𝙳𝚎𝚜𝚙𝚎𝚍𝚒𝚍𝚊𝚜

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Dani


El día que siempre había esperado desde que vine al internado había llegado, más rápido de lo previsto, era casi nostálgico recordar todas las cosas que había pasado en ese año, él torbellinos de emociones de las que fui presa, ahora estaba feliz de irme pero no por las mima más razones que cuando entré, esta vez no me iría sola, y casi podía acariciar con mis dedos ese planes de descubrir el mundo que me esperaba afuera, y esta ves iría acompañada de la persona que amaba.

Ese día por la mañana había tenido la discusión más fuerte de todas con mi tía, cuando ésta me llamo para informarme que iría por mi, se llevó una gran sorpresa cuando le dije que ya no sería necesario, porque no pensaba volver a ese lugar donde me recibían con desprecio y solo por interés, donde me trataban peor que una cárcel.

El dinero que había heredado de mis padres lo obtendría cuando entrara a la universidad y sabía exactamente que lo primero que quería hacer era recorrer el mundo, mis padres que se habían casado jovenes nunca tuvieron una boda, no hubo fiesta, ni vestido blanco, decidieron en cambio viajar por el mundo, y eso es lo que deseo hacer, recorrer los lugares donde estuvieron y sentirme un poco más cerca de ellos.

En el internado se miraban caras alegres, personas empacando, y aquellos amigos que se habían formado aquel año derramaban algunas lágrimas por aquí y por allá, despidiéndose, con promesas de escribir, de visitar.

Arrastré mis maletas  fuera de la habitación, afuera comenzaban a llegar los coches,padres y familiares que vendrían por sus hijos, mi acuerdo con Víctor había sido que me esperaría  en fuera de la iglesia, su iglesia que había sido su hogar, porque ciertamente nadie se esperaría ver una alumna metiendo las maletas en el carro del consejero estudiantil. A pesar de todo, y para mi sorpresa, nuestro amor había permanecido en incógnito durante todo el año, lo que me hacía pensar que otras tantas cosas curiosas no pasaron ese año de las que yo no me enteré.

Mientras llegaba hasta el vestíbulo vi a Aria correr hacia mi,  con una  sonrisa de oreja a oreja, como si hubiera estado esperándome o buscándome para despedirse de mi.

Había sido casi la primera persona en bajar porque había arreglado sus maletas como un mes antes por las ansias que tenía de irse y ser libre.

Me alegré al verla, ella corrió hacia mi encerrándome en un abrazo que casi me tumba.

—Voy a extrañarte, chica. —dijo, con mucha emoción mientras me abrazaba, fue un largo y fuerte abrazo de su parte, con mucha intensidad.

—Gracias  por lo que hiciste por mi, me di cuenta, Aria. Supe lo que hiciste.

—¿Te ayude de alguna manera? —respondió tímidamente pretendiendo no saber nada, y escondiendo una sonrisa pícara.

—por supuesto que si! Hiciste mucho por mi. —es de entusiasmo y dio pequeños aplausos eufóricos.

—Significa que tú y Víctor....

—Si..— me apresuré a decir para que no siguiera hablando de la forma tan eufórica en que estaba. —Suerte con Ross. Espero que sean tan felices como tú te lo mereces.

—¿Que? ¿No vienes? —cuestionó señalándome la salida al ver que había acomodado mis maletas en el vestíbulo.

—No...—respondí dudando, mientras miraba hacia las escaleras que llevaban a las oficinas de docentes. —Aún tengo algo que hacer.

Yo Confieso...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora