Yo sólo quería seguir mi sueño de vivir en Francia y hacer mi vida fuera de mi ciudad natal. Y lo logré, logré salir de Colombia, logré estudiar fuera y fui demasiado feliz.
Pero en algún momento del camino las cosas comenzaron a salir espantosament...
—¡Gol! — escucho a la multitud gritar así que comienzo a correr con las manos levantadas mientras festejo.
Mis compañeros corren en mi dirección y los siento lanzarse sobre mí mientras mis ojos están sobre la multitud que grita eufórica
—¡Excelente Mbappé! — escucho a alguien gritar y sonrío mientras regreso a mi posición mientras aún siento la emoción en mi pecho.
El árbitro inicia el partido nuevamente y tres segundos después lo termina.
Hemos ganado
Me dejo caer en el suelo mientras mi corazón aún se tranquiliza y cierro los ojos, estoy completamente exhausto, pero, lo logramos, pasamos que era lo importante.
—Vamos, levántate— escucho la voz de Ney y dejo escapar un suspiro antes de tomar su mano y ponerme de pie, de verdad quiero estar tan feliz como se encuentran todos a medida que se acercan a mí con sonrisas llenas de felicidad.
Pero al final sólo soy capaz de fingir la sonrisa porque estoy demasiado cansado, siento como si en cualquier momento pudiese caer al piso inconsciente.
—Tengo que ir al camerino — murmuro y todos comenzamos a caminar en esa dirección mientras aún me siento un poco mareado.
—¿Estás bien? — escucho la voz de alguien, pero ni siquiera logro reconocer a quién pertenece la voz cuando todo a mi alrededor de mi da vueltas y luego se hace negro.
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Abro los ojos y lo primero que veo es una pared blanca sobre mi cabeza, giro un poco y me doy cuenta que todo a mi alrededor se encuentra blanco.
Enfermería.
Estoy seguro de que me encuentro ahí.
Dejo escapar un suspiro y me siento en la camilla. —Hijo — escucho la voz de mi padre y miro en dirección a la puerta donde él se encuentra en este momento.
—Hola padre — lo saludo y regreso mi vista a mis pies, ya no me siento tan mareado como cuando terminó el partido, pero aún me siento un poco cansado.
—¿Cómo te sientes? — pregunta acercándose a mi y tomando mi mano.
—Estoy bien, sólo me siento un poco cansado — suspiro — Aunque no entiendo completamente la razón por la que perdí la conciencia — digo.
—El doctor dice que lo más seguro es que sea por el golpe que te diste contra ese jugador, que tu cuerpo no sintió lo fuerte del golpe por la adrenalina que tenía en el momento, por la presión de ganar el partido pero que se hizo presente en cuanto todo terminó — me informa.
