Capítulo 8.

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¿Qué hago aquí? ¿Qué es este mundo?, pensé.
Todo estaba tranquilo, lleno de cerezos y montañas llenas de una vegetación fenomenal.
Podía ver los colores del cielo mezclarse entre sí, como si fuera una paleta de colores para pintar algo hermoso ante el sol.
Silencio. El silencio gorbernaba..., pero algo no alcanzaba a comprender.

Y luego escuché las hojas rosas de los árboles caerse.
Sentí la presencia de alguien detrás mío.
Y lo miré.
Pero no era una persona...era un lobo.
Era completamente transparente de ojos azules.
Nos miramos por unos instantes, después se dio la vuelta y se dirigió hacia el acantilado.
-¡Espera! -grité, corriendo detrás de él. Allá, por donde el sol se escondía, en el acantilado, se detuvo aquel lobo, me miró una última vez y se fue desvaneciendo, convirtiéndose en hojas de cerezo.
Pero cuando corrí para tocarlo, ya era demasiado tarde.
Se había ido.
-Y pronto te irás tú también -dijo una voz a mis espaldas. Volteé rápidamente, encontrándome con mi madre.
-¿Mamá? -susurré.
¿Qué hacía ella ahí? ¿En dónde estoy? ¿¡Qué es este lugar!?
Ella estaba llorando. Me gritaba cosas que no entendía: solo escuchaba su voz alejarse, como si una granada hubiera explotado cerca de mí.
-Ma...mamá, no te entiendo -gritaba y gritaba, pero no entendía lo que decía-. ¡Mamá no te entiendo!
Y de repente, todo se puso en cámara rápida, pero sin sonido.

Mi madre llegó hasta a mí rápidamente y dijo, posando sus manos en mi pecho:
-¡Terminaré con tu vida como lo hiciste conmigo!
-¿Qué? -susurré, entonces mi madre me empujó y caí del acantilado-. ¡Mamá! ¡Mamá!

-¡AH! -grité, despertándome súbitamente y sudoroso.
Miré a mi alrededor: era una chosa acogedora, sorpresiva al inicio por los detalles agradables que tenía, así como la calidez y el olor a carne asada y medicina.
Miré mi estómago, dándome cuenta de que, debajo de la toalla húmeda que tenía en la frente (se me cayó), había una venda. Me toqué el estómago.
-Si fuera tú no lo haría -dijo la señora de por ahí, quien estaba de espaldas hacia mí, triturando un par de semillas de girasol.
Se giró para mirarme con aquella caserola negra con las semillas de girasol.
-¿Uh? ¿Po...por qué?
-Está muy sensible, así que es probable que te duela más -agarró una tetera con agua hirviendo y la sirvió en el caserol de las semillas de girasol, lo revolvió bien y, con el método de filtración, vertió el resultado de ello en una taza de madera color café oscuro-. Toma, te hará sentir mejor.
Lo agarré con asco.
-¿Qué es? Huele raro.
-Es una receta casera de nuestra aldea: es buena para tratar dolores.
-Pero solo es agua con semillas -me quejé a punto de vomitar.
-Este mundo no es como tú piensas, niño. Aquí hasta lo imposible existe.
-¿Lo imposible?
-Sí.
-¿Qué quiere decir con eso?
-Te lo contaré si te tomas eso.
-Ugh, pero...-la miré con el ceño fruncido-. Espere..., ¿me contará todo lo que está pasando? ¿Toda esta broma de mal gusto?
-No es una broma, es la realidad, pero, sí..., te lo diré todo.
Agarré con fuerza aquella taza y de una sola estocada me lo bebí todo.
Agh, creo que prefiero morir que beber esto, pensé.
Me limpié la boca con la manga de la camisa verde militar que tenía.
Unos pantalones de mezclilla la acompañaban.
-Me lo tomé todo, ahora dígame lo que está pasando.
-Esa no es una agradable forma de pedirle las cosas a tus mayores, niño -aquella anciana se levantó de su asiento y agarró mi taza, revisó si estaba vacía completamente y se la llevó.
-¿Eso es una coartada para no decirme la verdad por la que estoy pasando?
La anciana dejó de hacer lo que estaba haciendo...Se detuvo.
Suspiré.
-Por favor..., solo quiero saber dónde estoy, qué es todo este mundo..., los lobos...-y entonces recordé lo de aquel lobo azul-. ¡Ah! ¡Ha...había un lobo azul...! ¿Sabe de lo que hablo? No..., no estoy alucinando..., todo es verdad. Yo solo...
La anciana me miró y se sentó a mi lado.
-Lo sé, lo sé todo, soy parte de ese mundo, no te preocupes.
Suspiré aliviado.
Entonces no estoy loco, pensé. Eso es bueno.
-¿Y cómo llegué aquí, entonces? -dijé, mirándola fijamente.
-A decir verdad...yo no me lo esperaba...-se sentó a mi lado encima de una silla de madera vieja y rechinable.
-¿No se lo esperaba?
-Jamás pensé...que el mismísimo Espíritu de lobo me fuera a visitar; siempre creí que era un rumor, un mito..., pero haberlo visto en persona..., solo por tí...-suspiró y se tocó las sienes-. Dios, ni siquiera puedo procesarlo y alegrarme por ello.
-¿Espíritu de lobo? ¿A qué se refiere? ¿¡De qué está hablando!?
-¿De verdad no sabes nada? ¡Lo tienes dentro de tí!
-¿Que tengo qué? -fruncí mi ceño.
La anciana se acomodó en la silla.
-¿Has oído hablar de La Leyenda del Espíritu de lobo?
-¿Eh? No..., pero, viendo todo lo raro que me ha pasado..., no dudo que exista.
-Cuenta la leyenda que...

