Capítulo 20
Esperanza se encontraba reunida en su oficina con el equipo de contadores del hospital, preparando el balance mensual que debía estar listo para el viernes.
Era miércoles, pero ella prefería ser precavida y por eso les había solicitado con anterioridad, tener listos los informes de cada departamento. Esto, en caso de que se presentara alguna dificultad al reunir toda la documentación requerida.
Carmen tocó la puerta dos veces.
—Adelante — dijo Esperanza con la vista todavía fija en los papeles que había sobre su escritorio.
—Mmm... sé que estás ocupada, Esperanza — murmuró Carmen tímidamente, aunque tiempo atrás fuera una de las personas que la trataban mal —, pero en la recepción hay una mujer que quiere verte.
—Ahora me encuentro bastante ocupada. Por favor, dile que deje su nombre y teléfono, que yo la llamaré más tarde. O si lo prefiere, que vuelva mañana y yo la atenderé.
—La señora se llama Margarita Pérez y noté que tenía mucha urgencia de verte — insistió Carmen en tono lisonjero.
Las manos de Esperanza se pusieron rígidas, su respiración se detuvo y palideció de forma repentina al escuchar ese nombre.
—¿Esperanza? ¿Estás bien? — preguntó Diego a su lado, uno de los contadores.
Ella logró recomponerse un poco y asintió.
—Debo salir un momento, pero no tardaré — dijo mientras se levantaba —. Les pido disculpas.
Los contadores asintieron y continuaron trabajando.
Carmen siguió a Esperanza, aunque ella no se lo había pedido.
—Yo sospechaba que era algo importante y por eso te interrumpí.
Esperanza apenas si prestó atención a lo que ella decía.
Lo único que ocupaba su mente era la razón por la que esa mujer se atrevía a buscarla, luego de que el juez hubiera dejado todo tan claro.
Cuando llegó a la recepción, vio que Diana estaba charlando con ella.
La madre de Sebastián no se había identificado como tal, sólo había dicho su nombre y que buscaba a Esperanza. Fue poco lo que Diana pudo sacarle porque Margarita era una persona seria y reservada, cualidades que había heredado Sebastián.
—Buenas tardes — espetó Esperanza en un tono acre que bien hubiera podido hacer parecer sutil cualquier insulto.
Carmen y Diana, acostumbradas a la afabilidad mesurada de Esperanza, observaron la escena con la boca abierta.
Margarita se puso en pie.
Cabe mencionar que, aunque Esperanza supiera quién era ella, Margarita pensaba que la chica que tenía enfrente era sólo la mujer con la que salía su hijo, y no la hija de la pareja que iba en el taxi, el mismo que Manuel embistió aquel trece de abril.
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La chica de la limpieza
ChickLitSebastián acaba de entrar a trabajar como neurólogo en el Hospital Nueva Fundación. Es un hombre serio, profesional y muy organizado que sólo quiere realizar un buen trabajo y ejercer su pasión: la medicina. Su visión práctica y cuadriculada cambia...