🧹 Capítulo 14 ⭐

4.8K 327 16
                                    

Capítulo 14

Esperanza golpeó suavemente la puerta del consultorio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Esperanza golpeó suavemente la puerta del consultorio.

—Adelante — contestó la voz de Sebastián desde adentro.

Ella abrió la puerta. La sonrisa tímida se le borró cuando vio a Lina Acevedo de pie ante el escritorio de Sebastián.

—Vuelve más tarde — espetó Lina mirando a Esperanza con desagrado —. Estoy hablando con Sebastián.

Esperanza asintió.

Se esforzó por ocultar su desilusión mientras retrocedía con el carrito.

Lina era alta, esbelta, con un cabello negro liso y una piel blanca sin mácula. Los tacones hacían lucir sus piernas todavía más largas.

—Puedes hacer la limpieza, Esperanza — masculló Sebastián con firmeza —. Lina ya se iba.

Ella se volvió hacia Sebastián y lo miró con expresión ofendida. Sin embargo, su orgullo le impidió seguir insistiendo en presencia de una empleada del aseo.

—Nos veremos luego, Sebastián — se despidió Lina, deslizando una mano sobre el hombro de él.

Caminó hacia la puerta y le dedicó a Esperanza una expresión cargada de fastidio.

Ella comenzó a recoger las bolsas de la basura que había en los botes del consultorio.

Sebastián se levantó.

—Saldré para que puedas trabajar mejor.

—Espere... doctor — musitó Esperanza con su voz dulce —. Yo vine a hacer la limpieza, pero también quería hablar con usted.

Él se giró para mirarla.

Había sido fiel a su palabra del día anterior y no se había acercado a ella en absoluto.

—Claro, Esperanza.

Sebastián se plantó delante de ella, aunque respetando su espacio personal.

Esperanza se retorció las manos y respiró profundamente. Él aguardó con paciencia.

—Mañana debo hacerme los exámenes que me mandó la doctora Berenice — repuso ella al fin —. Ya pedí permiso todo el día porque son muchos. Me gustaría... no sé si usted se encuentre ocupado a eso de las cinco de la tarde.

Sebastián no entendió muy bien.

—¿Quieres que te acompañe a tus citas?

Ella negó con la cabeza. Seguía sin mirarlo a los ojos.

—No, doctor. Quisiera saber si a usted le gustaría... charlar un rato mañana, luego de hacerme los exámenes. Aunque si no puede o... no quiere, no pasa nada.

Esperanza no podía estar más roja.

La ternura que embargó a Sebastián fue inmensa.

—Esperanza, ¿tú quieres salir conmigo?

Ella volvió a respirar hondo y levantó la vista hasta que sus ojos se encontraron con los de él.

—Sí, doctor. Si usted no está ocupado — añadió.

—Muy bien. Mañana saldremos a charlar un rato.

Sebastián se dio la vuelta, con una enorme sonrisa en su rostro.

Sebastián se dio la vuelta, con una enorme sonrisa en su rostro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La chica de la limpiezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora