Capítulo 12.

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¡Me estoy volviendo loco!, pensé. ¡Definitivamente estoy loco!
Cuando había terminado las clases, salí corriendo tanto como pude porque juraba haber visto a un lobo en el jardín. ¡En el maldito jardín, por Dios!
Pero, ante todas las prisas que tenía, había tocado el pecho de un hombre, deteniéndome abruptamente.
-¡Perdón! -grité rápidamente, corriendo sin darle una mirada alguna, pero jurando haber escuchado una pequeña risa de esa persona de gabardina negra.
Tenía un olor agradable..., un tanto extraño, sinceramente.

Cuando llegué a mi casa, divisé a una figura femenina en la cocina, dándome cuenta de que era mi madre.
-¿A dónde van? -pregunté, respirando ahora con tranquilidad.
-Tu padre fue invitado a una fiesta de trabajo a las afueras de la ciudad, así que estaremos fuera este fin de semana -respondió mi madre.
-¿Y me lo dicen hasta ahora?
-Son solo 3 días, Daniel, no había necesidad.
-¿No había necesidad? ¿¡Y qué si yo quería ir o...!?
-Daniel -intervino mi padre-, solo son adultos.
-Bueno, ¿y con quién me quedaré? -fruncí el ceño-. ¿O estaré solo?
-Tu tía se quedará -dijo mi padre, sacando unas maletas para ponerlas en la cajuela del Mazda.
-¿Qué? ¿Por qué? -salí de la casa, siguiéndolo.
-Tu abuela es demasiado vieja para cuidarte. Tu tía es la única opción.
-O podría estar solo.
-De ninguna forma, eres un niño todavía -cerró la cajuela.
-¡Si me voy a quedar entonces déjenme solo! Y no soy un niño: tengo 16 años.
-Eso es ser un niño todavía -mi padre se subió al auto y lo encendió.
Llegó mi madre y me dio un beso.
-Estaremos en contacto, amor -dijo, subiéndose al auto también-. Tu tía vendrá en un rato, así que, por mientras, no hagas nada: no le abras la puerta a desconocidos, come bien, cierras toda la casa y...
-¡Ya lo sé, mamá! -respondí, entrando a la casa.
Ella sonrió.
Y los dos me miraron y se despidieron.
Era viernes por la tarde. Solo sábado y domingo, ¿qué podía pasar?

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Mi tía se había quedado dormida en el sillón de la sala, así que aproveché a sacar la basura, pero cuando quise regresar a dentro, un vagabundo llegó hasta mí.
-¿Tendrá dinero, joven? -dijo el anciano, como si estuviera ya en sus últimos momentos.
-No -respondí, abriendo la reja de mi casa.
-Por favor, mi hija está enferma, necesita un médico.
-Ya respondí a su pregunta.
Cuando me volteé, me agarró de la mano desesperadamente.
Fruncí el ceño y lo miré con asco.
-¿¡Qué mierda hace!?
-Tiene dinero, pero es demasiado tacaño para siquiera pensar en los demás -me fue apretando la mano lentamente.
-¡Suéltame anciano de mierda! -grité.
Mi mano.
-Tú no eres como él: él da, tú solo recibes.
Y pude notar que sacaba una navaja.
-¡Mierda!
-¡Él salvará a mi hija! -alcancé a detener aquella navaja con mi mano, haciéndome sangrar.
-¡No sé quién mierda es "él", pero debería de conseguir dinero esforzándose en vez de esperar a que se lo den gratis!
-Eso dicen todos -me soltó la mano y me empezó a ahorcar-. Pero nada es fácil en esta vida.
Quitó el cuchillo de mi mano y después lo encajó en mi abdomen rápidamente.
AGH!
A lo lejos pude ver una mancha negra..., era un hombre mirándome fijamente mientras fumaba.
-Ayuda -susurré, arrodillándome-. Duele como el infierno.
-Y al infierno irás -dijo aquel hombre de negro..., en un susurro..., pero lo había escuchado claramente, como si estuviera a mi lado.
Y entonces cerré los ojos lentamente.
Solo sentí los brazos de alguien cubrirme.
Pero jamás supe quién era.

The Legend Of The Spirit Wolf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora