🧹 Capítulo 21 ⭐

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Capítulo 21

Esperanza y Sebastián no se hablaron durante un mes entero

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Esperanza y Sebastián no se hablaron durante un mes entero.

Lograron desempeñar su trabajo sin tener que relacionarse y cuando por casualidad se veían en la cafetería o algún lugar común dentro del hospital, los dos seguían de largo.

Ambos tenían el corazón destrozado y no había espacio para el orgullo.

Sebastián se moría por acercarse a ella, pero su prudencia y el inmenso respeto que sentía hacia Esperanza, le indicaron que lo mejor era darle tiempo. Sin embargo, notaba tanto desprecio en sus ojos verdes cada vez que se cruzaba con ella, que la idea de reconciliarse comenzó a hacérsele cada vez más lejana, imposible.

Aunque se entregaba a su labor como doctor con el mismo amor y disciplina de siempre, ya no disfrutaba tanto estar en el hospital. Nada más llegar, recordaba que allí también trabajaba la mujer a la que adoraba, pero con la que no podía estar.

Lina observó este distanciamiento radical y aunque no sabía la razón, aprovechó la situación para intentar aproximarse a Sebastián. No obstante, se llevó varios chascos amargos porque si él era serio y reservado por naturaleza, sus problemas con Esperanza lo habían tornado más impaciente ante las imprudencias de los demás. Le dijo, por última vez y en un tono bastante áspero, que saliera de su consultorio y lo dejara trabajar tranquilo.

Sebastián la estaba pasando realmente mal, pero a Esperanza no le iba mejor.

Cuando estaba en el hospital, encerrada en su oficina, le costaba mucho concentrarse en sus funciones. Fueron días en los que lloró amargamente y le reclamó a la vida el haber sido tan injusta, tan irónicamente cruel.

¿Por qué Sebastián tenía que ser precisamente el hermano de ese hombre?

¿Cuántas probabilidades había de que eso le ocurriera a cualquier persona en el mundo?

¿Es que acaso ella no merecía ser feliz, después de tantas desgracias y desilusiones?

¿Cómo poder estar al lado de alguien que pertenecía a la familia que tanto dolor había causado a la suya?

El dilema que sacudía a Esperanza era tremendo.

Su corazón seguía amando a Sebastián profundamente y le decía que él no era culpable de lo que había hecho su hermano, que no debía pagar por sus errores. Pero el resentimiento también era demasiado grande dentro de ella. La irresponsabilidad de un hombre le había arrebatado a uno de los dos seres que más quería.

Un duelo mal procesado generó en Esperanza un odio profundo hacia esa familia.

Por supuesto que recordó el apellido Cardona cuando Sebastián entró a trabajar al hospital, pero era un apellido muy común en Colombia. No le prestó mayor atención.

La chica de la limpiezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora