𝚃𝚛𝚊𝚖𝚙𝚊𝚜

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Mi vida dentro del internado comenzaba a a ser poco a poco más fascinante de lo que hubiera imaginado, todo gracias a la grata compañía que Víctor había resultado ser para mi, a pesar de todos los problemas en los que me metía constantemente el lugar seguía siendo apacible. Aunque habían muchas cosas que no comprendía, por ejemplo las misas obligatorias lo domingos, algunas sedémonos y rezos para ciertos beatos y santos.

Una tarde en particular, todo mi salón tuvimos que hacer un rosario, lo habían organizado de tal forma en que cada estudiante participara, algunos rezando ciertas partes, otros cantando, pero todos debían participar de alguna manera. No me tardé mucho en negarme, pero naturalmente no me lo permitieron, me asignaron una parte para que leyera, me toco rezar las letanías. Que era una larga lista de todo tipo de deidades y artilugios sagrados como el trono de sabiduría y el arca de la alegria, las reliquias de la muerte de Harry potter y una larga lista así.

Sentí que aquellos rezos eran interminables y agotadoras, no entendía de qué forma esto nos ayudaba, y no lo terminé de comprender ni con la explicación que Víctor me dio una tarde en que se lo planteé.

—Existen días de precepto. Que la iglesia nos manda a asistir a misa como obligacion. —Había comenzado.

—Días de...? Bueno a mi eso me suena a condon. —Expresé.

—¡De precepto, no de preservativo. Dani! —dijo alarmado el padre Víctor, y sonrió dándome me dio un ligero golpe en la cabeza con el libro que sostenía en sus manos al notar que le estaba tomando el pelo.

—¿Entonces solo esos días son obligatorio? ¿Significa que nunca fue obligatorio asistir a misa cada domingo? ¿Puedo negarme a ir entonces? —Ni siquiera espere una respuesta, sus ojos fulminantes me hicieron dejar de insistir. —¿Y porque tenemos que hacer El Rosario? Es Aburrido, Víctor.

— El Rosario es una especia de sacrificio, por alguna petición que queremos en concreto.

Me rasque una ceja. Pensando por donde cuál de todas esas cosas que dijo había sido la peor para debatírselo.

—No termino de entender porqué todo en la religión tiene que ver con sufrimiento. Crucifixión, sacrificios, castigos eternos, genocidios.

El negó.

—No Dani, la religión  es más que eso, es amor, es paz, la religión puede consolar tu alma y hacerte sentir feliz. —continuó y continuó.

Él podía decir lo que quisiera, habían muchas cosas que daban eso. Yo solo veía a la religión como el poder más peligroso del mundo, al igual que una dictadura, podían imponer reglas y hacer cosas incluso si estas fueran malas, nadie las cuestionaría porque las hacen en el nombre de Dios y guiados por lo ángeles. ¿Y Quien se atrevería a cuestionar este poder?

No importó cuánto se lo cuestionara a Víctor, esa tarde me encontraba ahí rezando las letanías, que leía de un libro en voz alta. Víctor estaba a mi lado, sentado en la banca de la capilla.

Cuando terminé mi parte, alguien más siguió,m con su parte, yo fácilmente podía comenzar a divagar para alejar mi mente de ahí pero Víctor habló, en una voz baja. Solo para mi.

—Cuando era niño me escabullía a esta capilla, me levantaba muy temprano para poder ver a las monjas rezar El Rosario antes del amanecer. —dijo en un susurro. —Cuando me descubrieron no me regañaron, se dieron cuenta de lo mucho que me gustaba y sencillamente me incluyeron.

Yo Confieso...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora