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(Escena totalmente independiente de la línea de tiempo de la historia original)





Es otra tarde ordinaria en el internado católico, otro día de castigo para Dani, de hecho lleva ya varios castigos acumulados, por pequeños actos vandálicos, es una habida malhechora y ya se volvió una costumbre que la envíen a confesar sus malo actos.

El padre Víctor se encontraba dentro del confesionario, tenía la cabeza apoyada contra la madera de su refugio, sopló distraídamente un mechón que le caía sobre la frente,
se aburría mientras esperaba a que llegara su siguiente feligrés, había pasado todo el día escuchando a un montón de jóvenes que más que confesarse llegaban para quejarse de sus otros compañeros, aquello se sentía más con un buzón de quejas, y no podría soportar otra más.

Escuchó que alguien llegó del otro lado de la pequeña ventana y descorrió la cortina.

Sonrió al verla.

—¿por que estás aquí esta vez, Dani? —dijo  divertido.





Dani






—Estoy aquí porque las monjas creen que es inmoral no usar bra con mi uniforme pero es que son tan incómodos sabes. —Le digo lanzándome mi mirada seductora. 

Noto como traga grueso y trata de seguir  actuando normal

—Dani. Yo entiendo que una dama no debería usar nada que la lastime. Pero míralo como si fuera parte de tu uniforme. Además de esa manera no llamas atenciones inapropiadas sobre ti.

—No es mi culpa que haga tanto frío y mis pezones se pongan duros. -me excuso al tiempo que llevo mi mano y me agarro un pecho sobre mi uniforme para enfatizar mi punto, Víctor que siempre me mira tan atento mientras hablo no puede evitar casi por empatía seguir el movimiento de mis manos, o quizás fue que no pudo prever mis intenciones a tiempo porque rápidamente aparta su mirada al darse cuenta del rumbo de estas, sus ojos miran hacia arriba dentro del confesionario. —¿que sucede? Tu también eres como el resto de personas que se escandaliza porque mis pezon es de notan contra mi uniforme? —aunque mis preguntas pudieran parecer un reclamo, la entonación sugiere todo lo contrario, las palabras se deslizan de mi boca con una gracia felina, sé que mis pechos son grandes y firmes, a veces cuando vengo al confesionario con Víctor desabotono mi escote a propósito pero a él nunca se le escapa una sola mirada inapropiada.

Mi pregunta lo deja en jaque, porque sabe que el cuerpo es algo natural, pero al mismo tiempo sus palabras titubean al saber que la conversación se trata sobre mis pechos. El rubor es persistente en sus mejillas, me doy cuenta de ello aún con la malla que nos divide, puedo notar su nerviosismo, aún cuando ni siquiera a dicho una palabra, lo sé porque sus manos están entrelazas contra su regazo y sus pulgares tamborilean entre sí rítmicamente

—Ninguna parte de nuestro cuerpo es mala o pecaminosa Dani. Dios nos creo a su imagen y semejanza, y por eso misma razón tienes que respetar y cuidar tu cuerpo. —responde, tratando de evitar las intensas miradas que le dirijo, sus ojos permanecen mirando hacia al arriba , como si buscara inspiración divina o como si rezara mentalmente para alejar cualquier mala tentación.

¿Habrán  tentaciones buenas?

Sonrio juguetona mente, satisfecha con su respuesta, no dejaré ir este tema sobre el cuerpo humano tan fácilmente.

—Entonces, ¿crees que no hay nada de malo con mi cuerpo, Víctor?

—Claro que no, Toda creación de Dios es perfecta.

Yo Confieso...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora