Día 21

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"Por real decreto, cada familia de China aportará a una de sus mujeres. De entre todas, las más aptas participarán en la Selección, concurso destinado a encontrar esposa al capitán del ejército Chino"

La única mujer de la familia Bakugo era Mitsuki, la madre y el único aporte económico de los 4 miembros. No se podían permitir estar meses sin ella, y mucho menos arriesgarse a que no volviera nunca.

Así que Bakugo se había dejado crecer el pelo, tenía colocados calcetines dentro del sujetador y se había puesto maquillaje de su abuela.

Él participaría en lugar de su madre.

Por la madrugada se subió a un carro que recogía a todas las mujeres. Presentó el documento que le habían enviado a su madre y lo dejaron entrar al palacio.

Nadie dudó sobre su verdadera identidad. Realmente parecía una mujer. Una muy hermoso. Por eso pasó a la siguiente ronda, la Selección, donde conocería al capitán.

Jamás pensó que llegaría tan lejos. Ya llevaba dos meses fuera de casa y empezaba a estar cada vez más irritado. Maldecía al capitán incluso antes de conocerlo. Y cuando lo conoció, la cosa no mejoró.

Las doce finalistas de La Selección estaban en fila en la sala de recepción del palacio del capitán. Bakugo, entre ellas, era sin duda el más hermoso. Llevaba un fino vestido que se ajustaba a las curvas naturales de su cuerpo, pero sus mangas eran anchas, para disimular los músculos de sus brazos. El pelo le había crecido mucho en ese tiempo y lo tenía completamente liso, peinado hacia atrás. Le habían maquillado de manera sutil, casi imperceptible y dejaba a su paso un delicioso olor a menta.

Eijiro Kirishima, capitán del ejército Chino, entró en la sala vestido con su plateada armadura. Era guapísimo. Y Bakugo lo admiraba mucho. Y a la vez lo odiaba por ser el culpable de su lamentable situación.

El capitán se plantó delante de ellas. Levantó la mirada por un segundo y lo señaló.

Su dedo índice se dirigía hacia Bakugo.

Ni siquiera había mirado a las demás. Bakugo juraba que prácticamente tampoco lo había mirado a él.

Y ahora estaba encerrado en una habitación, vestido con un traje de novia, apunto de casarse en unas horas con un hombre con el que aún no había hablado.

Unos soldados lo sacaron de la sala y lo llevaron en carruaje hasta la iglesia.

Kirishima estaba frente al altar, vestido en un traje negro. Era la segunda vez que lo veía.

Bakugo caminó lentamente hasta colocarse junto al capitán. Luego el sacerdote empezó a hablar.

En un momento de descuido, Kirishima se había acercado demasiado a él, y en un murmuró casi imperceptible, le dijo:

—Estás muy guapo hoy, pero te verías mejor en traje. Espero que seas un buen marido, Katsuki.

Kirishima se separó mientras el sacerdote seguía hablando y le guiñó un ojo. Bakugo se enrojeció hasta las orejas. El maldito capitán sabía su secreto y aún así se estaba casado con él.

Cuando se dió cuenta, el capitán lo había cogido del cuello y estaba juntando sus labios con los de Bakugo. El sacerdote ya no hablaba.

La boda se había acabado.

Ya estaban casados.

—Nos espera una noche muy divertida, "esposa mía". —le susurró Kirishima.

#kiribakumonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora