𝙾𝚛𝚐𝚊𝚜𝚖𝚘𝚜

1.8K 93 11
                                    






Víctor

—Tengo media hora libre, estaba aburrida y decidí venir a visitarte. —vociferó mi Dani dulcemente cuando entró a mi oficina. Había estado tratando de responder un par de correos, pero no había espacio en mi mente para otra cosa que no fuera ella.

—Parece que te he llamado con la mente. —dije complacido.

Dani aún seguía frente a la puerta, sus manos atrás de la espalda con nerviosismo, aún así había un destello misterioso brillando en esos bellos ojos miel. Me permití admirarla un momento, su cabello había sido lo primero que había llamado mi atención el primer día, éste era cedoso y caía hasta su cadera delineando su adorable rostro, pero lo que más atraía en ella era su poderosa mirada.

Le pedí que tomara asiento, y procedí a ponerme en pie para sentarme sobre mi escritorio y así poder estar más cerca de ella.

–...Necesitaba verte. —confieso. —te he extrañado tanto.

—Nos vemos a Diario. —dice elevando su hombro. su expresión impenetrable, pero se que está triste. Había aprendido a descifrar cómo encubría sus emociones con indiferencia.

—Lo sé, pero no en la forma en que quisiera. —respondo. —No me basta solo saludarte y compartir un par de palabras. Últimamente he estado ocupado.

Su mirada se suaviza.

—Lo sé. Tampoco me agrada compartirte con Lucas. —Refunfuña.

Sonrío por sus celos.

—Está pensando en convertirse en sacerdote por eso viene a hablar conmigo, he estado dándole concejos al respecto. Y hemos orado mucho. —le explico.

—¿Orar? —dice arrugando la nariz, asiento con la cabeza y lo reflexiona un rato. —debe ser entretenido hablar con él, ambos tienen eso en común. Les gusta...orar.

No puedo evitar reír.

—¿A qué quieres llegar con eso, Dani?
—pregunto, entretenido.

—Que prefieras hablar con el, es entendible. Hablar conmigo no es tan entretenido. —dice y su mirada se vuelve traviesa.

Una piernas se mueven de lado a lado, evito mirar hasta que me doy cuenta que lo hace a propósito.

—No hay nada mejor que pasar mi tiempo contigo. —Razono. —Nada se puede comparar con eso.

—A puesto a que no hablan de temas tan profundos como los que hablamos nosotros. —dice y su mano juega con el borde de su pequeña falda, que rosa sus muslos mientras estos se abren peligrosamente.

—No, ni por cerca. —digo perdido en ese juego de movimientos, su dedo traza círculos lentos sobre su muslo. –Es tan aburrido. Que pienso en ti todo el día y te extraño más.

—¿Más? —cuestiona sugestivamente.

Asiento mordiendo mis labio, entendiéndolo.

—Mucho más. —respondo.

Sus piernas se abren aún más y sus dedos rozan su zona. Mi mandíbula se tensa, exteriorizando  toda la tensión que se acumula dentro de mi al verla acariciarse encima de su ropa interior, dándome su mirada más lasciva. Soy incapaz de contenerme, trago grueso y estoy inmóvil sin poder quitar la mirada de ella. Siento como mi ropa interior se ajusta apretando mi miembro duro.

No es ningún secreto que tiene un increíble cuerpo, su cintura pequeña realza aún más  sus  grandes y redondos pechos, recuerda a una bella Ninfa del bosque. Y sabe cómo usar eso contra mi. Antes había estado muy nervioso por no saber muy bien qué hacer, pero rápidamente me había dado cuenta que acariciarla era algo instintivo, cuando estuvimos juntos se sintió tan familiar, como si lo hubiéramos hecho mil veces.

Yo Confieso...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora