Día 7

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Guardaespaldas AU

—En resumen, su trabajo consiste en controlarlo y procurar que no le ocurra nada malo o peligroso, ni que se meta en ningún tipo lío. Lo acompañará durante todo el día. En especial debe tener cuidado por las noches, ya que es común que se escape. Es preferible que pase la noche con usted antes que con cualquier otro. Así que vigilará a sus compañias y se asegurará de su seguridad. ¿Entendido?

Asentí. Me habían explicado en qué consistía mi trabajo numerosas veces. Tantas que ya me lo había aprendido de memoria. Mañana empezaría a trabajar como guardaespaldas del hijo de un gran ejecutivo de Japón, pero para ser más sinceros, el trabajo parecía realmente de niñero. Katsuki Bakugo era un joven de mi edad famoso por andar siempre metido en peleas y hacer, básicamente, lo que le daba la gana.

Ahora me encontraba frente a su puerta, apunto de entrar para presentarme y empezar mi trabajo. Toqué a la puerta con mis nudillos, pero no obtuve respuesta. Pensé que no habría nadie dentro, pero al intentar abrir la puerta, descubrí que esta estaba abierta. Entré al gran apartamento y ahí lo ví. Estaba tumbado en un enorme sofá, semidesnudo, con el ceño fruncido y cara de pocos amigos.

—Buenos días. Soy Eijiro Kirishima, su nuevo guardaespaldas. Me quedaré en la puerta esperando por si necesita algo. Estoy a su entera disposición.

Intenté que mi voz sonara firme. Bakugo era imponente, tan solo su presencia lograba ponerme nervioso. Se quedó mirándome, examinándome de arriba a abajo con mucho detenimiento, como si buscara un mínimo error en mi para poder gritarme que me fuera. Pero parece ser que no lo encontró, porque su expresión seria se transformó en una divertida y en sus finos labios se dibujó una pequeña sonrisa pícara.

—Así que a mi entera disposición, ¿eh?

Enrojecí. Volví sobre mis palabras, maldiciéndome por haber dicho algo tan mal interpretable. Bakugo había dicho eso con un claro tono provocativo, para ponerme nervioso. Seguía mirándome fijamente, como analizando todas y cada una de mis reacciones. Ya me habían advertido sobre su actitud, sobre su comportamiento, sobre sus juegos. Ahora estaba jugando conmigo.

Me pasé el día entero cumpliendo todos y cada uno de sus caprichos, muchos de ellos eran tan solo tonterías causadas por aburrimiento. Bakugo por su parte no hacía mucho, tan solo me observaba fijamente, como un felino a punto de saltar hacia su presa.

Cuando la noche llegó, Bakugo salió del baño, por primera vez en el día vestido, incluso diría que se había arreglado.

—Me voy. —dijo el rubio.

Me quedé reflexionando. No podía contradecir a Bakugo, y mucho menos ordenarle nada. Pero uno de los consejos que me habían dado era el de evitar que Bakugo saliera de noche.

—No creo que sea buena idea salir de casa a estas horas. —dije, intentando no sonar muy autoritario.

—¿Crees? No te pagan por creer. —lo soltó de golpe, frío, con intención de hacer daño —Pero si me ofreces otro plan mejor, supongo que podré quedarme. —Volvió a clavar su mirada en mí y esa sonrisa sugerente volvió a cruzar sus labios.

—Eh...—Dudé. ¿El tío se había pasado todo el día tumbado en el sofá leyendo manga y a estas horas se quería poner a hacer cosas?— Podría seguir leyendo, o tal vez podría cocinarle lo que desee...—La expresión de Bakugo cambió a una de aburrimiento y, para añadirle dramatismo, fingió bostezar. —No sé...Quizá podríamos jugar a algún juego...

—¿Jugar a algún juego?—Asentí débilmente mientras apartaba la mirada. Quizá había sido una idea tonta. —Se me ocurren varias cosas a las que podemos jugar tú y yo.—Hizo especial hincapié en la palabra "jugar", dándole un sentido completamente diferente, más peligroso. Volví a clavar la mirada en él, y para mi sorpresa, se había vuelto a desvestir. ¿En qué momento se había quitado la camisa para volver a tumbarse en ese enorme sofá? —Pero no sé si podrás seguirme el ritmo.

—Entonces tendrá que comprobarlo. —Contesté firme, provocativo, con el mismo tono seductor que él había utilizado conmigo.

Si Katsuki Bakugo quiere jugar, entonces jugaremos. Pero no me haré cargo de las consecuencias. 

#kiribakumonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora