-𝕰𝖘𝖕𝖊𝖈𝖎𝖆𝖑 𝖉𝖊 𝕳𝖆𝖑𝖑𝖔𝖜𝖊𝖊𝖓-
𝟐𝟎𝟏𝟗
One-shots de creepypastas.
➨ Capítulos independientes con historias diferentes.
❝La oscuridad acecha en cada rincón. No te fíes de nadie. Confía en tu instinto. Escucha. Cuántas veces te habían...
Corrí lo más deprisa que pude, con el corazón a punto de estallarme en el pecho, la respiración irregular y los pulmones suplicando más aire del que podía proporcionarles.
Las piernas me dolían tanto que sentí que iba a caer de bruces al suelo en cualquiera momento. A pesar de aquello, seguí corriendo y no me atreví a mirar atrás. Con la boca abierta, jadeando, y temblando por el esfuerzo que me supuso correr a tanta velocidad, abrí la puerta de un empujón.
—¡Lenon!
Quise esconderme dentro de mi caparazón como una tortuga y desaparecer, pero ya era demasiado tarde. No había sido demasiado discreta entrando y el sherif me había pillado.
—¿¡Cómo puede ser que en un mes hayas llegado tarde diez veces!?
No, estaba segura de que habían sido más, pero había logrado esconderme y entrar antes de que se diera cuenta.
—Lo siento, señor— me apresuré a disculparme —, el tráfico es terrible a estas horas de la mañana, ¿sabe? Y hay conductores realmente horribles. Algunos no siquiera ponen el intermitente a la hora de...
—¡Me trae sin cuidado!— gritó —Tiene el caso más importante de la historia de este departamento en sus manos, Lenon, no puede permitirse llegar tarde.
Y lo sabía, claro que era consciente, pero no era mentira cuando le decía que el tráfico era horrible. Vivía lejos de la comisaría y tardaba en venir más de veinte minutos. Quince más si añadíamos el horrible tráfico que había sobre las siete y media y las ocho de la mañana. Simplemente me era imposible llegar puntual y era un milagro cuando lo conseguía.
—Lo siento, señor— volví a murmurar.
—Venga, póngase a trabajar— me imperó, enfadado —. Y si vuelve a llegar tarde queda suspendida, ¿estamos?
—¡Sí, señor!— exclamé, mientras salía corriendo en dirección a la oficina.
—Ve preparando el papeleo, Lenon, porque mañana estarás suspendida de empleo y sueldo.
—Eso te gustaría, Duncan— gruñí. Jennifer Duncan era mi compañera de trabajo por puro azar. Ninguna de las dos nos llevábamos bien y no sabíamos trabajar en equipo. Sin embargo, el jefe no estaba dispuesto a cambiarnos.