Día 27

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Vampiros

Corría desesperadamente entre los grandes pasillos del castillo en el que me había despertado esa noche. Los pies me ardían a causa del esfuerzo, pero la adrenalina provocada por el miedo me impedía detenerme.

Lo último que recordaba era haber llegado a este oscuro pueblo, repleto de historias horribles sobre los habitantes de este, para buscar a mi hermana, desaparecida tres semanas antes, cuando decidió venir a este pueblo a trabajar.

Y ahora estaba huyendo de dos hombres. Desperté en una cama de una enorme sala iluminada tan solo por una vela situada junto a la cama. Me sentía mareada, no recordaba nada, el cuerpo entero me dolía y del lado izquierdo de mi cuello caían dos pequeños ríos de sangre.

Estaba aturdida y estar en esa extraña habitación solo empeoraba mi estado. Cogí la vela con la intención de dirigirme a la puerta cuando lo noté. Dos grandes cuerpos tumbados junto a mí. Pase la vela junto a ellos, para iluminarlos.

A mi izquierda estaba el hombre más pálido que había visto nunca. Su pelo era rubio ceniza y de su boca sobresalían dos largos colmillos ensangrentados. Vestía con terciopelo rojo y llevaba una gran capa encima.

El hombre de mi derecha era mucho más grande. Tenía una larga mata de pelo roja y su cara estaba llena de pequeñas cicatrices. Sus colmillos eran aún más largos y gruesos que los del hombre anterior. Pero al menos estaban limpios.

Grité. Grité con todas mis fuerzas hasta que mi garganta no pudo más. Con la vela en la mano alumbrando mi camino corrí buscando una salida de ese lugar, escapar de esos tipos. Recorrí pasillos y bajé escaleras, pero nada parecía dar al exterior. Todo era oscuro y confuso, una especie de laberinto.

Cuando me topé frente a una enorme puerta, respiré un poco más tranquila. "La puerta principal" pensé "Lo he logrado". Pero cuando entré, encontré otra habitación similar a la inicial, donde me había despertado. Pero esta estaba mucho más iluminada. Vi dos murciélagos colgados sobre el dosel de la cama. Ambos me miraban fijamente, con sus ojos rojos ensangrentados.

Intenté salir de la habitación, pero no pude. La puerta estaba completamente cerrada, bloqueada. La golpeé y tié de ella, cuando los dos murciélagos empezaron a emitir sonidos extraños. Me giré hacia ellos, pero en su lugar estaban los dos hombres de antes.

Se habían transformado.

Eran vampiros.

—¿Qué quieres que hagamos con la humana, Blasty? —preguntó el pelirrojo. Su voz era tranquila, seductora. Incluso me miraba sonriendo.

—Matarla. —murmuró el rubio. Su expresión era totalmente distinta a la del otro hombre. Parecía hambriento, ansioso. El pelirrojo se rió.

—¿No nos la podemos quedar? —el rubio gruñó como respuesta.

El pelirrojo se acercó a mi. Pasó su mano por mi nuca, acariciándome. Sentí un escalofrío recorriéndome el cuerpo. Acercó su boca a mi cuello y lamió la zona. Un extraño calor empezó a invadirme. Su lengua subía y bajaba por mi piel, hasta llegar a la sangre seca que su amigo había provocado tras morderme.

Chupó la zona con fuerza, limpiando cada gota de sangre que quedase ahí. Su lengua jugó con las dos marcas de colmillos provocando que me estremeciera ante el contacto. Se separó de golpe.

—Blasty, ven a jugar conmigo. —se dirigió a su amigo en un tono juguetón. Este empezó a caminar hacia mí, muy lentamente, clavando sus rojos ojos en mi cuello, provocándome una gran excitación.

Las manos del rubio eran más duras, más ásperas. Me cogía con más fuerza, de manera más autoritaria. Él no lamía, se dedicaba a morder toda la piel, pero sin llegar a causar daño. Cada vez que clavaba sus dientes en mi, un gemido involuntario se escapaba de mis labios. Mis sonidos y sus succiones llenaban el ambiente. Mi cabeza empezó a dar vueltas a causa de la satisfacción, de mi excitación. Quería más de ellos.

Me tumbaron en la cama y cerré los ojos, dejándome hacer. Dándoles permiso para que hicieran conmigo lo que desearan.

Mi cuerpo era completamente suyo y quería disfrutar de esos dos hasta el máximo.

#kiribakumonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora