𝙼𝚒𝚛𝚊𝚍𝚊𝚜

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"Yo confieso ante todos ustedes
que he pecado mucho..."


















¿Un colegio  catolico? Yo lo llamaría más bien un colegio caótico, murmuraba en mis adentros nuestras metía lo es escencial en mi mochila.

Una semana, había transcurrido una semana desde que llegué a este sitio, pero ya había tenido suficiente, escaparía  de este lugar, no lo había pensado demasiado y no sabía a donde iría con exactitud, aveces no necesitas saber donde iras lo unico que necesitas saber es que te tienes que ir, y ya.

Me  puse mi abrigo más grueso y me puse la mochila al hombro antes de salir a hurtadillas, mi compañera de habitación respiraba queda y lentamente, profundamente dormida.

No era así como pensaba pasar mi último año de instituto, había pasado la mayor parte de mi Adolescencia en internados, y el cielo sabía qué tipo de internados, fui a parar a los peores y más horribles lugares donde el diablo tiene miedo  llegar, donde los profesores eran tan estrictos como corruptos, sin embargo no me había ido tan mal, había aprendido mucho, ¿Matemáticas e historia? No, técnicas de supervivencia sobre todo.

Una vez en el pasillo Agudice mi oído a los ruidos de la noche, logré captar respiraciones lentas y ruidosas, todos dormían, así que me deslicé sigilosamente por el pasillo.

El internado estaba en las afueras del pueblo, por lo que tendría que caminar kilómetros para llegar a una estacion de buses.  Pero con suerte encontraría a alguna buena persona madrugadora que trabaje desde temprano, que me acercara al pueblos. Me las arreglaría, traté de convencerme mientras caminaba sigilosamente muy pegada a las aredes del corredor.

Solo tenia que atraves los jardines y saltarme el muro, solo esperaba que no fuera tan alto como lucía, pero no tuve oportunidad siquiera de comprobarlo, antes de llegar a los terrenos sentí la mano de una persona cerrarse alrededor de mi brazo, la mirada de una muy furiosa madre fue lo ultimo que vi, antes de ser arrastrada de vuelta a mi habitacion.

Asi fue como me converti, en la mañana siuiente, en la chica que había intentado fugarse, escuché como murmuraban en el comedor a a hora del desayuno, Ciertamente en este sitio se respiraba una aparente paz absoluta, pero era eso lo que me inquietaba, sentía que en cualquier momento algo sucedería, y así era, tarde descubrí que lo que el ataque que yo esperaba, ya estaban sucediendo, pero aquí no atacan de frente, era por lo bajo que se rumoreaban cosas de mi, eran las miradas que me seguían a todas partes y los cuchicheos, fue una suerte el hecho de tener la primera hora libre, me fui a los terrenos del internado al lugar más solitario, me senté en el verde follaje bajo la sobra de un árbol, para leer tranquilamente, lejos de personas entrometidas.

Algunos chicos tambien habian aprovechado que hacia un dia increible para salir a disfrutar de la brisa y el sol, pero estaba lo suficientemente lejos de mi como par no interrumi mi lectura, entonces, de pronto elevé mi mirada  como si fuera algo instintivo y busqué esa intensa mirada que sentía sobre mi, y lo encontre.

Elevé la mirada por encima de mi ibro, era un joven, de impresionante belleza, vestido de negro y con alza cuello blanco, parecia ser un seminarista, se encontraba sentado junto a otros dcentes, pero su atencion estaba fija sobre mi, a pesar de estar absorto en mi, apenas fue consciente que yo también lo miraba, no fue hasta que me di cuenta que la brisa habia levantado mi corta falda de uniforme, que la acomodé y me removi, sentada como estaba con mis piernas dobladas, que él aparto su mirada de manera brusca, un ligero rubor subiendo por mis mejillas.

En la primera clase, los cuchicheos aumentron cuando entre al salon, hice caso omiso hasta que alguien me pasó un papel, venía desde atrás y se lo habían pasado de uno a uno, leyéndolo hasta que por fin fue a parar en mi mesa.

Yo Confieso...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora