Capítulo 10
—¿De verdad te vas a operar la nariz?
Esperanza caminaba al lado de Nicolás, rumbo hacia una clínica que más bien parecía una mansión. Vio las amplias entradas y estacionamientos, los jardines recortados y el imponente edificio que se dividía en tres bloques.
—Claro, Espa — repuso él —. Es algo que siempre he querido hacer y apenas hace poco pude terminar de reunir el dinero.
Ella lo contempló con atención.
Nicolás era alto y un poco rollizo, pero eso no le restaba atractivo físico. Y aunque su nariz era un poco larga, se veía bien perfilada porque era delgada. Tenía una bonita piel bronceada que Esperanza envidiaba en silencio todos los días. Ni una sola espinilla o imperfección.
—A mí me parece que estás muy bien, pero es tu decisión.
Él se giró y le sonrió.
—¿Acaso me estás seduciendo? La oferta me halaga, no digo que no, pero te recuerdo que tengo novia.
Esperanza rio mientras negaba con la cabeza.
Subieron una rampa de acceso corta y luego entraron a la recepción.
Ella miró la hora en su reloj. Actualmente, todo el mundo lo hacía desde su celular, pero el hospital tenía políticas estrictas con respecto al uso de dispositivos móviles durante los horarios de trabajo. Unas políticas que sólo aplicaban para algunos.
Esperanza ahogó un suspiro cuando vio al doctor Cardona sentado en una de las sillas de espera en la recepción. Él se puso en pie en cuanto los vio.
—Hola, Esperanza.
Ella sólo lo miró, confundida.
—Ya hice lo mío, doc — dijo Nicolás alzando las manos.
Sebastián asintió.
—Muchas gracias, Nicolás.
—¿Qué está pasando? — inquirió Esperanza con desconcierto.
Nicolás no dijo nada. Sebastián respiró hondo y le dedicó a Esperanza una expresión cálida.
—Yo... sé que tú me pediste que no volviera a acercarme a ti y créeme que no es mi intención entrometerme en tu vida — las palabras le salían atropelladas debido a los nervios —. Me he tomado el atrevimiento de apartar para ti una cita con una dermatóloga.
A Esperanza se le escapó un gemido agudo.
Bajó la cabeza, con el rostro totalmente rojo de vergüenza.
Sebastián se sintió terriblemente mal cuando vio que los ojos de ella se encharcaban rápidamente. Por un momento, se arrepintió de haber tramado todo aquello.
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La chica de la limpieza
ChickLitSebastián acaba de entrar a trabajar como neurólogo en el Hospital Nueva Fundación. Es un hombre serio, profesional y muy organizado que sólo quiere realizar un buen trabajo y ejercer su pasión: la medicina. Su visión práctica y cuadriculada cambia...