𝙿𝚘𝚎𝚜𝚒𝚊𝚜

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Días después del drama en la oficina del director todas las chicas de alguna forma se habían enterado, era de lo único que se rumoreaba en los pasillos y en las habitaciones de chicas. La historia llegó a mi a través de mi compañera de habitación y el rumor me había llegado algo tragiversado.

Pero a quien más le había afectado era a Claudia, no era un secreto que su grupito de amigas idolatrara al padre Eduard, me dejó claro, una tarde mientras pasaba por su habitación que estaba enfadada conmigo por haber puesto al director en contra del Padre Eduard, y que ambos sacerdotes habían discutido por mi culpa, murmuró también algo sobre que deberían expulsarme porque solo ocasionaba problemas a donde fuera.

No me lo dijo a la cara , por supuesto, lo dijo a mis espaldas  manteniéndose a una prudente distancia, no me había vuelto a molestar desde el día en que le rompí la nariz.  De todas formas no le presté  atención en lo absoluto, no tenía tiempo para eso, literalmente. Los exámenes estaban por venir y había pasado toda la semana en la biblioteca. Por esa misma razón, el escándalo se disipó rápidamente porque todos estábamos más preocupados en estudiar para los exámenes que en rumores de pasillos.

Apenas había tenido tiempo para nada, y las charlas con el padre Víctor se habían quedado en segundo plano, lo veía ocasionalmente en el comedor o en misa, y solo podíamos saludarnos y compartir un par de sonrisas cómplices.

Hasta esa tarde.

Yo había decidido salir al aire libre, para repasar un poco antes de mi siguiente examen, que sería dentro de unas horas.

Llevé conmigo un libro y estaba leyéndolo muy concentrada bajo la sombra de un árbol, cuando vi que Victor venía hacia mi.
Se había separado de otros docentes para acercarse, trayendo consigo su encanto natural.

—Hola. Dani. —saludó. Con una sonrisa agradable. —¿Podemos hablar?

—Si, claro que si. —respondí. miró a los docentes que continuaron avanzando sin él y comenzó a sentarse frente a mí para estar a mi a altura.

La mayoría del tiempo el padre Víctor vestía con su camisa de bonotes negra y alza cuello blanco, pero en ocasiones cómo ésta, llevaba ropa normal y lo hacía ver tan apuesto, usaba una camisa azul Marino de manga larga que no estaba abotonada hasta arriba, lo que dejaba ver un poco su pecho y su cabello castaño que había crecido un poco más estaba revuelto.

—¿Quiero saber como te sientes? No te has metido en problemas últimamente. Eso me enorgullece. —bromeó muy satisfecho.

Lo fulminé con la mirada un tanto divertida.

—Es por que no he tenido tiempo. Los exámenes me mantienen en la biblioteca todo el tiempo.

—Lo sé. Me he dado cuenta, tu agenda está muy apretada para nuestras conversaciones. —Me reprochó. —Casi extraño que te metas en problemas para venir a sacarte de ellos.

—También te he extrañado, Víctor.

Él sonrió.

—Mi nombre en tus labios se escucha tan bien. —señaló mirándome de forma intensa mientras, un dedo recorría su labio inferior distraídamente. El no tenía idea porque lo hacía inconscientemente, pero se veía tan atractivo cuando hacía eso.

—Oye...se te escapará nuestro secreto por la mirada. —le dije, comenzando a ponerme nerviosa. Me miraba tan seductor y su loción cautivaba mis sentidos, noté que se había afeitado la fina barba que solía llevar y se miraba tan apuesto, sus hoyuelos saltaban a la vista.

Yo Confieso...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora