado de mirar.
-¿Uh? No te ha volteado a ver.
-Pero siento una mirada suya.
-¿Hablando con tu lobo? -dijo él, sentándose.
-Sí.
-Es bueno que ya puedan entablar una conversación -me dio un helado de vainilla-. Ten.
Miré la el helado, dándome cuenta de que era mi sabor favorito.
Se ve delicioso! ¡Cómelo! -dijo Byux.
¡Esto era una maravilla! ¿Quién lo hubiera pensado?
Y de pronto mi estómago empezó a rugir.
-Gracias -dije, nervioso y avergonzado. Lo miré-. ¿Y tú?
-No tengo apetito. Además, eres un humano, necesitas más atención.
-No soy diferente.
Él dejó de mirar hacia la multitud para verme. Inclinándose sobre la mesa, dijo:
-Lo eres. Eres un humano, yo un licántropo, hay demasiada diferencia, niño.
-¿Podrías dejar de decirme niño? -rugí-. Tengo un nombre.
-¿Sí? ¿Y cuál es?
-Es...-esperen un momento, pensé-. ¿No lo sabes?
Él suspiró, volviendo a sentarse como estaba antes.
-Claro que sí, eres mi mate, ¿cómo no lo sabría?
-¿Entonces...?
-Esperaba a que me lo dijeras, pero veo que eres terco..., Daniel -susurró mi nombre, recibiendo una fuerte ola de viento como si se tratase de un huracán con flores de cerezo-. Daniel Crawford.
-¿Cómo lo sabes? Yo jamás te lo dije.
-Así como yo jamás te dije mi nombre.
Tragué saliva.
-Ahora cállate y come.
Fruncí el ceño e hice caso.

Cuando terminé el helado, Lixion me dijo que iríamos a una tienda de ropa lujosa, en donde pude ver ropa de mi agrado.
-¿Te gusta? -preguntó, llegando hasta donde yo estaba.
-¡Eh! Ah... sí sí -apresuré a decir, pues estaba hablando con Byux sobre mi escapada.
Espero y todo salga bien, pensé.
Miré el atuendo frente a mí: era una sudadera gris con un estampado en blanco y negro. Encima de esta venía una gabardina en negro con pantalones café claro, que eran estrechos.
-Sí, me agrada.
Él cerró los ojos mientras asentía. Entonces fue a buscar la ropa y la compró.
-¿Por qué haces esto? -pregunté mientras caminábamos por los pasillos para ver más ropa y zapatos (que prefería las botas).
Dejó de ver una ropa de su agrado para verme, sereno como siempre.
-Porque eres mi mate.
-¿Mate? ¿Qué es eso?
Miró la ropa de nuevo mientras la tocaba con aquellos guantes negros de piel.
-Pensé que tu lobo ya te lo había dicho.
-Pues al parecer le faltó ese detalle -dije entre dientes-, ¿o no es así..., Byux? -susurré.
-Te lo iba a decir, pero Melissa interrumpió.
Suspiré, rodando los ojos.
-Quiere decir que eres mi pareja -se dirigió hacia una camisa negra con líneas en blanco-. Esta me agrada.
Lo miré fijamente.
-¿Qué? -no respondió-. Espera...Oh, Dios -reí-. Esto es una broma, ¿no? Pues para ya. No es divertido.
Y me miró furioso.
-¿Cuándo dije que lo era? -se acercó hasta mí y me agarró de la barbilla fuertemente, acercándome a su rostro: parecía un modelo fascinante ante esa belleza. Era débil ante él.
No dijo nada más, simplemente me miró mientras su otra mano acariciaba mi rostro.
Escuché un ronroneo de mi parte.
¿¡De dónde mierda salió eso!?, pensé.
-Perdón, es que sus caricias son reconfortantes -dijo Byux-. No puedo evitarlo. Se siente...tan bien.
Quería cerrar los ojos y sentir más de aquellas manos que, aunque estuvieran forradas de una piel negra y gruesa que seguramente las mantenía con una calidad asombrosa, podía dejarme caer ante sus pies y atesorar aquel momento.
No, Daniel, pensé. ¡Tienes que...contenerte! ¡Detenlo!
Apretó más mi barbilla y acercó más sus labios a los míos.
¡No!
Cerré los ojos con fuerza. Y una sonrisa juguetona se escuchó.
-Eres hermoso -susurró. Me soltó y se dirigió hacia otra prenda de por ahí.
Mi corazón latía demasiado, estaba temblando y enojado.
-Tranquilízate, Byux -dije, apretando mi pecho.
-Lo siento, es que su presencia...Oh, Daniel, no creo poder contenerme.
Miré mi pene, dándome cuenta de que estaba excitado.
-¿Es en serio?
-Perdón.
Byux chilló y lo ignoré mientras pensaba qué hacer con este maldito desastre.

Me escabullí rápidamente entre la multitud para que Lixion no me viera y así no solo pudiera ir al baño, sino también escapar.
-¿De verdad lo harás? Pensé que lo decías de broma.
-Sí, ¿qué con eso?
-Daniel, sobre la pareja destinada..., es verdad. En el invernadero había dicho que la leyenda era que, aquel que logre engendrar al hijo del Espíritu de lobo, tendrá un grande poder, pero por ello existe el...
-¿Uh? Sí, recuerdo eso, ¿pero qué tiene qué ver con lo de Lixion? -llegué a los baños, cerrando la puerta rápidamente. ¡Milagrosamente no había nadie!
Odiaba los baños públicos: solía haber demasiada gente y el olor fétido que provenía de los retretes era tan intenso que me asfixiaba. También había ocasiones en las que no había papel, así que eso estaba más jodido.
-¿Uh...? Es la primera vez que hago esto -susurré, bajando mis pantalones.
-Ni lo digas: también es la mía.
Fruncí el ceño cuando rosé con mi dedo índice mi pene.
-Duele mucho.
Cuando esto termine..., por favor, bórralo de mi mente.
-No puedo hacer eso.
-Tienes poderes tan asombrosos, según tú, ¿pero no puedes borrar unos simples recuerdos?
-Son tus recuerdos, no los míos. Tú tienes decisión sobre ellos: tú decides recordarlo o no. Si no lo recuerdas, quiere decir que lo olvidaste.
-Qué estúpido.
Cuando estaba a punto de bajarme los boxers, pude escuchar a un grupo de hombres entrar al baño, riéndose, platicando y gritando.
-¡Mierda, hombre! ¡Cómo quisiera que Emma me la lamiera! -dijo uno.
Me asomé por el pequeño espacio que creaba la puerta con la pared (era incómodo eso, ¿saben? Pensar que te pueden ver por un espacio tan pequeño mientras hacías del baño, ja).
-¿Sigues con eso? -rio otro; eran 4 hombres, vestidos normalmente, viéndose como unos holgazanes mujeriegos-. Samantha está mejor.
-Sí, di lo que quieras -volvieron a reír fuertemente.
-¿Qué les pasa? -susurré-. Es un baño público no una discoteca.
-Oigan, voy a cagar, esperen -uno de ellos se acercó al primer baño en donde estaba yo. Dio una patada a la puerta pensando que estaba abierto, pero no fue así-. ¿Uh? Oigan...-sonrió-, creo que hay alguien aquí.

The Legend Of The Spirit Wolf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora