Cuando llegué a mi hogar, la anciana solo me miró seriamente mientras no dejaba de quitarme los ojos de encima.
De pronto vi que las comisuras de sus labios se hicieron hacia abajo en forma de desaprobación.
Y cuando quise mirarla por una última vez después de haber tocado a la puerta de mi casa, ya no estaba.
Me dijo que no tenía magia, pensé, frunciendo el ceño.
Escuché pisadas dentro de la casa...y de pronto vi cómo se abría la puerta lentamente para dar paso a una mujer de cabello café claro, casi rubio, con ojos verdes y una mirada triste, preocupada y decaída..., como si hubiera visto un fantasma o perdido algo relevante para ella.
De mala gana, dijo:
-Señor, ya le dije que no estoy de ánimo para comprar de su...-se detuvo por unos instantes y, cuando me miró, alzando la cabeza, sus ojos se abrieron demasiado, mostrando una gran...No, una enorme impresión. Arrugó el entrecejo y abrió la boca-. ¿¡Daniel!?
-Ho...Hola -dije, incómodo. ¿Cuánto pasó después de la fiesta de mi abuela? Ah, un día.
-Daniel, ¿¡de verdad eres tú!?
-Sí, ¿por qué no lo sería? -le quise mostrar el collar que mi abuelo me había dado..., pero recordé que lo había perdido...No, que me lo habían robado.
Mi madre se lanzó hacia mí, abrazándome fuertemente, dejándome con las ganas de querer respirar.
Pero la quería abrazar también, así que lo hice.
-¡Por Dios! ¿¡En dónde diablos te habías metido!? ¿¡Sabes lo preocupada que estaba!? ¡Llamé a la policía! ¡Te reporté como desaparecido! ¡Pasé horas buscando una señal tuya! ¿¡En dónde estuviste!?
Apreté su camisa.
Y cerré los ojos.
-Yo...no lo sé..., solo...No sabría decirlo, mamá.
-¿¡Cómo!? ¿¡Te das cuenta del error que cometiste!? ¡Te dije que yo podía llevarte al bosque ayer! Dios..., si tan solo hubiera insistido.
-No es tu culpa, mamá -la agarré más fuerte-. No es tu culpa.
-Daniel...-me dio un beso en el cabello.
-Tengo sueño..., ¿podemos entrar?
-¿Y dejar esta conversación por terminada? No, señorito. Tengo todo el día.
-¡Mamá! -entramos a la casa y subí las escaleras.
-¡Daniel!
-Prometo contártelo después, mamá. Quiero descansar.
Mi madre me miró seriamente, escudriñándome, y después de unos segundos, que me dejaron inmóvil ante su mirada feroz, respondió enojada:
-Está bien, pero que te quede en claro que de esta no te salvas. Le avisaré a todos.
Suspiré y entre a mi habitación.*************
2 meses después.Sombras.
Había sombras por doquier.
Sombras de lobos, mirándome fijamente.
¿Por qué? ¿Hice algo mal?
Todo era raro.
El ambiente me sofocaba, me quemaba.
Quiero vomitar.
¿Qué sucede de repente?Allá, al fondo, había otro lobo..., pero era diferente a los demás.
Parecía ser el líder.
¿Pero por qué me miraba?
Tenía miedo.
¿Y si me comían entre todos?
¿Comerme de qué forma?Me arrastré hacia atrás para alejarme, pero era inútil. Era como si estuvieran pegados a mí.
Se sentía como si me estuviera hundiendo y ahogando en lo más profundo del mar, donde no hay nadie, donde no hay sonido..., donde tu mente puede rebentar, llenándolo todo de sangre y dejando memorias en el olvido.Y, súbitamente, apareció el horrible rostro de un temible lobo.
¡Viene por tí!
-¡AH! -grité, levantándome abruptamente.
Estaba sudando y mi respiración era agitada.
Quité el cabello de mi cara y miré la ventana: estaba nevando.
Intenté tranquilizarme y me levanté para lavarme la cara.
¿Qué fue esa pesadilla? Me dejó anonadado, pensé.
Salí del baño y me dirigí a la cocina después de ver la hora: 10 A. M.Últimamente había tenido pesadillas, pero esta era la primera vez que sucedía tan...vívidamente..., tan intensa.
-¿Todo bien , cariño? -dijo mi madre, sirviendo una taza de café para mi padre.
-Sí, es solo que...tuve una pesadilla -me serví del desayuno que ella había hecho.
-¿Una pesadilla? ¿Por qué? ¿Qué era? -se sentó y empezó a comer al igual que mi padre.
-Emm...ya vez, lo que ven los niños hoy en día -dije, sonriendo mientras agarraba mi desayuno-. Comeré arriba, ¿está bien?
-Sí, pero la próxima comes con nosotros -respondió mi padre, dándole un sorbo a su café después.Cuando terminé mi desayuno, ya eran alrededor de las 12 P. M, y aun seguía nevando.
Mi madre me mandó a recoger la ropa de la secadora que estaba en el patio, así que me puse una chamarra azul marino con unos detalles en café, de piel, llena de borrego por dentro y con 2 bolsas adentro y 4 afuera.
Me puse unas botas negras junto con una gorro gris y una bufanda que hacía juego con el gorro.
-Qué frío -susurré, sacando la ropa para dejarla en la canasta que dejé en el piso.
De repente, sentí una mirada fulminante...y escalofriante que me puso los pelos de punta. Miré alrededor...Nada, solo se veía la reja de metal que dividía el patio con el entorno.
-Cálmate, Daniel, probablemente fue por el sueño. Necesitas descansar -susurré, continuando con lo que estaba haciendo.
Pero volví a sentir aquello de nuevo, ahora más fuerte, provocando un dolor agudo en mi estómago.
-No otra vez.
Volví a mirar alrededor de nuevo, encontrándome con demasiadas sombras de lobos.
Mi sueño, pensé. Mi pesadilla.
Y, entre todos esos lobos, uno solo avanzó, imponiéndose ante los demás, mostrando quién era el líder; tan enorme, tan negro, tan terrorífico.
Esos ojos llenos de sangre humana.
-Eres tú de nuevo..., ¿verdad? -intenté levantarme, pero el dolor de mi estómago no me lo permitía-. ¡Vamos!
Se estaba acercando.
¿Qué iba a hacerme?
¡No!
-¡Daniel! -gritó mi madre, abriendo la puerta del patio-. ¿Estás bien?
Llegó hasta a mí y me abrazó-. ¿Te duele algo? ¿Qué sucede?
¡Mamá!
La miré.
-Mamá...
-Dios, parece como si hubieras visto a un fantasma. Ven, vamos, descansa, yo hago esto.
Antes de que me sacara del patio, miré hacia donde estaba aquel lobo..., pero ya no estaba.
Nadie estaba ya.
¿Qué hubiera pasado...si mi madre no hubiera venido?, pensé.
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The Legend Of The Spirit Wolf.
LobisomemTras la muerte del Zixu, Goethe le advierte a Akrea que su hijo ha muerto y que necesita un nuevo cuerpo, un nuevo portador. Es por ello que Daniel, un chico de 16 años, es el elegido para llevar consigo al Zixu y cumplir con su leyenda: dejar crece...