-𝕰𝖘𝖕𝖊𝖈𝖎𝖆𝖑 𝖉𝖊 𝕳𝖆𝖑𝖑𝖔𝖜𝖊𝖊𝖓-
𝟐𝟎𝟏𝟗
One-shots de creepypastas.
➨ Capítulos independientes con historias diferentes.
❝La oscuridad acecha en cada rincón. No te fíes de nadie. Confía en tu instinto. Escucha. Cuántas veces te habían...
La puerta cayó al suelo, causando un enorme estruendo al que yo todavía no me había acostumbrado. En cuanto sonó el golpe, todos entramos al interior de la vivienda corriendo, en orden y con las armas en alto.
—David— mi compañero me llamó y me hizo señas para que lo acompañara. Yo, a regañadientes, fui hacia él, sosteniendo el arma un poco más baja de lo que debería.
Tampoco me había acostumbrado a llevar armas.
—He escuchado un ruido por aquí— me dijo, mientras avanzábamos por un pasillo completamente a oscuras.
Habíamos recibido una llamada de emergencia de la casa vecina a aquella. La mujer al teléfono había afirmado que dentro de la casa se escuchaban gritos. Teníamos registrado a un hombre que vivía en la casa porque era un reincidente que hacía menos de una semana fue puesto en libertad tras cumplir una condena de dos años por robo.
—Mantén los ojos abiertos y no hagas ruido— me volvió a susurrar Donny. Yo asentí, aunque sabía que no podía verme.
Sin embargo, algo en el suelo me hizo resbalar y caer de espaldas.
—¡Joder, David!— Donny se dio la vuelta y me alumbró con su linterna —Te he dicho que no hagas...— interrumpió su frase en cuanto vio aquello con lo que me había tropezado —Mierda...
—Lo siento...
En cuanto me levanté, yo también vi el charco de sangre sobre el que había caído y palidecí.
—Sorpresa.
Donny se dio la vuelta y apuntó con su arma y con la linterna a quien hablaba, en el fondo del pasillo. Observé atónito cómo un hombre sostenía un cuchillo ensangrentado, se movía de forma errática y se tambaleaba de un lado a otro.
—Tira el arma— le ordenó mi compañero.
—¿Tan pronto queréis dejarme sin diversión? A penas tenía para empezar con ella...— su voz sonaba distorsionada, como si fueran dos personas en el cuerpo de una. Alzó su otra mano para enseñarnos la cabeza de una mujer, la que había sido su esposa.
Me di media vuelta y me llevé la mano a la boca para intentar aguantar el vómito que amenazaba con salir.
—Los hijos de puta como tú nunca aprenden— gruñó mi compañero —; deberíais pudriros en la cárcel y ya.
Me sujeté la cruz que colgaba de mi cuello, temblando.
—Donny...— murmuré.
—Quédate ahí, David— imperó él —. No te muevas— no se giró a verme —. Tenemos el edificio rodeado y mis compañeros están bloqueando todas las salidas. No tienes adónde ir.
