El castillo Slytherin

3.5K 395 81
                                    

Exactamente a las ocho en punto de la noche, el flu de la mansión Malfoy se activó y el Señor Tenebroso salió de la chimenea con elegancia, sacudiendo las cenizas de su elegante túnica.

—Milord —Lucius y Severus se arrodillaron ante él, mientras que Narcissa hizo una reverencia.

Sorvolo asintió hacia ellos, antes de levantar una ceja hacia Severus, cuestionándolo en silencio. El mago en cuestión de inmediato sacó varios pergaminos enrollados de su túnica y se los entregó.

—Todo lo que he reunido de espiar a la Orden está aquí, milord. He hecho diversos informes sobre diferentes miembros de la Orden. Dumbledore me mantiene vigilado en Hogwarts, así que no estoy al tanto de todos sus movimientos. Pero todo lo que he aprendido está aquí.

Sorvolo asintió, aceptándolos.

—Espero que valga la pena la recompensa que recibirás, Severus.

—Vivo para complacerlo, milord —Severus se inclinó.

Sorvolo tarareó, abrió algunos de los pergaminos y los revisó con rapidez.

—Los leeré más tarde —dijo, enrollándolos de nuevo y mirando a los demás.

Aunque llevan puesta una máscara imperturbable, sus ojos delatan la emoción y la anticipación que sienten.

—Necesitaré un juramento inquebrantable.

Murmullos afirmativos recorrieron la habitación. Sorvolo asintió, satisfecho.

—¿Quizás Narcissa pueda ser la primera testigo?

Narcissa sacó su varita y se acercó a Lucius y Severus quienes estaban arrodillados frente a su amo. Sorvolo tomó sus manos con ambas manos.

—¿Ustedes, Severus y Lucius, juran no decirle a nadie que no esté en esta habitación en este momento, a excepción de Barty, sobre el castillo Slytherin?

—Sí, lo juro —ellos corearon.

Un par de delgadas y brillantes lenguas de fuego salieron de la varita y se enroscaron alrededor de sus manos como un alambre al rojo vivo.

—¿Juran no compartir ningún detalle que pueda darle una pista a alguien sobre la ubicación del castillo, incluyendo la naturaleza, el clima y las diferencias horarias en cualquier forma, con cualquiera, vivo o no?

—Sí, lo juro.

El segundo par de lenguas de fuego salieron disparadas de la varita y se entrelazaron con las primeras, formando una fina y brillante cadena.

—¿Juran no compartir ningún detalle con nadie sobre lo que vean o aprendan en el castillo, excepto con quien esté en esta habitación y Barty a menos que yo les dé el permiso explícito?

—Sí, lo juro.

—¿Juran que pagarán con sus muertes si rompen alguno de los votos mencionados?

—Sí, lo juro.

El par final salió disparado de la varita de Narcissa y se enroscó con las demás, y se envolvió alrededor de sus manos unidas, como una serpiente ardiente.

Tan pronto como terminaron, Narcissa los reemplazó y rápidamente juró lo mismo mientras que Lucius actuó como el segundo testigo.

Sorvolo asintió, complacido, luego sacó un traslador del bolsillo de su túnica. Lucius, Narcissa y Severus se agarraron a la cuerda con fuerza y ​​luego fueron transportados tan pronto como Sorvolo siseó la contraseña.

Pero, a diferencia de Adriano, no aparecieron en medio del bosque. Sorvolo no les divulgará el secreto del viejo baniano sin importar si hicieron un juramento inquebrantable. En cambio, fueron transportados cerca del río. Sin él, nunca podrán volver aquí. O trazar este lugar en el mapa. Se aseguró de ello.

La estrella más brillante de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora