Capítulo 24
Que le dieran el permiso para ausentarse fue sencillo.
Lo difícil fue convencer a Gerardo Soler de que le diera a Esperanza la dirección de la casa de Sebastián. Tuvo que mentir y decir que él necesitaba unas carpetas que estaban en poder de Esperanza y que ella debía entregárselas antes de que él se fuera de viaje.
Por fortuna, la confianza que el director del hospital tenía en la integridad de Esperanza, era absoluta. También estaba al tanto de que ella y el doctor Cardona tenían una relación, así que no dudó de lo que ella le dijo.
Tomó un taxi a la salida del hospital que tardó más de media hora en llegar a la dirección que Esperanza le dio, debido a que había un embotellamiento tremendo.
Ella casi saltó del taxi.
Sin embargo, transcurrieron unos instantes antes de que ella reuniera el valor para tocar la puerta.
La casa en la que Sebastián vivía con sus padres, tenía dos pisos y a juzgar por la fachada, el interior era mucho más elegante. Una de las casas más bonitas en todo el barrio.
Abrió la madre de Sebastián.
Su desconcierto y su sorpresa fueron tremendos al ver a Esperanza, tanto que al principio no supo qué decir.
—Buenas tardes — dijo ella con la voz cargada de ansiedad.
—Esperanza... Sebastián no está. Hoy salía de viaje. Hace como media hora se fue al aeropuerto.
Ella asintió.
—Sí, señora, acabo de enterarme. Yo esperaba... quisiera que usted me dijera, por favor, en cuál aeropuerto está. Necesito hablar con él y espero alcanzarlo antes de que se vaya.
Enrique, el padre de Sebastián, apareció en ese momento para saber con quién hablaba su esposa. Reconoció a Esperanza enseguida, ya que Margarita lo había puesto al tanto de todo lo que había ocurrido entre ella y Sebastián, así como el pasado que existía entre ambas familias.
—Sí, claro. Está en el José María Córdova — repuso ella —. Ojalá que puedas alcanzarlo.
—¿Y por qué no lo llamas? — intervino Enrique.
—Lo llamé mientras venía para acá, pero su celular está apagado.
—Si él llama, le diremos que vas para el aeropuerto y que quieres hablar con él.
Aunque la voz del padre de Sebastián era grave y ronca, también estaba teñida de afabilidad.
Qué diferentes se veían las personas cuando no las mirabas a través del filtro de los prejuicios.
Esperanza siguió plantada delante de ellos.
—Yo... antes de irme, quería pedirle disculpas por la forma en que la traté cuando fue al hospital a hablarme de Sebastián. Yo no entendía lo que estaba pasando y me dejé llevar por mi dolor.
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La chica de la limpieza
ChickLitSebastián acaba de entrar a trabajar como neurólogo en el Hospital Nueva Fundación. Es un hombre serio, profesional y muy organizado que sólo quiere realizar un buen trabajo y ejercer su pasión: la medicina. Su visión práctica y cuadriculada cambia...