Soy un... ¿qué?

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El "duende" se le quedó mirando, por lo que él le devolvió la mirada.

El "duende" lo miró con más dureza, por lo que él le devolvió la mirada con más dureza.

Luego el "duende" se giró hacia atrás, haciéndolo casi sonreír en victoria... hasta que le ladró al otro "duende" en la habitación y luego se giró hacia él, comenzando a pincharlo con sus dedos largos que eran más puntiagudos que unas agujas.

—¡Oye! —protestó, retrocediendo al sentir que algo extraño estaba sucediendo a su alrededor.

Una especie de onda se elevó, rodeándolo y envolviéndolo.

—¿Qué está pasando? —gritó, tratando de esquivar su ataque e intentando sentarse.

—Deja de luchar contra la magia, niño —el sanador "duende" Sharptooth ladró, empujándolo de vuelta a la cama—. Estoy tratando de lanzar un hechizo de diagnóstico para saber cuánta memoria has perdido.

—Mi memoria está bien —él espetó— ¿Y de qué estás hablando? ¿Qué hechizo? La magia no existe —después de decir eso, se detuvo en seco.

¿Por qué suena como si estuviera ceceando y siseando de nuevo? Qué bueno que la tía Petunia y el tío Vernon no estaban allí para escucharlo. Con su mirada en blanco, supo que los duendes tampoco le entendían, suspiró y repitió las palabras prestando atención a hablar en español esta vez. Nadie lo entendía cuando cambiaba sin darse cuenta al lenguaje ceceante. Eso hacía que lo golpearan aún más fuerte, declarando que era "anormal".

El "duende" se congeló, deteniendo sus pinchazos por una vez e ignorando su ceceo.

—¿Quién dice que la magia no existe?

—No existe —él confirmó—. Lo dice el tío Vernon.

El "duende" le dio una sonrisa desagradable, observándolo con ojos penetrantes.

—Okey. ¿Cómo te llamas, niño?

—Soy Fenómeno.

El sanador Sharptooth se congeló, luego entrecerró los ojos.

—¿Qué?

Él se aclaró su garganta.

—Mi nombre es Fenómeno. Fenómeno, eh, Dursley, supongo —se encogió de hombros.

No sabe si siquiera tiene apellido, pero ese era el de su tío y su tía, así que tenía sentido que él también lo compartiera.

Lo que dijo pareció poner nervioso al "duende" ya que se movió incómodo, intercambiando miradas significativas con el otro "duende".

—Escúchame Harry —Sharptooth lo vio—. Primero que nada, tu nombre es Harry. No Fenómeno. Tu "tío" es una molestia para la sociedad que debería estar encerrada en Azkaban —gruñó, lo que envió un escalofrío por la espalda de Harry.

—Harry —él murmuró asombrado—. Mi nombre es Harry —repitió, demasiado sorprendido con el descubrimiento como para notar lo que dijo Sharptooth sobre su tío.

—Sí, tu nombre es Harry —Sharptooth confirmó con paciencia—. En segundo lugar, la magia existe. Está bien escondida de las personas no mágicas para el bienestar tanto de los mágicos como de los muggles.

—¿En serio? —Harry lo interrumpió, incapaz de esperar—. ¿La magia existe? ¿Y el bienestar de quién? No entiendo.

—Lo entenderías mejor si no te hubieras quedado con esas inmundicias muggles —Sharptooth escupió las palabras—. Que te golpeaban y te mataban de hambre cuando mostrabas magia accidental.

La estrella más brillante de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora