-𝕰𝖘𝖕𝖊𝖈𝖎𝖆𝖑 𝖉𝖊 𝕳𝖆𝖑𝖑𝖔𝖜𝖊𝖊𝖓-
𝟐𝟎𝟏𝟗
One-shots de creepypastas.
➨ Capítulos independientes con historias diferentes.
❝La oscuridad acecha en cada rincón. No te fíes de nadie. Confía en tu instinto. Escucha. Cuántas veces te habían...
Estaré allí sobre las cinco y media, deja de ponerte pesada"
Le escribí a Emily. Últimamente había estado muy preocupada por mí y no dejaba de presionarme para que nos viéramos. Según ella, había escogido el peor trabajo de todos, y me lo repetía constantemente sin hacerme caso cuando yo afirmaba una y otra vez que estaba feliz con lo que hacía y que me gustaba. Pero ni caso, como hablarle a la pared.
—Doctora Miller— alcé la cabeza rápidamente y guardé el móvil en el bolsillo de mi pantalón por acto reflejo, como si fuese una alumna a la que habían pillado con el móvil en clase —, ha llegado Thomas Hill para la terapia.
—¡Oh, por supuesto!— había olvidado por completo la cita, así que me levanté de golpe de mi silla para recibir al niño —Que pase. Gracias, Linda.
Mi compañera se hizo a un lado en el umbral de la puerta para dejar pasar a un chico de cabello castaño y ojos marrones, piel morena y ropa oscura. Su madre, que era su vivo retrato, estaba junto a él con las manos sobre sus hombros y con una expresión de preocupación en el rostro.
—Hola, señora Hill, ¿cómo está?— le pregunté, mientras me acercaba a ella para estrecharle la mano. Ella tardó unos segundos en devolverme el gesto. Parecía distraída, cansada.
—Buenas tardes, doctora Miller.
Sonreí y me agaché para saludar a su hijo.
—Hola, Tommy, ¿cómo has estado estos días?— inquirí, con una sonrisa. Sus ojos no hicieron contacto visual conmigo, sino que permanecieron fijos en el suelo, perdidos en la nada. Sin embargo, respondió en un susurro:
—Bien, doctora Miller.
Mentía. No era la primera vez y era muy usual en los niños de su edad mentir, así que lo dejé pasar:
—Ya sabes que puedes llamarme Nataly sin problema.
Él no dijo nada.
La madre se me acercó y me hizo un gesto para que le prestará atención.
—Ha vuelto a pasar otra vez, doctora— me susurró, esperando que el niño no la escuchara —. Ha seguido, pero hoy se ha pasado el juego y me lo he encontrado mirando la nada en la habitación.