Ángeles y demonios
Han pasado muchos años desde que nos conocimos por casualidad.
Estábamos solos, tristes, incomprendidos por el resto de los nuestros. Ambos buscábamos salir de ese estado de desesperación, y sin saberlo, encontramos en el otro todo lo que necesitábamos.
Katsuki Bakugo era un vástago de Satán. Uno de los herederos del infierno. De su cabeza sobresalían dos grandes cuernos curvados y de su espalda nacían dos pequeñas alas rojas.
Yo era un emisario de Dios, y vivía junto a él, en su Reino, junto con el resto de mis hermanos. Mi aspecto era similar al de Bakugo, pero en lugar de presentar cuernos, sobre mi cabeza levitaba una aureola dorada y mis alas eran más grandes, formadas por largas plumas blancas.
Bakugo era un demonio. Yo era un ángel.
Nacimos en bandos contrarios y crecimos para enfrentarnos en la Gran Guerra. Ante los ojos de todos éramos enemigos, pero en el pequeño lugar donde nuestros mundos se mezclaban, éramos tan solo dos enamorados.
O eso creí yo hasta que desperté en el infierno.
Estaba en una enorme sala roja. Había llamas por todas partes. Las paredes estaban llenas de cadenas, algunas libres y otras con ángeles atados. El espacio se había llenado de demonios de todas las edades, y frente a mí, en un enorme trono, el mismísimo Satán.
Y justo a su lado, estaba él. El amor de mi vida estaba delante de mí y sonreía con satisfacción.
Lo miré fijamente, confundido, y entonces bajé la vista hasta sus manos. Bakugo agarraba unas grandes alas blancas por las que caían enormes gotas de sangre. Por instinto, lo recorrí con la mirada, preocupado por él, por si le había pasado algo, y me di cuenta de que su espada, tirada en sus pies, estaba completamente ensangrentada.
Y entonces el dolor me llenó el cuerpo. Por primera vez fuí consciente de que la espalda me ardía. Notaba mi cuerpo bañado en sangre, y como esta seguía bajando por mis alas. Por donde antes habían estado mis alas.
Intenté moverlas, pero solo conseguí sentir un enorme vacío y un profundo dolor en la carne abierta de mi espalda. Tenía los dos huesos que se conectaban a mis alas rotos. Empecé a marearme y mi mente se nubló.
Lo último que vi fue a Bakugo, mi demonio, a quien había amado en silencio durante largos años, agarrando las alas que él mismo me había cortado con su propia espada.
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#kiribakumonth
Fanfiction31 oneshots, cada una con una temática distinta, por el Kiribaku Month. *Los personajes no me perecen, créditos a su respectivo autor. * Relación BL kiribaku. *Algunas cosas pueden no coincidir con la historia original.