Hace muchos años, sobre el pueblo de Olleon, existía una familia humilde, gentil y feliz. Los padres amaban demasiado a su único hijo que harían lo que fuera por él.
Y así fue.
A la edad de 7 años aprendió a estar en armonía con la naturaleza, así como con nuestra Madre Luna..., pero no se le fue recompensado por ello.
Un día, tras la derrota de su reino y ante la caída del ejército aliado al país, su familia cayó ante las hojas afiladas del enemigo: fueron asesinados bajo la luz de la luna..., bajo el eclipse lunar.

Lo encerraron en los calabozos junto con los demás prisioneros, incapaces de ver tan siquiera un rayo de luz lunar o solar.
Ante la salida de una expedición por parte del rey Towen, donde los prisioneros, a su vez, serían cazados, esto con tal de tener diversión, aquel niño inocente de ahora ya 9 años, huyó de las garras enemigas, dirigiéndose hacia el río, en donde estaría a salvo.
Cuentan que el niño logró notar, en el río, a una dama: una dama de un vestido blanco resplandeciente al igual que su piel; que su cabello era rubio y habían varias mariposas azules a su alrededor.
Y entonces, la dama le dijo: "oh, pequeño lobo de la luna, lejano al amanecer y cercano al anochecer azulado; buscador de paz y amor; creador de lo imposible; ¡oh, grande hijo de Akrea! ¿Qué te han hecho?".
Dicen que el niño solo respondió con sollozos, dejándose caer ante los brazos de aquella mujer, rodeando al pequeño en un mar de mariposas azules.

-...Y desde entonces, se dice que el Espíritu de lobo nació en carne humana, despertando ante la dama, mensajera del bien..., la voz de nuestra Madre luna.
-¿Un lobo...nació como humano? -pregunté. ¿Qué clase de juego es este?, pensé.
-Así es..., pero su espíritu siempre siguió como lo que realmente era. Por eso se le llama "Espíritu de lobo".
-¿Y qué tiene de especial? ¿Qué pasó con él después?
-Pues muchos dicen muchas cosas diferentes: unos dicen que su espíritu despertó después se vengó, otros dicen que buscó a un huésped como armadura, y otros que murió por el maltrato que sufrió ante la caída de su pueblo.
-Y creo saber cuál es la verdadera.
-Sí, pero no muchos lo creen: todos piensan que el Espíritu de lobo murió..., otros no, por eso están en su caza.
-¿Para qué? ¿Tan especial es?
-¡Por supuesto, niño! No estamos hablando de cualquier animal: es una majestuosidad: su pelaje es azul cielo con azul rey y blanco; tiene mariposas azules. ¡Su poder es inmenso!
Él fue quien salvó al mundo de las atrocidades humanas. "Creador de la paz y del amor".
Apreté las cobijas con fuerza.
-¿Entonces...dices que esa cosa está dentro de mí?
-No es una cosa, niño. Ten más respeto. Y, sí, él está dentro de tí..., aquí -señaló mi estómago.
-¿Uh? ¿Estoy embarazado?
-No seas ignorante, mocoso -gruñó la anciana-. Está aquí -quitó los trapos de mi estómago.
Y entonces lo pude ver.
-No puede ser...-susurré.

The Legend Of The Spirit Wolf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora